Los humedales africanos, los ecosistemas de mayor diversidad biológica del continente y que abarcan nada menos que 131 millones de hectáreas, están en peligro, según una de las mayores organizaciones mundiales dedicadas a la conservación de estos frágiles hábitats.
A pesar de su importancia y valor, esas áreas están bajo una gran presión. Los proyectos de desarrollo están entre las principales amenazas al drenaje de los pantanos y pueden ser desde instalaciones turísticas hasta la agricultura. Como sea, ya secaron cientos de miles de hectáreas, indica la división en África de la no gubernamental Wetlands International, con sede en Senegal.
Otras amenazas son los asentamientos humanos, la explotación excesiva de las comunidades locales y otras actividades de desarrollo mal planificadas. La perspectiva de lograr grandes ganancias derivadas de los depósitos de petróleo, gas y carbón descubiertos hace poco alentaron las prospecciones, tanto en tierra como mar adentro, y la minería en áreas sensibles desde el punto de vista ecológico.[pullquote]3[/pullquote]
En Nigeria, Guinea-Bissau y Mozambique, por ejemplo, los humedales y estuarios coinciden con depósitos de combustibles fósiles y desarrollos de infraestructura asociada.
En el norte de Kenia, los proyectos de desarrollo portuario de Lamu se realizarán en un sitio de cría de peces y en el área de manglares más importante del océano Índico occidental.
En las provincias sudafricanas de KwaZulu-Natal y Cabo Occidental, las arenas minerales se ubican en importantes ecosistemas forestales de dunas, y se busca gas en Karoo, una meseta semiárida y ecológicamente única.
En África oriental, se descubrió petróleo en la selva de la cuenca del río Congo y en el Parque Nacional Virunga, que está en la lista especial de la Convención relativa a los Humedales de Importancia Internacional, conocida como Convención de Ramsar.
El Parque Nacional Virunga, el primero que existió en África, fue declarado en 1979 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).
En el delta del río Okavango, en Botswana, que alberga uno de los humedales más importantes, viven miles de especies amenazadas y es la principal fuente de agua para la vida silvestre en África austral.
En 2014 fue declarado también como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pero el haber alcanzado el puesto 1.000 en esa exclusiva lista no ha evitado que se reduzca debido al clima más seco, al mayor pastoreo y la creciente presión del turismo.
“Este delta es un verdadero oasis en medio del seco Kalahari, un área intacta rara que se ha preservado durante décadas de las guerras civiles fronterizas”, señaló Steve Boyes, de National Geographic.
“Muchas personas a lo largo del río Okavango viven como hace 400 años, y de ellas, creo, podemos aprender a ser mejores administradores del mundo natural”, observó.
Boyes estudió la abundancia de la vida en el delta: más de 530 especies de aves, miles de plantas y 160 mamíferos diferentes, además de 155 reptiles, muchos sapos e innumerables insectos.
“Mire donde mire encontrará vida. Estudiamos murciélagos y encontramos 17 especies en tres días. Empezamos a buscar mantis religiosa y registramos 90 especies diferentes”, detalló.
El último estudio del Departamento de Parques Nacionales y Vida Silvestre de Botswana y de la organización ambientalista BirdLife concluyó que las históricas zonas de densos cañaverales e islas habían sido destruidas en gran parte por cambios hidrológicos y el fuego. Los incendios forestales y la gran presión del pastoreo redujeron aún más las costas naturales del delta del Okavango.
Estudios de BirdLife Botswana también estimaron que en el caso de la garceta de garganta roja, un ave acuática que solo vive en África austral y que tiene su principal área de cría en los humedales de Mozambique, Zambia y el delta del Okavango, su población total es de unos 4.000 individuos.
La garceta, que figura como vulnerable en la Lista Roja de Especies en Peligro de la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN), parece estar perdiendo su principal lugar de cría.
Los ambientalistas todavía tienen esperanzas de salvar los humedales y apuestan a un “plan de acción para la garceta de garganta roja”, que podrán utilizar el Departamento de Parques Nacionales y Vida Silvestre y otras organizaciones, para garantizar la supervivencia del delta del Okavango como un área protegida para las aves.
En otra medida para salvar los humedales, el gobierno de Botswana anunció este mes que a partir de ahora, las personas interesadas en licencias para safaris no podrán operar en el delta del Okavango porque está saturado.
La Asociación de Guías de Botswana, que representa a muchos de los safaris amenaza con apelar la iniciativa.
Otro ejemplo de la extensa devastación de los humedales está en Nigeria, con la contaminación de tierras agrícolas relacionadas con la compañía petrolera anglo-holandesa Shell.[related_articles]
El Proyecto de Restauración y Evaluación de Daños de los Recursos Naturales del Delta del Níger, un equipo independiente de científicos de Nigeria, Gran Bretaña y Estados Unidos, caracterizó a esa región como “uno de los ecosistemas que sufrió con mayor severidad el impacto del petróleo en el mundo”.
En 2013, un tribunal holandés halló a la empresa nigeriana subsidiaria de Shell culpable de contaminación de tierras agrícolas en Ikot Ada Udo, en el estado de Akwa Ibom, en la costa sur del país.
El delta del río Níger es el más largo de África y cubre unos 7.000 kilómetros cuadrados, un tercio del cual son humedales. Además, tiene el mayor bosque de manglares del mundo.
Con la asistencia de la organización ambientalista Amigos de la tierra, el fallo resultó un triunfo para las comunidades de la zona tras 40 años de lucha contra la compañía petrolera, aunque todavía falta mucho para la limpieza.
“La destrucción de los humedales prevalece en casi todos los países de África porque el factor determinante es el mismo, la presión de la población, muchas bocas para alimentar, la ignorancia sobre su papel en los ecosistemas, la falta de políticas, de leyes y marcos institucionales para protegerlos y, cuando existen, rara vez se hacen cumplir”, explicó John Owino, oficial de programa de UICN, en entrevista con IPS.
El futuro de los humedales depende de un mayor compromiso político para protegerlos, remarcó, apoyándose en políticas sólidas y alentando la participación de la población local en la gestión, lo que falta en muchos países africanos, añadió Owino.
Pero muy pocos gobiernos de África tienen políticas específicas sobre humedales y se dejan influir por las necesidades de diferentes sectores como la agricultura, recursos naturales y energía.
Editado por Lisa Vives-Phil Harris / Traducido por Verónica Firme