Maquilas salvadoreñas usan pandilleros contra sindicalistas

Trabajadoras confeccionan ropa deportiva de una marca estadounidense en una maquila de la Zona Franca de San Bartolo, en el municipio de Ilopango, en el este de El Salvador. En la planta trabajan 350 personas por cada turno de ocho horas, 80 por ciento mujeres, que ganan el salario mínimo. Crédito: Edgar Romero/IPS
Trabajadoras confeccionan ropa deportiva de una marca estadounidense en una maquila de la Zona Franca de San Bartolo, en el municipio de Ilopango, en el este de El Salvador. En la planta trabajan 350 personas por cada turno de ocho horas, 80 por ciento mujeres, que ganan el salario mínimo. Crédito: Edgar Romero/IPS

Compañías textiles que confeccionan ropa para marcas transnacionales en El Salvador son acusadas de aliarse con pandilleros para amenazar de muerte a los trabajadores y romper sus sindicatos, según denuncias de personal afectado recabadas por IPS y por agrupaciones internacionales.

Trabajadoras que pidieron reserva de sus identidades señalaron que desde 2012 se intensificaron las amenazas en el sector, aprovechándose del clima de violencia que impera en este país centroamericano.

“Me llamaban por teléfono, y me decían que me saliera del sindicato, que dejara de andar de revoltosa”, dijo a IPS una empleada en la empresa LD El Salvador, ubicada en la Zona Franca San Marcos, un complejo de fábricas al sur de esta capital.[pullquote]3[/pullquote]

Ella trabaja como operaria de máquinas de coser desde 2004 y está afiliada al Sindicato de la Industria Textil Salvadoreña (SITS). Unas 780 personas laboran en la compañía, de capital coreano, que produce prendas de vestir para las firmas Náutica y Walmart.

“Me dijeron que eran homeboys (pandilleros) y que si no me salía iba aparecer colgada de uno de los árboles que están afuera de la empresa”, añadió.

Reveló que los ejecutivos de LD contrataron a pandilleros para que las amenazas se hicieran directamente a los trabajadores afiliados al SIST, dentro de las instalaciones.

Las advertencias surtieron efecto, contó, pues de los 155 afiliados al sindicato, solo han aguantado  60, temerosos de ser víctimas de las pandillas, las organizaciones criminales también conocidas como maras que son responsables de buena parte de los asesinatos diarios que ensombrecen el país.

El Salvador,  con 6,3 millones de habitantes, es uno de los países más violentos del continente americano. El 2014 cerró con 3.912 muertes violentas, una tasa de 63 homicidios por cada 100.000 personas.

«Me llamaban y me decían que en una bolsa negra me iban a encontrar, si no desistía del sindicato… como eran las primeras llamadas que recibíamos, yo me sentí muy nerviosa y preocupada», confió a IPS otra trabajadora que resiste en el SITS.

Las maquilas textiles, plantas dedicadas a la confección para la exportación con materia prima importada, operan en las 17 zonas francas del país, áreas sin aranceles para materias primas importadas, exenciones tributarias y otros incentivos. Los clientes son marcas como Nike, Puma o Adidas, entre otras.

El sector generó en 2014 más de 74.000 empleos, la gran mayoría de mujeres, que representa 12 por ciento de los 636.000 puestos de trabajo del sector privado. Sus exportaciones sumaron 2.400 millones de dólares, la mitad de las ventas totales salvadoreñas al exterior,  según cifras de esa industria.

Desde su proliferación en los años 90, se cuestionó los tratos inhumanos y las violaciones a los derechos laborales de los trabajadores.

“Uno de los derechos más violados es el de la libre sindicalización”, dijo a IPS el secretario de organización de la Federación Sindical de El Salvador, Reynaldo Ortiz.

“Y ahora recurren a las amenazas de muerte para romper los sindicatos”, acotó.

En enero, el Centro de los Derechos Laborales Globales, de la Penn State University, y el Consorcio de los Derechos de los Trabajadores, ambos de Estados Unidos, publicaron el informe Alianzas Nefastas, en el que describen cómo se sigue minando la organización sindical en las maquilas de la confección en El Salvador.

También destacaron, con evidencias de casos específicos, las intimidaciones de pandilleros a sindicalistas.

“Estas amenazas tienen un efecto paralizante sobre la libertad de asociación, tanto por la larga historia del país de asesinatos de activistas sindicales como por el hecho de que la sociedad salvadoreña en general está plagada de la violencia de las maras”, dice el informe, de 46 páginas.

Según el reporte, varios incidentes sucedieron en enero del 2013 a trabajadores de la empresa F&D, de capital taiwanés, también de la Zona Franca San Marcos.

Uno de ellos, el de dos gerentes de la empresa que, acompañados por un pandillero, se acercaron a varios trabajadores que estaban hablando fuera de la fábrica y el ejecutivo procedió a identificar al miembro de la mara quiénes eran los líderes sindicales.

Tan evidente es la participación de las maras, narró una de las trabajadoras de LD, que en noviembre del 2013, durante una reunión de miembros del sindicato con pandilleros, planeada para aclararles las luchas laborales que persiguen, algunos de estos llegaron con personal directivo de la empresa.

En enero del 2014 fue asesinado en circunstancias poco claras Juan Carlos Sánchez, uno de los trabajadores que participó en aquel encuentro, dijo una trabajadora.

Añadió que han interpuesto las respectivas denuncias ante la Fiscalía General de la República, pero la investigación nunca prosperó.

IPS no logró obtener comentarios de parte de representantes de F&D y LD sobre esas ilegalidades. Tampoco funcionarios del Ministerio de Trabajo respondieron al pedido de entrevistas sobre el tema.

Otro caso de amenazas es el ocurrido a activistas del Sindicato de Trabajadoras y Trabajadoras, Sastres, Costureras y Similares (Sitrasacosi), que mantienen actividad, entre otras, en la empresa textil Nemtex, localizada al oeste de San Salvador.[related_articles]

“Eran hombres armados que esperaban en carros a la salida de la empresa, nunca les dijeron nada, era más como intimidación, presión psicológica”, reveló una integrante de ese sindicato.

Detalló que en febrero un dirigente de la asociación, que labora en Nemtex, fue amenazado de muerte por pandilleros que llegaron a su casa.

A fines de febrero el sindicalista tuvo que huir a Estados Unidos.

La activista de Sitrasacosi agregó que los empresarios tienen aversión hacia los sindicatos y hacia la firma de contratos colectivos de trabajo.

Contó que el Sindicato de Trabajadores de la Empresa Confecciones Gama, estaba negociando ya un contrato colectivo con la compañía, que sería el primero en el sector de maquila textil.

Pero la empresa repentinamente cerró operaciones en junio del 2011, dejando sin trabajo a más de 270 empleados.

“Prefirieron cerrar la fábrica que suscribir un contrato colectivo… para ellos sería sentar un mal precedente”, añadió la integrante de Sitrasacosi.

Aseguró que gracias al trabajo de la Liga Sindical Internacional para Responsabilizar las Marcas, que presiona  para que se cumplan los derechos laborales en las maquilas del mundo, se logró en diciembre del 2012 que los propietarios de Gama pagaran el total de la indemnización que correspondía por el cierre.

Otros derechos laborales y humanos siguen siendo violentados en las maquilas textiles, dijo a IPS la especialista Carmen Urquilla, de la Concertación por un Empleo Digno para las Mujeres.

Entre ellos, la apropiación ilegal de las cuotas que les son descontadas a los trabajadores para el pago de la seguridad social y créditos bancarios, un fenómeno que aún se da, dijo, aunque en menor escala que en años pasados.

Hay mucho trabajo forzoso en las maquilas, agregó Urquilla, ya que a las mujeres se les ponen metas de producción muy altas, y para cumplirlas deben trabajar alrededor de 12 horas diarias.

Esas horas extras no se pagan, acotó, sino que solo reciben una bonificación de 10 dólares por metas cumplidas. El salario mínimo en las maquilas de la confección es de 210 dólares mensuales.

“Es pesado, muchas mujeres sufren incapacidades de por vida, por trastornos músculo esqueléticos, lesiones en hombros, piernas, gente que no se puede vestir sola”, dijo Urquilla.

Una operaria de una maquila, que pidió no detallar la empresa donde labora, señaló a IPS que en 10 horas su meta es coser 1.110 pares de mangas de camisas.

“Es realmente extenuante”, denunció.

Editado por Estrella Gutiérrez

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