Con el aumento del desempleo en Zimbabwe es cada vez más difícil que este país pueda cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para fines de 2015, lo que se traduce en que miles de ciudadanos seguirán pasando hambre en las ciudades.
Los ocho ODM fueron establecidos en la llamada Cumbre del Milenio, en la fase inaugural de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de septiembre de 2000, donde 189 gobernantes pactaron las metas de desarrollo de la humanidad para los primeros 15 años del nuevo siglo.[pullquote]3[/pullquote]
Entre las metas de los ODM para 2015, con respecto a los datos de 1990, están reducir a la mitad la proporción de personas que sobreviven con hambre, lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, reducir la mortalidad infantil en dos tercios y la materna en tres cuartos.
También luchar contra la expansión del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), el paludismo y otras enfermedades transmisibles, asegurar la sostenibilidad ambiental y generar una alianza mundial para el desarrollo entre el Norte y el Sur.
Zimbabwe tiene 13 millones de habitantes, según el Censo Nacional de 2012, de los cuales 67 por ciento viven en áreas rurales y 33 por ciento en las ciudades.
Según la Encuesta de Pobreza, Ingresos, Consumo y Gastos 2011-2012, realizada por la Agencia de Estadísticas de Zimbabwe, 30,4 por ciento de la población rural es “extremadamente pobre”, y hay personas que pasan hambre, muy por encima de las ciudades donde sobreviven así 5,6 por ciento de los habitantes.
Los trabajadores sociales consideran que es justificable que la gente elija la ciudad para vivir, a pesar de las grandes dificultades que encuentran.
“Vivir en pueblos y ciudades es mucho mejor que vivir en el campo, ya que allí es donde aparece la mínima oportunidad de trabajo, a pesar del elevado costo de vida”, explicó a IPS la trabajadora social Tracey Ngirazi.
Según el presidente del Consejo de Trabajadores Sociales de Zimbabwe, Philip Bohwasi, el hambre en zonas urbanas es consecuencia de la pérdida de puestos de trabajo. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) estima que el desempleo afecta a 60 por ciento de la población económicamente activa de este país sudafricano.
“La actual incapacidad de la economía para atender las necesidades básicas de la población genera situaciones de hambre en una gran cantidad de hogares urbanos, donde casi ningún residente accede a tres comidas diarias”, remarcó Bohwasi a IPS.
Ese es el caso de Josphat Madyira, un contador de 39 años residente de Harare, donde es común pasar hambre.
“La mayoría de los comercios rebosan de productos, pero la mayoría no tenemos trabajo y, por lo tanto, no tenemos dinero para comprar insumos básicos, por lo que muchos solo comemos una vez al día”, explicó Madyira a IPS.
Madyira perdió el empleo en una fábrica de zapatos tras cerrar sus operaciones debido a la profundización de la crisis de liquidez que atraviesa el país, producto de una economía fallida que dejó a millones de personas sin trabajo.
Al ser consultado sobre cómo hace la gente en su misma situación para sobrevivir, Madyira contó: “Las personas que no tienen trabajo como yo salen a la calle a vender todo lo que caiga en sus manos con tal de llevar algo de comida a su hogar”.
La comunidad de donantes, que suelen distribuir alimentos a los hogares rurales pobres, no han hecho lo mismo en pueblos y ciudades, pese a que ahora también hay personas que pasan hambre en esos ámbitos, observan activistas de la sociedad civil.
“Ya sea en las ciudades o en zonas alejadas, el hambre afecta a las personas comunes, y la mayoría de los donantes desde hace tiempo distribuyen alimentos en el campo y rara vez prestan atención a los pueblos y a las ciudades, que ahora también sucumben al hambre”, subrayó a IPS la directora de la Red de Acción para el Diálogo de Jóvenes, Catherine Mukwapati.
El persistente declive económico zimbabwense impidió que el país avanzara en la erradicación de la pobreza extrema y el hambre.
Por ello, a principios de este año, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), junto con el gobierno, amplió su programa de ayuda en efectivo a las zonas urbanas.
Como parte del programa, que comenzó a aplicarse en 2008, el año en que se agudizó la crisis interna, los hogares con ingresos inferiores a 1,25 dólares al día reciben entre 10 y 20 dólares mensuales, según el número de integrantes en la familia.[related_articles]
Economistas y especialistas en desarrollo locales sostienen que resulta utópico lograr los ODM sin alimento en las mesas de las familias, en especial en las ciudades, cuyos residentes rápidamente comienzan a pasar hambre.
“Ya sea en ciudades o en zonas rurales, Zimbabwe todavía tiene muchas personas que viven con menos de 1,25 dólares al día, monto que mide la extrema pobreza, en una clara señal de que como país estamos lejos de combatir el hambre y la pobreza, según los lineamientos de los ODM, cuyo plazo para cumplirlos vence el año que viene”, remarcó a IPS el especialista en desarrollo Obvious Sibanda.
Según el Índice de Desarrollo Humano 2014 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Zimbabwe es un país de bajos ingresos y con déficit alimentario, ubicado en el lugar 156 entre 186 países.
Según el PNUD, actualmente 72 por ciento de la población de Zimbabwe vive por debajo de la línea de pobreza. Y si bien el hambre afecta a las personas tanto en zonas urbanas como rurales, fuentes gubernamentales también reconocen que el problema se siente más en pueblos y ciudades.
“La desaparición del empleo formal, la mayoría en pueblos y ciudades, con muchas y muchos trabajadores realizando trabajos informales y mal remunerados, está directamente relacionado con la pobreza y el hambre”, reconoció a IPS un economista que trabaja en el gobierno, pero no quiso dar su nombre.
Para el gran número de personas que, como Madyira, pasan hambre en Zimbabwe, poco importa alcanzar los ODM a fines de 2015.
Editado por Phil Harris / Traducido por Verónica Firme