Los pequeños productores pueden recurrir a opciones como la intensificación agroecológica y la innovación, sin necesariamente echar mano de la agricultura inteligente, promovida por la ONU, que despierta dudas entre especialistas mundiales reunidos en esta ciudad italiana.
Para Allison Power, investigadora del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la estadounidense Universidad de Cornell, ese concepto es un paraguas que puede guarecer demasiados asuntos.
“Hay dos enfoques para aumentar la producción, la intensificación de la agricultura convencional y la agroecológica. Pero en los ultimos 20 años se ha duplicado la producción de alimentos, aunque problemas como la pobreza no se resuelven solo con eso”, dijo Power a IPS. [pullquote]3[/pullquote]
“Entonces, se requiere de la adaptación de pequeños productores con innovaciones basadas en la agroecología”, señaló la experta, una de las participantes en el XI Foro Internacional para Medios sobre la Proteccion de la Naturaleza, organizado por la red Greenaccord en la suroccidental ciudad italiana de Nápoles, del 8 al 11 de este mes.
Los productores familiares aportan casi 80 por ciento de los alimentos en el mundo. Si bien el planeta produce más comida que en cualquier otro momento de la historia, la ONU (Organización de Naciones Unidas) estima que más de 800 millones de personas pasan hambre.
El 23 de septiembre, la ONU lanzó en Nueva York la Alianza Global para la Agricultura Climática Inteligente, en el marco de la Cumbre sobre el Clima. Está compuesta por gobiernos, organizaciones no gubernamentales y grandes corporaciones.
La iniciativa incluye la conservación, la rotación de cultivos, la agrosilvicultura, mejores pronósticos del tiempo y un manejo integrado de la agricultura y la ganadería: Su objetivo pretende aumentar de modo ecológico la producción alimentaria, para así reducir las emisiones contaminantes.
El tema forma parte de la agenda del XI Foro, cuyo lema es: «Gente que construye el futuro. Alimentando el mundo. Alimentacion, agricultura y ambiente» . Además, se abordan asuntos como como la lucha contra el hambre, el papel de las corporaciones transnacionales y la adaptación de la agricultura al cambio climático.
En el encuentro organizado por Greenaccord, una red italiana de especialistas dedicada a la capacitación en asuntos ambientales, participan unas 200 personas entre periodistas, académicos, activistas y estudiantes, procedentes de 47 países.
Además, la agricultura inteligente despierta el recelo de académicos y agrupaciones de la sociedad civil porque puede dar pie al fomento de cultivos genéticamente modificados, vistos como una amenaza para la producción sostenible.
Para Stefano Padulosi, del Programa de Nutrición y Mercadotecnia de Diversidad de la no gubenamental Biodiversidad Internacional, los climas cambiantes y a perdida de riqueza natural requiere de un coctel de acciones.
“Es necesario fortalecer la resiliencia de los sistemas alimentarios y productivos y la adaptación al cambio climático. Urgen intervenciones en las granjas locales y el fortalecimiento de los bancos de semillas comunitarias”, dijo a IPS este especialista participante en el encuentro mundial de Greenaccord.
“Se puede construir capital local, enfrentar problemas y solucionarlos desde las comunidades y fortalecer las redes de actores locales”, planteó.
Su organización ejecuta programas de investigación agrícola y alimentaria para preservar el capital natural, mejorar el contenido nutricional de cultivos y la productividad en naciones en desarrollo.
El cambio climático, adujo Padulosi, puede afectar a la agricultura, al contraer la disponibilidad de agua, incrementar la temperatura del planeta, inundar zonas cultivables o propiciar la aparición de plagas.
Para el año 2050, la demanda de alimentos se expandirá 65 por ciento, mientras la población mundial llegará a 9.000 millones de personas.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) alerta de que el rendimiento agrícola neto podría bajar entre 0,2 y dos por ciento por década, incluso con un aumento de la demanda de 14 por ciento por decenio.[related_articles]
Para el estadounidense Gary Gardner, investigador del no gubernamental Worldwacht Institute, las medidas a adoptar deben tomar en cuenta a los campesinos, no hacerlo así “carecería de sentido”.
“Mayores esfuerzos serán necesarios para conservar los recursos y volvernos más eficientes en su uso. Pero grandes logros en eficiencia están disponibles para los productores, procesadores, empresas y consumidores”, apuntó el especialista IPS.
Gardner prepara un capítulo sobre las amenazas ocultas a la sostenibilidad para el reporte 2015 de Worldwatch Institute sobre el estado mundial.
La Organización para la Alimentacion y la Agricultura (FAO) indica que 11 por ciento del suelo del planeta está altamente degradado y 25 por ciento lo está de forma moderada.
Ese organismo calcula que las emisiones globales originadas por la agricultura, la silvicultura y otros usos del suelo rebasaron los 10.000 millones de toneladas de dióxido de carbono. En tanto, el depósito de ese gas en los sumideros agrícolas, forestales y de otras utilizaciones de la tierra superaron los 2.000 millones de toneladas.
La FAO anticipa que las emanaciones contaminantes podrían incrementarse 30 por ciento para 2050.
La agricultura provee de servicios ecosistémicos, como alimento, fibra, bioenergía y hábitat naturales, y al mismo tiempo se beneficia de ellos, otra razón más para promover las prácticas sostenibles.
“Tienen el potencial de aumentar la producción y la sostenibilidad. Se pueden optimizar prácticas como el mejoramiento genético de los cultivos, el manejo integrado de plagas y de nutrientes, el desarrollo de la agricultura de precisión y la gestión del suelo y el agua”, aconsejó Power.
Por su parte, Gardner plantea preservar el tamaño y la calidad de la tierra agricola y más rapidez en la promoción de la consevación de prácticas agricolas, así como desincentivar el uso descuidado de las tierras marginales.
Editado por Estrella Gutiérrez