La tormenta tropical Hudhud destrozó el oriental estado indio de Andrha Pradesh, donde viven dos millones de personas, al tocar tierra con vientos de 190 kilómetros por hora. Si bien no se pueden evitar las tormentas tropicales, sí existe una defensa natural para mitigar sus consecuencias: los manglares.
El ciclón destruyó el domingo 12 cables de electricidad y de teléfono, causó daños al aeropuerto y devastó casas con techo de paja, así como arrozales, plantaciones de banana y cañaverales en todo el estado.[pullquote]3[/pullquote]
En Japón, que todavía no se recupera del tifón Phanfone, la tormenta Vongfong trajo otra serie de lluvias torrenciales y vientos huracanados que se prolongaron hasta el lunes, en plena temporada de ciclones en Asia.
El gobierno de India prometió 163 millones de dólares de asistencia, pero algunos funcionarios sostienen que ni siquiera esa suma alcanzará para la recuperación del estado. Para las familias de las 24 personas fallecidas en Andhra Pradesh y en el vecino estado de Odissa, ningún dinero podrá compensar su pérdida.
Este desastre trae a la memoria el mortal tifón Haiyan, que dejó 6.000 personas muertas en Filipinas hace casi exactamente un año.
Los especialistas temen que no se le esté dando el valor que corresponde a los manglares.
El asunto se discutió en la 12 Conferencia de las Partes (COP 12) del Convenio sobre la Diversidad Biológica, que comenzó el 6 en la ciudad surcoreana de Pyeongchang y terminará este viernes 17. Mientras, los delegados evaluaron el avance del Plan Estratégico para la Biodiversidad 2011-2012 y las 20 Metas de Aichi, acordadas hace tres años en la ciudad japonesa de Nagoya.
Uno de los objetivos aceptados por la comunidad internacional fue mejorar y restablecer la resiliencia de los ecosistemas importantes para la adaptación y la mitigación del cambio climático.
Al respecto, según la última Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica (GBO-4), faltan esfuerzos y hay una “tendencia a avanzar en la dirección equivocada”.
En ningún ambiente eso es tan claro como en la preservación de los manglares; una sola hectárea puede almacenar hasta 1.000 toneladas de dióxido de carbón, la mayor cantidad por unidad de superficie de cualquier ambiente terrestre o ecosistema marino, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Un ecosistema complejo
Los manglares, un término genérico para los árboles y los arbustos de distintos tamaños que crecen en ambientes costeros salinos, existen en 123 países y cubren unos 152.000 kilómetros cuadrados.
Más de 100 millones de personas viven en los manglares aprovechando varios productos y servicios como la pesca y el agua potable. Esta vegetación, además, preserva el suelo de la erosión y de eventos climáticos extremos.
Los servicios que ofrecen los manglares representan entre 33.000 y 57.000 dólares por hectárea por año, según un estudio del PNUMA, “La importancia de los manglares: un llamado a la acción”, presentado en la 16 Reunión Global de los Convenios y Planes de Acción sobre los Mares Regionales, realizada en Atenas del 29 de septiembre al 1 de octubre.
El documento señala que los manglares “se destruyen de tres a cinco veces más rápido que el promedio de la pérdida forestal”. Las emisiones resultantes representan alrededor de una quinta parte de las que libera la deforestación. Los daños económicos consiguientes ascienden a entre 6.000 millones y 42.000 millones de dólares al año.
El cambio climático plantea una grave amenaza a los ecosistemas complejos y se prevé que se perderá entre 10 y 20 por ciento de los manglares para 2100, según el PNUMA.
La situación es especialmente grave en Asia meridional, donde para 2050 podrían desaparecer 35 por ciento de los manglares que había en 2000. La pérdida de los servicios de los ecosistemas por la destrucción de este ecosistema podría ascender a 2.000 millones de dólares al año entre 2000 y 2050.
Gracias a su complejo sistema de raíces, que actúa como barrera natural contra las tormentas, la intrusión del agua salada, las inundaciones y los tifones, los manglares son como una zona de contención para las comunidades vulnerables.
El año pasado, en esta época del año, el ciclón Phailin, una de las peores tormentas tropicales en pasar por India, dejó 364.000 casas dañadas, afectó a ocho millones de personas y dejó 53 muertos.[related_articles]
En octubre de 1999, el devastador ciclón de Odisha tocó tierra a 260 kilómetros por hora y dejó por lo menos 8.500 personas muertas y dos millones de viviendas destruidas; los daños ascendieron a 2.000 millones de dólares, según cifras oficiales.
Un estudio de impacto en los manglares realizado después de la tormenta, la más fuerte registrada en el océano Índico, concluyó que la aldea que tuvo la menor cantidad de pérdidas por hogar estaba protegida por esa vegetación.
Los científicos sostienen, por ejemplo, que los manglares pueden reducir la altura y la potencia de las olas entre 13 y 66 por ciento.
Reguladores del recalentamiento global
Jacqueline Alder, directora de ecosistemas marinos y de agua dulce de la División Implementación de la Política Ambiental del PNUMA, explicó a IPS que un análisis costo beneficio en la estado insular de Fiyi concluyó que rinde más plantar manglares que construir un dique de 1, 8 metros de alto.
“Regenerar una hectárea de manglares cuesta unos 7.500 dólares y es un emprendimiento peligroso”, indicó Jagannath Chatterjee, del Centro Regional para la Cooperación para el Desarrollo, que trabaja con las comunidades costeras para regenerar manglares en Odisha, uno de los estados indios más vulnerables a los tifones.
Además, atribuyó la destrucción del resto de los manglares a la “mafia de la madera”, que planta cultivos comerciales.
Si se liberara todo el dióxido de carbono almacenado en los manglares sería como las emisiones de un automóvil que recorre 650 veces 26 millones de kilómetros, según cálculos del PNUMA.
Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Verónica Firme