Tras terminar con victoria la lucha de casi una década contra HidroAysén, un proyecto que pretendía construir cinco grandes centrales hidroeléctricas, la Patagonia chilena se apresta a dar una nueva batalla: frenar el avance silencioso de otra represa sobre el río Cuervo.
Esta central se emplazaría en un área despoblada, en el entorno del lago Yulton, en la región de Aysén, el paraíso hídrico de Chile. Su objetivo es aliviar la precariedad que desde hace décadas tiene el país en su oferta de energía y que lo mantiene en acelerada búsqueda de diversificar, aumentar y consolidar la matriz del sector.
Sin embargo, el proyecto de Cuervo resulta “mucho menos viable que el de HidroAysén, por razones ambientales, de riesgos y técnicas”, aseguró a Tierramérica el coordinador de la coalición ciudadana Aysén Reserva de Vida, Peter Hartmann, en una opinión común entre los ambientalistas de esta región.
El gran temor de los opositores al nuevo gran proyecto hidrológico es que su aprobación se allane, a modo de moneda de cambio, tras el rechazo definitivo a HidroAysén por el gobierno de la socialista Michelle Bachelet, el 10 de junio. El visto bueno se favorecería, además, por un dictamen de la justicia que el jueves 21 dio un espaldarazo a la central de Cuervo.
El Proyecto Central Hidroeléctrico Cuervo lo desarrolla Energía Austral, una empresa mixta de los grupos Glencore, de Suiza, y Origin Energy, de Australia. Se emplazaría en la naciente del río, a unos 45 kilómetros de la ciudad de Puerto Aysén, la segunda urbe de la región después de Coyhaique, la capital.
Promete una capacidad de generación total de aproximadamente 640 megavatios, con el potencial de reducir la emisión anual de cerca de 1,5 millones de toneladas de dióxido de carbono por parte del Sistema Interconectado Central de Chile (SIC).
Su línea de transmisión, aún no confirmada, analiza las opciones de un trazado submarino y otro aéreo-submarino.
En 2007, la Comisión Regional del Medio Ambiente rechazó un primer estudio de impacto ambiental presentado por la compañía.
Dos años después, Energía Austral introdujo un nuevo Estudio de Impacto Ambiental, esta vez para la construcción de un complejo hidroeléctrico que suma dos centrales más: Río Blanco, de 360 megavatios y Lago Cóndor, de 54 megavatios, a desarrollarse posteriormente.
“Cuervo apareció cuando estaba el auge de HidroAysén y en la Campaña Patagonia Sin Represas, la de río Cuervo fue segunda prioridad”, afirmó Hartmann, también director regional del Comité Nacional Pro Defensa de la Flora y Fauna.
“Al principio hubo un seguimiento bastante acucioso al proyecto desde el ámbito legal, pero nos quedamos sin fondos y todas las prioridades fueron a HidroAysén y no a río Cuervo”, añadió.
Según los expertos, la central de Cuervo implicaría un riesgo que trasciende lo ambiental, pues proyecta su construcción sobre la falla geológica Liquiñe-Ofqui, una zona conformada por conos volcánicos activos.
Por ejemplo, el volcán Hudson registró en octubre de 2011 un proceso eruptivo menor que mantuvo a la zona en alerta roja, y está ubicado “detrás de la zona donde se emplazaría la central Río Blanco”, precisó Hartmann.
“Energía Austral hace todo lo posible por no mencionar al volcán Hudson, porque sabe en lo que se está metiendo”, añadió.
En respuesta a esto, la empresa ha insistido que la central “será segura ante fenómenos naturales, como sismos y erupciones volcánicas”. Añade que “la presencia de fallas geológicas no es una realidad exclusiva de Cuervo”.
Más aún, asegura que en Chile y en el mundo existen muchas experiencias de obras que se emplazan sobre alguna falla geológica o en las cercanías de un volcán y que han operado con normalidad aún después de un evento sísmico.
En 2013, las autoridades nacionales aprobaron la construcción de Cuervo. Pero unos días después, la Corte Suprema de Justicia acogió un recurso de protección presentado por organizaciones ecologistas y ciudadanas, y ordenó un estudio integral sobre los riesgos de su construcción.
El 21 de este mes, la Corte finalmente ratificó por unanimidad las autorizaciones ambientales dadas por las instancias del Ejecutivo, lo que facilitaría la aprobación del gobierno, para equilibrar su rechazo a HidroAysén.
“El Estado no es neutral respecto a los proyectos de energía, porque nosotros estamos interesados en que se hagan los proyectos que nos ayuden a salir del déficit de infraestructura que tenemos”, declaró en junio el ministro de Energía, Máximo Pacheco.[related_articles]
En julio añadió que “Chile no puede sentirse cómodo con una participación tan baja de la hidroelectricidad en nuestra matriz energética, tratándose de una fuente limpia y abundante en nuestro país”.
Chile cuenta con una capacidad instalada de aproximadamente 17.000 megavatios. Del total, 74 por ciento está en el SIC, 25 por ciento en el Sistema Interconectado Norte Grande y menos de uno por ciento en los sistemas medianos de las Regiones de Aysén y Magallanes.
Según el Ministerio de Energía, se prevé que la demanda eléctrica chilena llegue en 2020 a los 100.000 gigavatios. Para atenderla, se requiere incorporar 8.000 megavatios de capacidad instalada al sistema.
Chile importa 60 por ciento de la energía primaria que consume. La hidroelectricidad aporta 40 por ciento de la oferta y el resto los combustibles fósiles y contaminantes, a través de centrales termoeléctricas.
En la actualidad, 62 por ciento de los proyectos en construcción son térmicos. Además, 94 por ciento de la capacidad térmica en construcción es a carbón.
El secretario regional de Energía, Juan Antonio Bijit, afirmó a Tierramérica que, más allá del enorme potencial hídrico que posee Aysén, “si uno analiza la matriz de energía, está bastante cargada a la termoelectricidad, por lo tanto, se ve como lo más lógico aumentar por el lado de energía hidroeléctrica”.
Precisó que la región de Aysén “posee actualmente una generación de energía del orden de 40 megavatios, que solo alcanza para el consumo interno”.
Sin embargo, dijo, “nuestro potencial es bastante grande” en el área de la hidroelectricidad, pero también en energía eólica e incluso fotovoltaica.
“La capacidad de generación es bastante grande en la región. Sin embargo, hay que ver para qué se va a generar y cómo lo vamos a hacer”, afirmó.
Bijit advirtió que “hay que analizar con la comunidad” los aportes de energía que se hagan al resto del país.
“No podemos hacer cosas entre cuatro paredes, por lo que debemos conversar con la gente. Así se hizo en un taller previo a la decisión que se tomó sobre HidroAysén y ahora lo estamos haciendo con el proyecto de Energía Austral y otros”, puntualizó.
“La idea es que la gente sea partícipe de lo que se está haciendo o se debe hacer en el área energética”, señaló.
Editado por Estrella Gutiérrez
Este artículo fue publicado por la red latinoamericana de diarios Tierramérica