Kenia recupera un bosque, y muchos ganan dinero y calidad de vida

Recuperación del bosque empobrecido de Kasigau, en el sudeste de Kenia. Cortesía: Wildlife Works

Cuando Mercy Ngaruiya se mudó a esta localidad del sudeste de Kenia en 2004 se encontró con un bosque empobrecido, como consecuencia de años de la tala de árboles y quema de sus matorrales. 

En aquel entonces los índices de pobreza y desempleo eran altos, limitado el suministro de agua potable y mediocres los servicios de educación y salud, agregó.

Lo recuerda muy bien Mike Korchinsky, presidente de Wildlife Works, una empresa de gestión y desarrollo de proyectos para la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD+), un mecanismo que forma parte de los planes de acción adoptados  dentro de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

«Cuando llegué aquí, se podía oír el sonido de las hachas porque la gente talaba los árboles constantemente”, señaló a IPS.

“La tala de árboles es doblemente alarmante porque hay una emisión inmediata cuando el carbono que se almacenó en el bosque durante siglos se libera a la atmósfera, y entonces no hay nada para capturar el carbono que producen las actividades humanas”, explicó Korchinsky.

Escondida entre Tsavo del Este y Tsavo del Oeste en el distrito de Voi, 150 kilómetros al noroeste de la ciudad costera de Mombasa, la zona de Kasigau resurge lentamente de las cenizas a medida que prospera su economía verde.

La zona de aproximadamente 100.000 habitantes crece a medida que comienza a dar resultado el Corredor de Kasigau, una iniciativa de REDD+ que Wildlife Works implementó en 2004.

«Las cosas están cambiando desde que mis paisanos aceptaron la conservación del medio ambiente. El entorno sigue mejorando «, afirmó Ngaruiya.

El dosel arbóreo a lo largo del Corredor de Kasigau está en proceso de regeneración y el proyecto de REDD+ empoderó a miles de residentes para que abandonen la destrucción del bosque y adopten medios de vida sostenibles.

Actualmente, el proyecto de REDD+ de Kasigau genera más de un millón de dólares anuales por la venta de carbono, a unos ocho dólares por tonelada, en la Bolsa de Carbono de África, con sede en Nairobi.

Una tercera parte de lo obtenido se destina al desarrollo del proyecto y se reinvierte en iniciativas ecológicas de generación de ingresos, como la fabricación de ropa, que se vende dentro y fuera de fronteras, la agrosilvicultura y la producción artificial de carbón, entre otras actividades.

El bosque de Kasigau prospera gracias a los esfuerzos de conservación y la aplicación de un proyecto de REDD+. Cortesía: Wildlife Works
El bosque de Kasigau prospera gracias a los esfuerzos de conservación y la aplicación de un proyecto de REDD+. Cortesía: Wildlife Works

Otra parte de las ganancias también se distribuye directamente a los propietarios de la tierra de la localidad.

«Ya no necesitamos talar árboles para hacer carbón. Usamos el biogás y el carbón ecológico a base de hojas podadas. Cocinamos y a la vez conservamos los árboles”, explicó Nicoleta Mwende, una habitante de Kasigau, a IPS.

El proyecto de REDD+ ofreció soluciones reales y directas para la mitigación de la pobreza, aseguró el jefe Pascal Kizaka, el administrador de Kasigau.

«Además de la conservación, parte de las ganancias permitieron la construcción de 20 modernas aulas en las escuelas locales, becas para más de 1.800 alumnos, un centro de salud y una industria, lo cual mejoró nuestro nivel de vida”, afirmó Kizaka.

El de Kasigau es el primer proyecto de REDD+ verificado en Kenia donde la población de la zona gana dinero con la conservación de sus recursos naturales.

La comercialización de los bonos o créditos de carbono está una etapa incipiente en Kenia, pero el futuro es prometedor, según Alfred Gichu, especialista en cambio climático forestal del Servicio Forestal de Kenia, un organismo estatal que conserva y administra los bosques.

Kenia tiene 16 proyectos de bonos de carbono activos y registrados, mientras que 26 más están en proceso.

«De esos 26, 19 son de energía, como la Compañía de Desarrollo Geotérmico, y siete implican proyectos de reforestación”, explicó Gichu. El gobierno tiene un interés primordial en incluir el bosque Mau, en el valle del Rift, en el comercio de bonos de carbono, añadió.

Las políticas de conservación de bosques de Kenia tuvieron mucho éxito, según el informe «Historias de Éxito en Deforestación 2013», de la organización estadounidense Iniciativa para los Bosques Tropicales y el Clima.

El informe menciona al proyecto de REDD+ del Corredor de Kasigau como un gran éxito e indica que los ingresos generados por la venta de bonos voluntarios de carbono alcanzaron 1,2 millones de dólares a fines de 2012.

Alguna de las medidas que favorecieron la expansión de la masa forestal en Kenia fueron la promoción de la plantación de árboles en las granjas, escuelas y otras instituciones públicas, la prohibición de la tala en los bosques públicos y la sensibilización al respecto que impulsaron el gobierno y los conservacionistas privados, según el «Informe sobre la disparidad en las emisiones”, publicado en 2013 por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Pero Kenia también presenta obstáculos para el desarrollo de los proyectos de REDD+.[related_articles]

Moses Kimani, el director de la Bolsa de Carbono de África, señala que la falta de experiencia y de fondos son algunos de los principales retos que enfrenta el desarrollo del comercio de bonos de carbono.

«Además de las políticas malas y los marcos legislativos débiles, muchos proyectos de créditos de carbono en Kenia y África carecen de la experiencia y los fondos necesarios», aseguró Kimani a IPS.

Durante la conferencia de cambio climático que la Organización de las Naciones Unidas celebró en Polonia en 2013, los participantes acordaron un marco para la REDD+ y prometieron una financiación de 280 millones de dólares.

Pero los ecologistas lamentan la falta de mecanismos que permitan que esos fondos de adaptación alcancen a las poblaciones locales.

El conservacionista John Maina dice que los kenianos que gestionan estos proyectos pierden frente a los intermediarios porque la falta de conocimiento les hace vender el carbono a precios irrisorios.

«El gobierno, la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales deben trabajar juntos para fortalecer las normas y sensibilizar a los keniatas sobre los proyectos de carbono y cómo pueden acceder a la financiación”, dijo Maina a IPS.

Editado por Nalisha Adams / Traducido por Álvaro Queiruga

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