La creciente crisis ucraniana coloca a Turquía en una difícil posición diplomática. Ankara tiene en juego los compromisos con sus aliados occidentales y sus parientes culturales, los tártaros de Crimea, que se contraponen a su relación económica y política con Moscú.
El dilema diplomático de Turquía se agudizó a principios de mayo cuando se disparó la tensión entre los tártaros, de origen étnico turco, y Moscú tras la expulsión del líder tártaro Mustafá Jemilev de la península de Crimea, recientemente anexada por Rusia.
Los tártaros realizaron varias manifestaciones para que se levantara la prohibición contra Jemilev, pero los funcionarios rusos locales respondieron con la amenaza de enjuiciar a los dirigentes tártaros y de prohibir las actividades de Mejlis o Congreso del Pueblo, el órgano representativo de los tártaros de Crimea.
Antes de las protestas, Jemilev buscó el apoyo de Ankara. “Le dije al gobierno turco que tengo prohibida la entrada a Crimea bajo pretextos ficticios”, declaró Jemilev el 3 de mayo a los medios de comunicación de Kiev.
Ankara efectivamente intercedió por los tártaros, pero mediante una declaración cuidadosamente redactada, lo que indica que Turquía no desea enojar a su poderoso vecino ruso.
“Esperamos que el órgano legítimo de los tártaros de Crimea reciba el respeto que se merece”, declaró el Ministerio de Relaciones Exteriores turco el 5 de mayo. El comunicado también criticó el destierro de Jemilev.[pullquote]3[/pullquote]
«Turquía está tomando una actitud cautelosa”, observó el especialista en política exterior turca Sinan Ülgen, un profesor visitante del centro de investigación Carnegie, con sede en Bruselas.
«Por un lado, le da importancia a la integridad territorial de los estados nación, tiene parentesco con los tártaros de Crimea y es miembro de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte)”, continuó Ülgen.
“Pero, por otro lado, tiene un profundo vínculo económico con Rusia y, además, hay una relación personal entre (el presidente ruso, Vladimir) Putin y (el primer ministro turco, Recep Tayyip) Erdogan. Por eso no se aventuró tanto como Estados Unidos en cuanto a la imposición de sanciones contra Rusia”, agregó.
La cautela exhibida hacia los tártaros de Crimea no es característica de Erdogan, que se enorgullece de su reputación de temerario, sobre todo cuando se trata de defender a los musulmanes en el extranjero. Pero el gobierno turco afirma que su estrategia con Rusia está funcionando.
Ankara cita como ejemplo el decreto de Putin del 21 de abril, por el cual rehabilitó a los tártaros reprimidos por el dictador soviético José Stalin y prometió el “renacimiento nacional, cultural y espiritual” de los grupos minoritarios de Crimea.
En una medida que fue interpretada como un gesto de buena voluntad hacia Moscú, la aerolínea de bandera turca Turkish Airlines anunció que reanudará los vuelos a Crimea en junio.
Una investigación sobre las presuntas “extensas actividades ilegales” de los tártaros de Crimea también genera interrogantes en Turquía sobre el enfoque que adoptó Ankara.
Jemilev “tiene el potencial de convertirse en un bochorno político para el gobierno” turco, señaló Semih Idiz, columnista especializado en diplomacia del diario Taraf. “Erdogan dijo que discutió el tema con Putin y… Moscú dijo que tendrá más cuidado al respecto, pero el líder de los tártaros de Crimea está expatriado y no hay nada en verdad que Ankara pueda hacer”, opinó.[related_articles]
Un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Turquía no pudo ser contactado para hacer comentarios.
El peso que tiene Moscú sobre Ankara procede del gas natural. En 2013, Turquía recibió aproximadamente 60 por ciento de sus importaciones de gas natural de Rusia, según la Agencia Internacional de Energía.
“Estoy seguro de que Turquía no puede iniciar una nueva guerra fría”, afirmó Umut Uzer, profesor adjunto de relaciones internacionales de la Universidad Técnica de Estambul. “El hecho de que Turquía sea tan dependiente del gas natural de Rusia” significa que Ankara “definitivamente tiene que tener eso en cuenta”, planteó.
Todo hace prever que esa dependencia continuará en el futuro. “Dado que nuestras centrales hidroeléctricas fracasaron por completo en la producción de electricidad a causa de la sequía, incluso en el verano, cualquier corte en el suministro” de gas “podría tener un efecto drástico en la economía turca”, advirtió Atilla Yesilada, especialista político de la consultora Global Source Partners, de Estambul.
La crisis de Ucrania hace que los estados de la Unión Europea (UE) procuren reducir su dependencia energética de Rusia, lo que presenta a Ankara la oportunidad de ampliar su papel como país de tránsito.
El gasoducto Trans Anatolia, de reciente inauguración, atravesará Turquía para transportar anualmente 16.000 millones de metros cúbicos de gas de Azerbaiyán a Grecia, Italia y los Balcanes. Habría más proyectos en camino, si Ankara pudiese actuar según su deseo.
“Turquía desearía convertirse en un centro regional energético de la región”, explicó Emre Iseri, profesor adjunto de relaciones internacionales de la Universidad de Izmir Yasar.
Para Turquía hay dos obstáculos importantes que le impiden realizar esos proyectos de gasoductos, los altos costos y los intereses de Rusia. Es claro que Moscú prefiere mantener su fuerte posición energética en Turquía y la UE.
En abril, por ejemplo, Alexander Medvedev, subdirector de Gazprom, la empresa estatal rusa y la mayor productora mundial de gas natural, se reunió con el ministro de Energía turco, Taner Yildiz, para considerar la ampliación de las exportaciones de la compañía al territorio turco.
Turquía importa actualmente 26.610 millones anuales de metros cúbicos de gas natural de Gazprom, lo que le convierte en el segundo mercado de la petrolera rusa, detrás de Alemania, con 40.180 millones.
En última instancia, Putin podría doblegar a Ankara. “La pregunta crucial es qué quiere hacer Putin”, expuso Yesilada. “¿Piensa permanecer solo en Ucrania oriental o tiene planes para el Cáucaso? ¿Quiere integrar (al aliado turco) Azerbaiyán de nuevo a la esfera de influencia de Rusia?”, inquirió.
De momento, solo Putin sabe las respuestas a estas preguntas. Según sus opciones, Turquía podría verse obligada a endurecer el tenor de sus relaciones con Rusia.
Dorian Jones es un periodista independiente que vive en Estambul. Este artículo fue publicado originalmente en EurasiaNet.org.