Carrera para salvar la industria bananera del Caribe

Un agricultor muestra el daño causado por una tormenta en sus cultivos de banano. Crédito: Desmond Brown/IPS

Cuando el huracán Dean azotó Dominica el 16 de agosto de 2007, dejó una estela de destrucción y muerte, y diezmó la vital industria bananera del país.

Siete años después, el sector agrícola dominiqués sigue siendo vulnerable a los desastres naturales y a la variabilidad climática. Cada año, productores de este estado insular caribeño pierden una significativa parte de sus cultivos y ganado en la temporada de huracanes, que dura seis meses.

“Nuestro primer gran huracán fue David, en 1979, que azotó todo el país. Todo se vino abajo”, dijo a IPS el ex primer ministro Edison James (1995-2000), él también agricultor.

“Desde entonces sufrimos tormentas y huracanes de tanto en tanto, lo que ha causado daños de variada magnitud. A veces tenemos una destrucción de 90 por ciento de las plantaciones, en particular de banano y aguacate, y todos los cultivos arbóreos en general”, añadió.

La industria bananera es una fuente clave de divisas para muchos países caribeños, entre ellos Dominica.

La isla produce aproximadamente 30.000 toneladas del fruto al año, obteniendo unos 55 millones de dólares. Las vecinas Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas, que venden en forma conjunta su producción bajo la misma marca, Windward Islands Banana, ganan un promedio de 68 millones de dólares anuales.

La industria bananera es también el segundo sector que más provee de empleo a los dominiqueses, después del público. En este país hay al menos 6.000 productores, que a su vez brindan trabajo a muchas otras personas.

Pero investigaciones científicas han demostrado que los más leves incrementos en las temperaturas pueden afectar la producción bananera o incluso acabar con ella.

James optó por el multicultivo desde hace ya una década. No obstante, sufrió grandes pérdidas en sus plantaciones de banano, plátano, coco, quimbombó y otros.

El ex primer ministro dijo que esto se debió a las lluvias que azotaban en forma impredecible a este país, irónicamente conocido por sus muchos ríos y su abundancia de agua.

También “hay sequías de tanto en tanto, y muy intensas en áreas como Woodford Hill y Londonderry”, dijo a IPS.

Tan intensas han sido las sequías que “el país se vio obligado a adoptar sistemas de irrigación”, explicó James. “El viento y las sequías han sido los factores climáticos que más nos afectan aquí en Dominica”.

Rupert Lay, especialista en recursos hídricos para el proyecto Reducción de Riesgos para el Capital Humano y Natural frente al Cambio Climático, de la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECO), dijo que las pérdidas agrícolas eran cada vez más comunes en la región.

“El cambio climático y la variabilidad están distorsionando el modus operandi de los agricultores, y como consecuencia sus volúmenes de producción son impredecibles y esporádicos”, dijo a IPS.

“Las variaciones en la producción son amplias, desde cosechas óptimas hasta cero rendimiento, y esto no solo se aplica a los cultivos, sino también a la ganadería”, añadió.

El Banco Mundial informó que la contribución de la agricultura al producto interno bruto (PIB) de Dominica cayó sistemáticamente con cada desastre natural, y el sector nunca pudo recuperarse a sus niveles óptimos.

[related_articles]La mayor parte de esta caída se atribuye a la pérdida de cultivos, y específicamente a la disminución de la producción bananera.

Según datos del Banco Mundial, la producción agrícola respondió por 12,2 por ciento del PIB, y todo el sector habría caído 10,6 por ciento en 2010, luego de haber experimentado un crecimiento de 1,5 por ciento en 2009.

Los cultivos se vieron severamente afectados por la gran sequía de 2010, indicó el organismo multilateral, y la caída de la agricultura fue particularmente marcada desde el huracán Hugo en 1989.

El ministro de Ambiente, Kenneth Darroux, lamentó el hecho de que Dominica, que podría ser autosuficiente y hasta abastecer a naciones vecinas, hoy no tiene otra opción que importar productos agrícolas, lo que constituye una carga para su economía y una amenaza para su seguridad alimentaria.

Es necesario adoptar «medidas de adaptación para crear resiliencia» ante el recalentamiento planetario y para que «el agricultor tenga mayor capacidad de mantener niveles predecibles de producción, lo que le permitirá proteger sus formas de sustento», dijo Lay a IPS. 

El ministro subrayó la importancia de una mejor gestión agrícola, de planes de control de pestes y de desarrollo del sector. 

El primer ministro Roosevelt Skerrit dijo que la vulnerabilidad de Dominica al cambio climático se exacerbó por su particular estructura socioeconómica y su alta concentración de infraestructura en la costa. 

«No hay que subestimar la presión adicional que el cambio climático ejerce sobre los sistemas ecológico y socioeconómico», dijo Skerrit. 

«Se prevé que el cambio climático será severo, si no catastrófico, con consecuencias a mediano plazo en todos los sectores, como infraestructura, agricultura, energía, asentamientos humanos y agua, si no se toman acciones inmediatas para reducir 50 por ciento las emisiones de gases invernadero para 2050 respecto de los niveles de 1990», añadió. 

«El cambio climático es claramente el gran desafío para el desarrollo del siglo XXI», dijo Skerrit. 

El primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, dijo a IPS que los países de la región debían fortalecer sus lazos institucionales para afrontar el impacto del recalentamiento planetario. 

«Hay varias dimensiones del cambio climático, y claramente la más inmediata para nosotros es cómo hacemos para prepararnos mejor ante desastres nacionales y nos recuperamos de estos, y cómo fortalecemos nuestras disposiciones institucionales en el marco de las crecientes vulnerabilidades de la frecuencia e intensidad de los desastres naturales», dijo a IPS. 

«Nosotros no contribuimos mayormente al cambio climático, causado por los seres humanos, pero estamos en la primera línea» de sus efectos, añadió Gonsalves. 

«Se habla mucho de dar dinero para adaptación y mitigación, pero todavía no hemos visto esos fondos. Hay algunos recursos limitados que salen del Banco Mundial, pero las sumas prometidas… todavía no han sido entregadas», dijo a IPS. 

Gonsalves señaló que la región debe hacer en este tema un trabajo mucho más coordinado. «Tenemos muchos aliados. Ahora los británicos se están tomando muy en serio lo que está sucediendo aquí», expresó.

 

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