Desplazados no tienen cómo escapar del frío en Pakistán

Refugiados que escapan del Talibán y de las operaciones militares se esfuerzan por cocinar una comida caliente y así mantener el frío a raya. Crédito: Ashfaq Yusufzai/IPS.

Mientras la temperatura cae a cero grado, un escalofrío recorre las espaldas de gente como Rasool Kan, en el campamento de desplazados de Jalozai, en Pakistán. Amontonados en tiendas diminutas, con apenas una cobertura de plástico sobre sus cabezas, sin nada que les dé calor,  pasan noches en vela sumidos en el amargo frío.

“Mis dos hijos están enfermos del pecho”, dice a IPS este hombre de 44 años, que vive en el campamento con 10 familiares. “Ya estábamos rodeados de muchos problemas, pero este tiempo helado ha vuelto todo más precario”, cuenta.

El campamento de Jalozai, con un crecimiento descontrolado, se ubica cerca de Peshawar, en Jyber Pajtunjwa (antigua Provincia de la Frontera Noroccidental). Allí viven desplazados de las vecinas Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA), en el norte del país.

“Los niños y los ancianos se están enfermando”, dice Kan, quien dejó su hogar en la agencia de Jyber, en las FATA, en agosto de 2012.

“Permanecemos en tiendas muy desgastadas, que no logran protegernos del frío”, agrega el jornalero.

En abril de 2012, el gobierno lanzó una operación militar contra el movimiento extremista Talibán en la agencia de Jyber. Unos 200.000 residentes huyeron y se refugiaron en el campamento de Jalozai.

El establecimiento alberga a 60.765 personas, de 12.580 familias. Como si dejar sus hogares y sus raíces atrás no hubiera sido suficiente, ahora el invierno vuelve sus vidas aún más miserables.

Los médicos sostienen que 90 por ciento de los habitantes del campamento padecen enfermedades relacionadas con el frío, como congestión respiratoria, dolor de garganta y fiebre.

“Su continúa la exposición al tiempo seco y helado, aparejada con la ausencia de gas y leña para calentarse, los ha dejado a merced de un tiempo implacable. El agua helada no se puede usar en absoluto”, dice el médico Samiullah Kan.

Las mujeres y los niños son los más perjudicados, añade.

“Del 1 al 22 de enero examinamos a 7.548 niños y a 6.587 mujeres. El invierno extremo es responsable de su situación”, sostiene.

Las condiciones meteorológicas se volvieron particularmente adversas tras comenzar 2014. En los días más fríos,  el 11 y el 12 de este mes, se registraron temperaturas de dos grados bajo cero. Difícilmente las tiendas cubiertas con plástico podrían ofrecer protección contra semejante inclemencia.

El médico Mahmood Ali, quien trabaja en el distrito de Bannu, cerca de Waziristán del Norte, cita datos de esa agencia para decir que, “aparte de tos, gripe y otras enfermedades generadas por el invierno, la gente también ha contraído enfermedades originadas en (la mala calidad del) agua, como diarrea y disentería”.

El frío baja la inmunidad de las personas, volviéndolas más vulnerables a las enfermedades.

[related_articles]“La población de desplazados no tiene una protección adecuada”, dice Ali Akbar, quien llegó a Jalozai después de que las Fuerzas Armadas empezaron las operaciones contra el Talibán en su natal agencia de Bajaur, en 2008.

En el campamento viven 2.351 familias de Bajaur, una de las siete agencias de las FATA.

El Comité Nacional para el Manejo de Desastres dice que 2,1 millones de personas abandonaron sus hogares debido a la violencia del Talibán y a las posteriores operaciones militares en las FATA. Viven en campamentos o en casas alquiladas en Jyber Pajtunjwa.

Ghufrana Bibi, de la agencia de Waziristán del Sur, quien llegó al campamento hace dos años, dice que sus siete hijos se han enfermado.

“Tienen fiebre. Nos faltan mantas y ropas abrigadas, y no hay electricidad”, explica Bibi, de 52 años.

Bibi relata que perdió a su esposo durante el bombardeo de 2011, y que entonces sus hijos eran demasiado pequeños para trabajar. “Dependemos de las magras instalaciones de salud del campamento, porque no podemos pagar tratamientos privados”, dice.

Para la mayoría, el alivio solo llegará cuando acabe el invierno boreal.

“No hay esperanza de asistencia médica. Nuestra única esperanza es que el tiempo se vuelva más cálido”, dice Abdul Wadood, quien está en el campamento desde 2011.

Wadood, de 55 años, señala que la gente afluye en bandadas a ver a los médicos del campamento cada mañana.

Los desplazados del distrito de Dera Ismail Kan, cerca de la agencia de Waziristán del Sur, enfrentan problemas similares.

“La gente acude en bandadas a nuestro hospital a causa del frío severo. Les prescribimos medicinas y les pedimos que se mantengan calientes, pero ellos simplemente no tienen cómo”, dice el médico Abdul Malik, quien trabaja en el hospital distrital de Dera Ismail Kan.

Los residentes del campamento dicen querer desesperadamente que la insurgencia termine, para poder volver a sus aldeas ancestrales.

“La única manera de poner fin a nuestros sufrimientos es la repatriación a nuestras aldeas. Necesitamos la paz para volver lo más pronto posible”, dice Shafique Afridi, quien vive en el campamento de Jalozai, en diálogo con IPS.

Tiene 54 años y era comerciante en la agencia de Jyber, y cuenta que tenía una precaria vivienda de barro, pero por lo menos protegía a su familia del frío. “Aquí no tenemos nada. Enfrentamos el invierno y el verano sin electricidad. En la aldea usábamos leña para mantenernos calientes, pero aquí no podemos hacer eso”, se lamenta.

Este funcionario del campamento Faisal Kan dice que distribuyeron equipos de invierno. “Le dimos a cada familia cinco mantas, dos colchas y cinco colchones”, señala. Sin embargo, admite que, simplemente, eso no alcanzó.

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