Los enfrentamientos entre agricultores y ganaderos por el agua menguante de la cuenca del río Pangani, en el nororiente de Tanzania, son cada vez más frecuentes.
En la última década, comunidades de pastores masái de las áreas norteñas de Moshi y Arusha, se asentaron en la cuenca en busca de agua y pasturas para sus decenas de miles de cabezas de ganado.
Según Hafsa Mtasiwa, comisionada del distrito de Pangani, los territorios tradicionales de los masáis están agotados por el excesivo pastoreo y uso de los recursos hídricos. En los últimos tres años se mudaron a la cuenca 2.987 pastores, con 87.132 vacas y 98.341 cabras, destruyendo tierras arables, dijo a IPS.
Aunque el gobierno de esta nación del oriente africano intenta controlar la afluencia de población a la cuenca, falta coordinación política entre las autoridades regionales para conseguirlo.
“Es un asunto muy complejo, cuya solución requiere consenso general entre los grupos en pugna. No se puede simplemente ahuyentar a los ganaderos. Debemos educarlos sobre la necesidad de respetar los derechos de los demás”, dijo Mtasiwa.
La cuenca del río Pangani, de unos 44.000 kilómetros cuadrados, ya está exigida al máximo, pues sus aguas y ecosistemas son objeto de continua demanda.
Según la Iniciativa del Agua y la Naturaleza, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la cuenca tiene 3,4 millones de habitantes, y “80 por ciento dependen de la pequeña agricultura. Los ecosistemas están en declive y, como los recursos acuáticos proveen hasta 25 por ciento de los ingresos de los hogares en parte de la cuenca, los más pobres son los más afectados por la escasez de agua».
Según estadísticas de la Agencia Meteorológica de Tanzania (TMA), en los últimos 10 años las precipitaciones se redujeron drásticamente en muchas partes de la cuenca del río Pangani. Algunas áreas que hace una década registraban 990 milímetros de lluvias, ahora reciben casi la mitad.
“Los impactos del cambio climático son muy difíciles de prever, siguen cambiando cada tanto. Pueden empezar con una sequía y luego virar abruptamente a inundaciones. Lo importante es que la gente se adapte”, dijo por teléfono a IPS la directora general de TMA, Agnes Kijazi.
El proyecto Clim-A-Net, para desarrollar conocimientos científicos sobre el cambio climático, sostiene en su sitio web que “casi 90 por ciento del flujo superficial en la cuenca del Pangani se usa para riego y generación hidroeléctrica”.
[related_articles]“Pasamos noches sin dormir solo para hallar agua. La poca que conseguimos se la damos al ganado. Hemos perdido tantas vacas… La población de aquí también debería entender nuesta situación”, dijo a IPS el joven masái Vincent Ole Saidim, habitante de Pangani.
Pero los agricultores se quejan porque los animales ingresan a sus predios y destruyen los cultivos y las instalaciones de riego.
“Estos masáis son muy egoístas, piensan que siempre tienen razón, aun cuando destruyen las vidas de otras personas. No los soporto; deberían volverse al lugar al que pertenecen”, dijo a IPS el agricultor Mwasiti Isinika.
Otros habitantes de la región explican que en los últimos seis meses escalaron las tensiones entre agricultores y ganaderos, y muchos temen que el conflicto se prolongue.
El último incidente ocurrió en agosto en la aldea de Makenya, una comunidad de 600 habitantes a unos 19 kilómetros de la ciudad de Pangani.
La refriega se desató cuando 24 pastores intentaron tomar la fuente central de agua de la aldea para dar de beber a sus animales. Los aldeanos, agricultores, se las arreglaron para expulsarlos y no hubo muertos.
Dos años atrás, en la aldea de Mbuguni, a unos 18 kilómetros de la ciudad de Pangani, guerreros masái indignados mataron a machetazos a cuatro agricultores que intentaban impedir que una manada pisoteara sus cultivos de maíz.
Omar Kibwana, funcionario del gobierno local en Mbuguni, dijo a IPS que el conflicto se ha extendido porque las autoridades son reticentes a establecer límites entre agricultores y pastores.
“Esta cuestión se habría resuelto hace mucho tiempo si hubiera habido una demarcación clara”, señaló.
El Consejo del Agua de la Cuenca del Pangani asegura estar al tanto de estos desafíos.
El ingeniero Arafa Maggidi, de la Autoridad Hídrica de la Cuenca del Pangani, explicó a IPS que aunque el cambio climático es el principal motivo del menor suministro de agua, también han contribuido otros factores, como la deforestación, la mayor cantidad de animales y la expansión de la agricultura.
“No hay que exagerar la amenaza del cambio climático y la necesidad de adaptarse. Estamos haciendo todo lo que podemos para enseñar a la gente a cambiar sus estilos de vida. Deben entender que al destruir el ambiente están preparando su propio sufrimiento”, dijo Maggidi.
“Creemos fehacientemente que un manejo exitoso de los recursos hídricos tiene que integrar todas las demandas ambientales, económicas y sociales”, añadió.
Para el futuro, los científicos pronostican temperaturas más altas, menos lluvias y, en definitiva, menos agua.
Según Pius Yanda, profesor de la Universidad de Dar es Salaam e integrante del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC),es esperable que la temperatura aumente entre 1,8 y 3,6 grados, caigan las precipitaciones y haya mayor evaporación en la cuenca del río antes de que termine el siglo.
Ante ese futuro incierto, la población local evoca épocas mejores, cuando el Pangani era caudaloso todo el año.
“El río ha perdido su antigua gloria. Algunas especies de peces también desaparecieron», dijo a IPS el aldeano Fundi Mhegema, del poblado de Buyuni. «Qué vergonzoso».
Este artículo es el primero de una serie de tres sobre la cuenca del río Pangani, en Tanzania.