Cristianos son los intocables de Pakistán

Un hombre carga a una cristiana herida hasta una ambulancia tras el ataque a una iglesia de Peshawar que dejó 85 muertos y 140 heridos. Crédito: Ashfaq Yusufzai/IPS

Como la mayoría de los cristianos de Pakistán, Johar Maseeh vivía de hacer limpiezas: era barrendero en una fábrica de Peshawar. Y, como muchos otros cristianos, murió el mes pasado en un atentado contra una iglesia en esta misma ciudad.

También era uno de los cientos de miles de cristianos pakistaníes a quienes grandes cantidades de musulmanes –que son mayoría en el país– consideran sucios por trabajar de limpiadores.

“Nadie está dispuesto a estrecharle la mano a un cristiano”, dijo a IPS el sastre Rafiq Maseeh. “Literalmente, se nos trata como a una comunidad intocable”.

Maseeh tiene muchos clientes musulmanes, pero la mayoría de ellos no muestran voluntad de hablar con él.

“La mayor parte de la población cristiana se concentra en Peshawar porque tiene miedo de vivir en áreas rurales, por las represalias de la población local”, explicó.

Vastas cantidades de cristianos viven en la pobreza extrema, en tugurios sin agua, saneamiento ni atención de salud.[related_articles]

“Vivimos en una casa de barro y ladrillos de dos habitaciones, con muy poco espacio para nuestra familia de 10 miembros”, relató Javid Pyara, barrendero en la Universidad de Peshawar, a IPS.

A menudo se los considera agentes de Occidente.

“Cada vez que hay un hecho de blasfemia en cualquier parte del mundo, los cristianos de Pakistán se llevan la peor parte”, dijo a IPS el activista Shamshad Jan.

El año pasado, una iglesia fue incendiada en la cercana localidad de Mardan en medio de los disturbios por la producción de una película considerada blasfema, realizada por un cineasta estadounidense.

“La gente ve a los cristianos como no musulmanes, y no le gusta”, dijo Jan.

La Constitución de Pakistán prohíbe a los cristianos aspirar a la Presidencia o al cargo de primer ministro. “Se les asignó uno por ciento de los escaños en las asambleas legislativas provinciales y nacionales, pero eso no significa que estén integrados a la vida política del país”, señaló Shamshad Jan.

“Muchos evitan un apretón de manos con un cristiano. A nadie en Pakistán le gustaría compartir su comida con ellos”, agregó.

Para muchos cristianos, la única esperanza es que las nuevas generaciones tengan una vida mejor. “Hay una tendencia a educarse y a obtener buenos empleos entre los jóvenes cristianos. No están dispuestos a aceptar trabajos de limpieza”, dijo a IPS el barrendero Bhuta Maseeh, de 60 años, que trabaja en una oficina del gobierno.

Su hijo, Akram Maseeh, acotó que «yo me gradué de una facultad local y ahora soy cajero en un banco. Alrededor de una decena de mis amigos también encontraron trabajos buenos y bien pagos por tener educación universitaria”.

Una parte de la juventud cristiana sí avizora un futuro mejor que el que conocieron sus padres. “Tenemos amigos musulmanes. Nos sentamos juntos, comemos juntos y discutimos sobre política y otros asuntos juntos. Nos respetamos”, señaló Mujtiar Maseeh, hijo de un barrendero y estudiante de la Facultad Islamia en Peshawar, entrevistado por IPS.

En cuanto a las mujeres jóvenes,»la mayoría se dedican a la enfermería porque las otras no lo hacen. También se emplean como maestras en escuelas privadas y del gobierno”, según Jalal Maseeh, también de Peshawar.

Pero ese avance hacia unas condiciones de vida mejores llevó a muchos al precipicio. El devastador ataque suicida a la Iglesia de Todos los Santos en Peshawar, una ciudad azotada por la insurgencia, causó 85 muertos y 140 heridos y reavivó el miedo de la comunidad cristiana pobre.

Alrededor de 100.000 cristianos de Peshawar, capital de Jyber Pajtunjwa (ex Provincia de la Frontera Noroccidental), después de batallar por la aceptación y por una vida decente, ahora tienen que lidiar también con la amenaza terrorista.[pullquote]3[/pullquote]

“No tenemos ninguna protección. Los terroristas han dirigido sus armas hacia nosotros. Necesitamos buenas medidas de seguridad”, dijo a IPS el joven Jamil Maseeh, de 29 años, herido en el ataque del 22 de septiembre.

Mohammad Karim, un erudito religioso que vive en Peshawar, cree que ese ataque buscó dividir a musulmanes y cristianos. “Deberíamos estar agradecidos a los cristianos porque están limpiando nuestros hospitales, oficinas y mercados. No debemos perjudicarlos, pues sirven a nuestra gente. Nuestra religión, el Islam, también promueve el vivir en paz con quienes no son musulmanes”.

Para Maulana Tahir Ashrafi, presidente del Consejo Ulema, «es muy vergonzoso que no seamos capaces de proteger a las minorías”.

“Según el santo profeta Mahoma, la paz sea con él, es responsabilidad del Estado proteger los lugares de culto de los no musulmanes”,dijo a IPS.

Pero las fricciones con los musulmanes ortodoxos son un riesgo constante. “Las relaciones entre iglesias y mezquitas no son tan cordiales como deberían”, dijo a IPS otro erudio islámico, Maulana Zafar Gul.

La mayoría de los clérigos musulmanes se oponen a las iglesias pero no lo expresan por presión del gobierno y del exterior, sostuvo.

“Ya llevamos vidas miserables en Pakistán”, dijo a IPS el presidente del Movimiento de Minorías de Pakistán, Saleem Grabble. “Nuestra gente limpia por salarios magros. Ahora, los atentados terroristas intentan eliminarnos físicamente”.

El último ataque contra los cristianos atrajo la atención internacional en un momento en que el gobierno está decidido a dialogar con el movimiento fundamentalista Talibán, dijo Sawar Shah, profesor de ciencia política radicado en Lahore.

“Los terroristas eligen como blancos las mezquitas, la comunidad chiita, las ceremonias fúnebres, las escuelas, los mercados y los edificios del gobierno para expresar su indignación por el rol de Pakistán en la guerra contra el terrorismo”, agregó.

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