Europa está recibiendo un inesperado ataque en Armenia por una ley de igualdad de género que para muchos en este país promueve la homosexualidad como un «valor europeo».
La reacción ha sido tan violenta que algunos observadores políticos creen que se la está atizando artificialmente a fin de crear apoyo popular para la decisión que tomó el mes pasado Ereván de buscar la membresía de la Unión Aduanera de Rusia, Belarús y Kazajstán a expensas de vínculos más cercanos con la Unión Europea (UE).
La Ley sobre Iguales Derechos y Oportunidades para Hombres y Mujeres se comenzó a debatir en 2009 y entró en vigor en junio, con el objetivo de implementar la igualdad de género en todos los aspectos de la vida cotidiana y de ilegalizar la discriminación de género. Eso puede sonar como algo habitual entre los miembros de la UE, pero en la sociedad armenia, de tradición patriarcal, rápidamente generó reacciones.
Quienes se oponen a la ley recurren a tácticas atemorizantes. Por ejemplo, campañas en las redes sociales con imágenes de hombres jóvenes exageradamente maquillados y de parejas transgénero besándose, junto con llamados a luchar contra los “retorcidos valores occidentales”, y para “mantener los valores familiares”.
Estos sectores también se valen de videos y artículos que señalan, incorrectamente, que las legislaciones de Dinamarca, Alemania, Noruega y Suecia permiten el incesto y la pedofilia y que alientan los matrimonios entre personas del mismo sexo. El mensaje es «lo mismo podría pasarle a Armenia».
La campaña de miedo se centra en la definición de “género” contenida en el Artículo 3: «comportamiento adquirido y determinado por la sociedad para los diferentes sexos”. Para muchos armenios, la palabra “adquirido” es sinónimo de homosexualidad.
Aunque la ofensiva contra la ley empezó apenas entró en vigor, se hizo más intensa cuando el presidente Serzh Sargsyán anunció, a comienzos de septiembre, que Armenia estaba lista para integrarse a la Unión Aduanera que encabeza el Kremlin.
En una conferencia de prensa el 9 de septiembre, Archimandrite Komitas Hovnanian, destacada figura de la Iglesia Apostólica Armenia, advirtió que «se está formando un nuevo movimiento religioso, que hace campaña a favor de la homosexualidad, la pedofilia, el incesto y otras cosas inmorales”.
“Todos deberíamos estar preocupados”, instruyó a los periodistas. “Si somos armenios, tenemos que tomar medidas para impedir este fenómeno decadente”.
Algunos parlamentarios propusieron enmiendas para eliminar las referencias al “género”, pero no lograron aplacar la intensidad del debate. El 11 de este mes, un grupo en la red social Facebook propuso una marcha en Ereván contra la ley y los “valores europeos”.
Estos «valores europeos» son una gran bolsa en la que entran la igualdad de derechos para las mujeres –en sí misma muy controvertida para esta sociedad conservadora–, y la tolerancia hacia matrimonios entre personas del mismo sexo y hacia toda minoría sexual, anatema para la mayoría de las personas que viven en el sur del Cáucaso.
Rusia, que acaba de aprobar una ley que prohíbe la “propaganda homosexual”, es vista como un modelo virtuoso a emular.
“Las tradiciones armenias y los valores europeos son muy difíciles de combinar. Que Europa acepte la homosexualidad y los casamientos entre personas del mismo sexo no quiere decir que sean aceptables para las familias armenias tradicionales”, comentó el sociólogo Aharon Adibekián.
“Así que este es el principal motivo de la reacción que exhibe la sociedad”, agregó.
Adibekián advirtió que la ofensiva contra Europa viene gestándose incluso desde que Armenia, en los años 90, se comprometió a firmar acuerdos internacionales para defender los derechos de las minorías.
[related_articles]La campaña contra la igualdad de género puede parecer extrema a los extranjeros, pero ha logrado su impacto en este país. A Leda Hovhannisián, residente de Ereván de 38 años con estudios secundarios, ahora le horroriza pensar que su hijo de 16 años pueda irse a estudiar a Europa o a Estados Unidos, aunque eso le signifique una ventaja para conseguir un buen empleo.
“¡No, bajo ningún concepto! No quiero que mi hijo viaje jamás a esos lugares donde están generalizadas la drogadicción, la homosexualidad y otras formas de abuso”, exclamó. “Escuchamos sobre esas cosas todos los días. ¡Dios no lo permita! Nunca lo dejaré ir allí”.
Hay también quienes creen que esta campaña no tiene sentido. “Lamentablemente, muchas personas ni siquiera se dan cuenta de que esto es resultado de la desinformación”, comentó Emma Babaián, una programadora informática de 26 años.
Algunos opositores ven en los mensajes de Facebook alertando sobre “el viento de perversión que sopla desde Occidente” un motivo oculto de las autoridades.
El gobierno de Sargsyán, sostienen, quiere generar apoyo público para su inclinación por el abrazo económico con Rusia, en lugar del de la UE.
Bruselas ha señalado que un acuerdo de asociación entre la UE y Armenia es incompatible con la inminente integración de Ereván a la unión aduanera rusa.
“Esta fue una campaña cuidadosamente planeada, seguida de las duras críticas de los últimos tiempos a los valores europeos y a la ley de igualdad de género que despertó furia en la sociedad, y todos estos factores fueron explotados para desacreditar a Europa”, planteó Stepan Safarián, secretario del opositor Partido del Patrimonio, favorable a Occidente.
Galust Sahakián, vicepresidente del gobernante Partido Republicano de Armenia y titular de su agrupación parlamentaria, rechazó esa acusación.
“Esto es absurdo”, respondió. “La ley de igualdad de género no tiene nada que ver con la diplomacia” ni con los intentos de lograr apoyo popular para la unión aduanera. No deberían vincularla ni con Europa, ni con la diplomacia, ni con Rusia, ni con el resto del mundo».
Marianna Grigoryán es una periodista independiente radicada en Ereván y editora de MediaLab.am. Este artículo se publicó originalmente en EurasiaNet.org.