En las principales regiones del sur andino de Perú hay decenas de pequeños negocios y planes de protección ambiental en los que casi la mitad de participantes son mujeres. Ellas hacen posible el cambio junto a sus nuevos aliados, los jóvenes.
Estas iniciativas están financiadas por el programa gubernamental Sierra Sur y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
Con una blusa de encajes y vivos colores, Yolanda Chaucayaqui mostró en una maqueta gris la realidad que hasta hace poco marcaba a su pueblo, Yanaquihua: la deforestación y la minería informal. Y, en otra maqueta, exhibió sonriente el futuro con el que sueña: un suelo verde con plantaciones de paltas alimentadas por un sistema de riego por goteo, un depósito de agua y cero excavaciones.
“Queremos que nuestro pueblo quede libre de todo lo malo y por eso estamos trabajando en abrir este otro camino al futuro”, contó a esta reportera Chaucayaqui, quien viajó siete horas en carro desde su pueblo hasta Quequeña, un distrito de la región de Arequipa donde centenares de campesinos participaron el 3 de este mes en la última feria de proyectos de Sierra Sur y el FIDA.[related_articles]
La feria contó con la visita del presidente del FIDA, el experto nigeriano Kanayo Nwanze, quien señaló a IPS su satisfacción por estos avances y, sobre todo, por la presencia de mujeres.
Perú lleva 20 años de trabajo con esta organización internacional para generar pequeños emprendimientos que permiten a las familias de las zonas rurales mejorar sus vidas.
En la segunda etapa de Sierra Sur hay 18.000 familias beneficiadas en las regiones Apurímac, Arequipa, Cusco, Puno, Moquegua y Tacna. De esa población, 48 por ciento son mujeres que están comprometidas con planes de negocios y manejo de recursos naturales y han logrado abrir una cuenta de ahorros para ingresar al sistema financiero, informó a IPS el responsable del área de seguimiento y de evaluación del proyecto Sierra Sur II, José Vilcherrez.
En estas regiones sureñas se desarrollan 550 planes de negocios, cada uno impulsado por unas 20 personas, entre hombres y mujeres. En promedio, 80 por ciento del negocio es financiado por el programa estatal con préstamos del FIDA, mientras el 20 por ciento restante lo debe aportar la comunidad.
Cada proyecto es elegido de manera transparente en ferias como la de Quequeña, por el comité local de asignación de recursos, integrado por habitantes y autoridades de los pueblos participantes.
Los negocios son diversos y las mujeres participan en casi todos: crianza de animales, mejoramiento de pastos, panadería, producción de lácteos, tejidos y artesanías, entre otros.
“Estas mujeres ganan espacio dentro de sus familias, el respeto de su esposo, de sus hijos. Empiezan a ser escuchadas”, aseguró Vilcherrez, quien está evaluando el impacto de Sierra Sur en la población femenina para determinar cómo pueden mejorar su apoyo. Las mujeres han solicitando más información para acceder a nuevos negocios y conocer más sobre sus derechos, explicó el experto.
Nelly Roxana Cheña preside un grupo de artesanas en Puno. A partir de este programa, ella empezó a reconocer su talento para la producción de tejidos, que le permite generar recursos para pagar la escuela de sus hijos.
«Jamás nos hemos valorado, pero con estas capacitaciones nos levantamos a las cuatro de la mañana, hacemos las cosas de la casa y trabajamos para salir adelante. Queremos seguir capacitándonos”, contó entusiasmada a IPS, rodeada de sus compañeras y de gorras y ovillos de lana.
Cheña aseguró que las mujeres de su pueblo participan decididamente en la protección del ambiente. Hay 127 planes de manejo de recursos naturales en las regiones del sur, en los que las familias desarrollan acciones para administrar y cuidar las fuentes de agua y los suelos. Los mejores proyectos son premiados con los recursos del programa.[pullquote]3[/pullquote]
“Queremos contribuir a la recuperación de nuestros pueblos. Proyectamos vivir en viviendas ordenadas y preservando los recursos naturales para nosotros y las próximas generaciones”, aseguró Rosemary Quispe, de la región Cusco. Con 19 años, es una de muchas jóvenes que toman parte en estas iniciativas.
Desde fines del año pasado, el FIDA incentiva la participación juvenil en zonas rurales de Colombia, Guatemala, Perú, República Dominicana y Brasil, mediante el programa Juventud Rural Emprendedora y con respaldo financiero y técnico.
En Perú, 344 jóvenes se sumaron a 28 emprendimientos, la mitad de ellos en el sur.
“Los jóvenes tenían pocas oportunidades para quedarse en sus pueblos y esto agudizaba la pobreza y la migración”, explicó a IPS el coordinador en Perú de Procasur, Wilder Mamani, una organización sin fines de lucro socia del FIDA.
Sinthia Yucra, de 21 años, decidió apostar por su pueblo y generar más recursos para su familia con la cría de gallinas. Vive en el distrito de Lucre, en Cusco, a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar. Otras nueve personas se sumaron y juntos crían 1.000 gallinas y otros 1.000 pollos. Ocho de estos 10 jóvenes son mujeres.
“Esto nos está fortaleciendo y uniendo a mi familia. Nunca pensé que nuestros papitos (padres) nos apoyarían. Eso me entusiasma, tengo muchos planes para mi pueblo”, dijo Yucra a IPS.
Tomaron un préstamo para iniciar el negocio y construyeron los galpones. Por estos días, Yucra vive el entusiasmo de desarrollar un plan de comercialización para abastecer supermercados. Para ello, su grupo contratará a un economista y se está capacitando con los técnicos de Procasur. No creen en el asistencialismo.