Cuando las divisiones políticas amenazan con desestabilizar la transición democrática en Túnez, el primer ministro Ali Larayedh dio a conocer los plazos para terminar de redactar la nueva Constitución y organizar elecciones. Pero no todo el mundo está convencido de que se vayan a respetar.
En un discurso televisado el lunes 29 en el que llamó a la calma para resolver la actual crisis política, Larayedh dijo: “La disolución de la Asamblea Nacional Constituyente y del gobierno no ayudarán en nada. Hay oportunistas que tratan de aprovecharse de la situación”.
“El diálogo no debería estar en las calles ni darse a través de la violencia, sino en la mesa discutiendo estrategias y planes”, añadió.
Su discurso fue una demostración de fuerza luego de la ola de protestas que sacudieron al país tras el asesinato del líder de la oposición Mohammad Brahmi el jueves 25, el segundo crimen de esas características en cinco meses.
La sorpresa inicial se tornó en protestas contra el gobierno con cánticos como “dégage!” (“¡apártate!”, en francés), uno de los eslóganes utilizados durante la revuelta popular de 2011, que puso fin al régimen de Zine el Abidine Ben Ali, quien se encontraba en el poder desde 1987.
La oposición está molesta con el proceso de transición promovido por el gobierno. Estaba previsto que la Constitución se redactara en un año para luego realizar elecciones, pero pasaron casi dos y el proceso continúa. Las autoridades insisten en que lleva tiempo hacerlo bien, pero los críticos sostienen que los gobernantes se están aferrando al poder.
Larayedh anunció ahora que la Constitución estará terminada para fines de agosto y que las leyes electorales quedarán prontas para el 23 de octubre, cuando se cumplen dos años del actual gobierno.
También informó que las elecciones se realizarán el 17 de diciembre, tercer aniversario de la inmolación del vendedor ambulante Mohammad Buazizi (1984-2011), que desató la revuelta popular en Túnez dando comienzo a la Primavera Árabe.
“Es imposible cumplir esos plazos”, opinó Amine Ghali, director de programa de Kawakibi Democracy Transition Centre, una organización internacional con sede en Túnez, en entrevista con IPS.
“Para redactar las leyes electorales y organizar elecciones se necesitan entre seis y ocho meses. Quizá la Constitución pueda quedar terminada para fines de agosto, pero solo si hay una discusión genuina para mejorar el borrador actual, teniendo en cuenta sus muchas falencias”, indicó.
Los manifestantes también están molestos porque no se hace lo suficiente para frenar a los grupos islámicos extremistas ni para asegurar las fronteras. El país se sumió una vez más en el dolor el lunes 29 al conocerse la noticia de un ataque terrorista que dejó nueve soldados muertos, con sus cuerpos mutilados, en la frontera con Argelia.[related_articles]
Tras el funeral de Brahmi el sábado, hubo enfrentamientos entre manifestantes a favor y en contra del gobierno, reunidos en la plaza frente a la Asamblea Nacional Constituyente en la capital. La policía los dispersó con gases lacrimógenos. También hubo protestas en otras partes del país.
Reem Selmi fue con su esposo y su hija de 12 años a una manifestación a favor del Larayedh el domingo 28, y opinó: “La gente quiere que el gobierno resuelva los problemas enseguida, pero no es posible así nomás”.
Según ella, la administración encabezada por el partido islámico moderado Ennahda va por el camino correcto.
“Este gobierno deja que todo el mundo lleve la vida que le parece. Con Ben Ali no teníamos libertad para practicar nuestra religión, pero ahora podemos. Somos musulmanes y queremos al Islam. El Islam no significa terrorismo”, añadió.
Sin embargo, es un peligro real que las divisiones políticas se profundicen, precisamente, por motivos religiosos.
“Quería que Ben Ali se fuera porque no dejaba que los musulmanes se dejaran la barba larga ni que las mujeres llevarán el niqab, pero ahora creo sé por qué lo hizo”, dijo Maher Gatri, en una manifestación contra el gobierno, al ser consultada por IPS.
“En la actualidad puedes ver a una persona y decir de qué partido es solo por su ropa o su apariencia. Somos todos tunecinos y musulmanes, pero ahora estamos separados en dos bandos. Es muy triste”, se lamentó.
“Me da miedo cuando estoy cerca de los partidarios del gobierno. Soy musulmana, pero ahora le temo a mi propia religión”, añadió.
El gobierno también tiene problemas con la integración de la Asamblea Nacional Constituyente porque varios de sus miembros abandonaron el plenario en los últimos días.
“Se fueron 59 (de los 217) miembros, pero queremos que regresen”, dijo Osama al Saghir, uno de los integrantes del partido Ennahda que participa en la asamblea, en entrevista con IPS.
“Si encontramos una solución podemos terminar de redactar la Constitución a tiempo. Pero si deciden no volver, tendrán que renunciar y habrá que reemplazarlos”, alertó.
Para empeorar la situación, hay rumores de que el propio gobierno, una coalición de tres partidos, el laico y progresista Congreso para la República, el socialdemócrata Ettakatol y el mayoritario Ennahda, podría estar fragmentándose.
Bannur Mohammad, portavoz de Ettakatol, dijo a la radio Jawhara FM: “Si Ennahda y el Congreso para la República se niegan a disolver el gobierno, Ettakatol se retirará de la troika”.
Pero Al Saghir dijo que no era el caso. “Seguimos trabajando con Mustafa Ben Jaafar, secretario general de Ettakatol y presidente de la Asamblea Nacional Constituyente”.
Las imágenes que muestra la televisión de la violencia instalada en Egipto son una dura alerta para los tunecinos sobre lo que puede ocurrir cuando se sigue por ese camino.
En un artículo titulado “Túnez no es Egipto”, Francis Ghilès, investigador del Centro Barcelona de Asuntos Exteriores (Cidob), señala tres diferencias clave entre la situación de uno y otro país.
El ejército de Túnez no ha tenido un papel político importante, la situación económica y el desempleo no están tan mal en este país y la sociedad civil es vital y vigorosa.
El deseo de todos es que tenga razón.