En una España abatida por la crisis económica y la corrupción revelada en varias instituciones, el proyecto independentista de la Comunidad Autónoma de Cataluña genera optimismo entre una mayoría de su ciudadanía.Situada en el noreste del territorio español, Cataluña es a la vez una región de gran importancia económica para este país y una nacionalidad, con una cultura y una lengua propias.
«La crisis ha aumentado el descontento y hay tendencia a pensar que sin España iría mejor», dijo a IPS el filósofo y analista político catalán Josep Ramoneda.
La propuesta de Artur Mas, presidente de la Generalitat (el gobierno autonómico catalán), llegó en momentos en que «no había proyectos políticos, solo económicos», opinó.
El Parlamento catalán, impulsado por Mas, aprobó en enero una declaración de soberanía que abre la puerta a la celebración de un referendo para decidir la independencia.
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El gobierno central español, presidido por Mariano Rajoy, impugnó la declaración ante el Tribunal Constitucional, que deberá pronunciarse en los próximos meses.
Un reciente sondeo publicado por la agencia de noticias catalana ACN indica que 54,7 por ciento de encuestados votarían por la independencia en un referendo.
«Hay muchos ciudadanos a los que les gusta proclamarse independentistas, pero hay independentistas económicos, los que lo son por convicción, los que lo son por la crisis y los que lo dicen porque está de moda», añadió Ramoneda.
Según los últimos datos oficiales, España llegará este año a un desempleo de casi 27 por ciento, lo que equivale a 6,5 millones de personas sin trabajo. En 2012 se produjeron más de 100.000 desalojos por falta de pago de hipotecas, lo que generó un impacto sin precedentes, incluido el suicidio de varias personas que no soportaron perder sus viviendas.
A este panorama seagregan más de 300 casos de funcionarios y otras figuras públicas bajo investigación por corrupción, entre ellos el yerno del rey Juan Carlos, Iñaki Urdangarin.
«Cataluña se siente fiscalmente maltratada, ya que aporta ocho por ciento de su producto interno bruto anual (al gobierno central, con sede en) Madrid. Aquí se habla de expolio fiscal», dijo a IPS el analista Ferrán Requejo, profesor de ciencias políticas de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Lydia Gilaberte, directora de una sucursal barcelonesa de la caja de ahorros Catalunya Caixa, está entre quienes valoran la posibilidad de una independencia para mejorar la situación económica de la región.
«He leído varios estudios económicos y nos colocan en situación mejor que la de España. Hay muchos ingresos que podríamos gestionar mejor (sin Madrid)», dijo Gilaberte, quien dirige la sucursal bancaria en una zona residencial de la capital catalana.
Pero aun así, advirtió, «mejor seguir con España que caer en manos de otros poderes económicos».
La jerarca bancaria se refería al creciente interés en Cataluña manifestado por Rusia. Mas ha hecho varios viajes con fines económicos a ese país, y Moscú tiene una gran influencia en la vecina isla mediterránea de Chipre, actualmente al borde de un colapso financiero.
«Un cliente ruso de la sucursal me dijo que hay muchos ciudadanos de su país que estarían interesados en la independencia de Cataluña y que querrían financiarla, siempre y cuando pudieran mejorar sus intereses económicos aquí. Quieren un enclave en el mar Mediterráneo», aseguró.
A raíz de la movida soberanista, España vive un intenso debate político que, entre otras cosas, quebró la unidad del opositor Partido Socialista Obrero Español, cuya rama catalana votó a favor del referendo, violando la disciplina partidaria.
Y el fiscal jefe de Cataluña, Martín Rodríguez Sol, renunció por discrepar con una consulta popular fuera de la legalidad.
Pero Barcelona y Madrid están condenadas a entenderse, y el gobierno catalán reabrió el diálogo, a pesar de que insiste en su decisión de celebrar el referendo.
El secretario general del gobernante partido Convergència i Unió (CiU), Josep Antoni Durán i Lleida, afirmó a mediados de este mes en Madrid que la apuesta «acertada» del gobierno catalán de abrir todas las vías de diálogo con el Poder Ejecutivo central «no es incompatible con el compromiso de celebrar una consulta».
Desde la histórica manifestación del 11 de septiembre de 2012, día de la fiesta nacional catalana o Diada, cuando un millón y medio de personas salieron a la calle en Barcelona a pedir la independencia, la demanda se ha ido arraigando.
«Mas se ha puesto al frente de un movimiento civil que ha ido cobrando intensidad en los últimos dos años», dijo Requejo.
En su opinión, el movimiento creció desde que el Tribunal Constitucional declaró en 2010 inconstitucionales 14 artículos del Estatuto de Cataluña, en vigor desde 2006, y redefinió el término «nación» allí empleado, indicando que no tenía eficacia jurídica, con lo cual hizo explícito que el Estado español es unitario.
El Estatuto rige los derechos y deberes de los catalanes y sus instituciones políticas, así como sus competencias y relaciones con el Estado y la financiación del gobierno autonómico.
Según el filósofo Ramoneda, en este movimiento también influye el hecho de que las nuevas generaciones de la región se formaron en lengua y cultura catalanas.
Toda esta formación, dijo a IPS la psicóloga y maestra de enseñanza primaria Lluisa Rancé, está en peligro por una ley impulsada por el ministro de Educación español, José Ignacio Wert, que exigiría que los padres pudieran elegir la lengua de escolarización de sus hijos. Actualmente, la lengua autonómica tiene prioridad en la educación pública.
«Wert está intentando cargarse la enseñanza en catalán», aseguró Rancé, encargada desde hace años de un programa de inmersión en el catalán para niños extranjeros.
Detrás de la manifestación de la Diada hubo también un gran trabajo del movimiento popular Asamblea Nacional Catalana (ANC), que organiza actos para promover las ventajas de la separación.
«La crisis económica ha convencido a los catalanes de la necesidad de la independencia. No queremos formar parte de un Estado que nos está expoliando y queremos conseguir una agencia tributaria propia y buscar apoyo internacional», aseguró Carme Forcadell, presidenta de la ANC y funcionaria del Departamento de Enseñanza de la Generalitat.
Mientras se debate la fecha para llevar acabo el referendo, una cosa sí es segura: la campaña soberanista continúa. Y como parte de ella, la ANC promete organizar para el 11 de septiembre la mayor cadena humana jamás vista.