Los gobiernos americanos parecen confiar en que el paso del tiempo y una relativa tranquilidad política permitan superar la inédita situación institucional que vive Venezuela, marcada por la enfermedad del presidente Hugo Chávez y la continuidad del tren ejecutivo que correspondió a su mandato anterior.
Esa confianza explicaría la rápida aceptación de la tesis de continuidad del gobierno que concluyó el 10 de este mes, según el dictamen del Tribunal Supremo de Justicia, aunque con insinuaciones de que sería aun mejor que nuevas elecciones ratificasen el nuevo orden.
"Las críticas de la oposición venezolana y las de gran número de juristas, en el sentido de que los pasos dados son contrarios a la Constitución, no fueron acogidas por ningún país", observó Carlos Romero, profesor de posgrado en ciencias políticas y relaciones internacionales en varias universidades venezolanas, en entrevista con IPS.
En parecido sentido se expresó Elsa Cardozo, directora de la Escuela de Estudios Liberales en la Universidad Metropolitana de Caracas. Los países del hemisferio "observan una situación que obviamente no es normal, pero prefieren esperar, dejar pasar el tiempo, mientras recuerdan que no son intérpretes de la Constitución venezolana", dijo a IPS.
El primer rasgo de la situación, añadió Cardozo, es que fue reelegido un presidente que está gravemente enfermo y convalece en La Habana de la cuarta cirugía que se le practica desde junio de 2011, en el marco de un tratamiento por su padecimiento de cáncer,
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Chávez debió jurar su cuarto mandato el 10 de este mes, pero en su lugar, provisto del dictamen del Tribunal Supremo, el vicepresidente ejecutivo (designado, no electo) Nicolás Maduro, comenzó el período sexenal de "continuidad administrativa" junto al viejo gabinete ministerial, al tiempo que la unicameral Asamblea Nacional rehusaba declarar la ausencia del presidente.
Si el parlamento hubiera aprobado esa declaración de ausencia, debería haberse investido como mandatario provisional de Venezuela el titular de ese cuerpo legislativo, Diosdado Cabello, y se habría convocado de inmediato a nuevas elecciones presidenciales.
En cambio, según el dictamen del Tribunal Supremo de Justicia y de la Asamblea, Chávez no tiene plazo para su investidura como presidente para el periodo 2013-2019.
Cardozo estima que "en el exterior no se compra la idea de que no exista plazo". "Por eso portavoces de Brasil, Colombia y Estados Unidos han dicho que tan pronto como sea aconsejable, si el presidente Chávez no se puede incorporar, debe convocarse a elecciones", apuntó.
En el caso particular de Estados Unidos, esta académica opinó que mantendrá, respecto de la coyuntura venezolana, "una posición de bajo perfil, pues tiene claro que en unos cuantos problemas regionales su palabra puede más bien resultar contraproducente".
Romero concuerda con su colega en que, "con el inicio de nuevos períodos de gobierno en Estados Unidos y Venezuela", las prioridades de Washington más bien se orientan a restablecer las relaciones a nivel de embajadores y que en un clima de normalización puedan regresar capitales estadounidenses al negocio petrolero y se trabaje en conjunto contra el narcotráfico".
En cuanto a América Latina y el Caribe, los expertos coinciden en que no existe hacia la coyuntura venezolana una posición uniforme.
Romero distingue tres grupos de países. El primero sería el de los aliados políticos más cercanos, como Cuba, Bolivia, Ecuador o Uruguay, "que explícitamente apoyan la continuidad, la profundización de las políticas de Chávez y creen que no debe haber reversión de los cambios efectuados hasta ahora".
"Un segundo grupo, que es la mayoría y cuyos exponentes más visibles son Argentina, Brasil, Colombia y Perú, no necesariamente apoyan políticas domésticas e internacionales del chavismo, pero no quieren que haya ningún tipo de desorden ni que la ausencia del presidente traiga inestabilidad política o intranquilidad militar", precisó.
Las protestas de calle contra la fórmula de gobierno que encabeza Maduro han sido pocas y casi únicamente de grupos estudiantiles, en tanto los mandos militares han proclamado que no sólo acatan sino que harán cumplir las decisiones de la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo.
Según Romero, el tercer grupo es de "países que se lavan las manos". "No tienen afinidad o intereses acentuados con el gobierno de Chávez, pero prefieren callar en vez de actuar, y allí están Guatemala, Panamá, México y Chile", detalló.
En un mitin realizado el día 10 a las puertas de la sede presidencial, respaldaron la tesis de la continuidad del mandato y la conducción de Maduro los presidentes Evo Morales, de Bolivia, Daniel Ortega, de Nicaragua, Desiré Delano Bouterse, de Suriname, y José Mujica, de Uruguay, junto a representantes de primer nivel de Argentina, Cuba, Ecuador, El Salvador, Haití y San Vicente y las Granadinas.
Luego, desde distintos puntos del continente llegaron señales de admisión de la fórmula de conducción del gobierno en Venezuela: Chávez, convaleciente en La Habana bajo un cuadro de salud sobre el que nunca ha existido un parte médico oficial, permanece como presidente "en plenitud de funciones", mientras se espera que jure su nuevo mandato.
A la vez, Maduro es jefe en la práctica de un gobierno, pero, mientras recibe reconocimientos, rehúsa que se le llame presidente encargado.
En paralelo, se ejerce una especie de gobierno colegiado en consultas y apariciones conjuntas de Maduro, Cabello, el presidente de la corporación petrolera estatal Petróleos de Venezuela, Rafael Ramírez, y el canciller y anterior vicepresidente, Elías Jaua.
Para completar el paisaje del poder político, esos dirigentes más familiares de Chávez, en particular los que detentan cargos públicos, viajan continuamente a La Habana donde, según informan, visitan al mandatario convaleciente y también se reúnen con el líder histórico cubano Fidel Castro, el presidente de ese país, su hermano Raúl Castro, y varios de sus ministros.
Por ello han viajado a La Habana, para informarse de primera mano sobre la coyuntura venezolana, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, y su par de Perú, Ollanta Humala, así como Marco Aurélio García, el influyente asesor en relaciones exteriores de la mandataria de Brasil, Dilma Rousseff.
Funcionarios brasileños han dicho a la prensa que el gobierno de Rousseff sugirió a los dirigentes venezolanos efectuar elecciones "lo antes posible" si Chávez perece o queda imposibilitado para asumir la función presencial.
El canciller de Brasil, Antonio Patriota, dijo el día 17 que espera que "la situación en Venezuela, sea cual sea el desenlace, evolucione de acuerdo a la institucionalidad con el mínimo de sobresaltos para que la sociedad pueda reorganizarse en el mínimo plazo".
En paralelo, la entonces secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, recibió el 15 de este mes en Washington a su par colombiana, María Ángela Holguín, y allí postularon que "prevalezcan la democracia y el respeto a la Constitución en cualquier transición política que se lleve a cabo en Venezuela".
Días después, Holguín vino a Caracas para conversar con Maduro y Jaua, según informó, acerca de programas conjuntos para el desarrollo de zonas fronterizas y hacer votos por la salud de Chávez, pero omitió toda alusión a una "transición" en Venezuela.
Maduro y Jaua podrán pulsar más directa y privadamente la percepción de la región hacia la situación venezolana cuando participen el próximo fin de semana en Santiago de Chile de la Cumbre de la Comunidad de los Estados Latinoamericanos y Caribeños y en la que este bloque hará con la Unión Europea.