Las multitudes que se suceden en las últimas décadas en encuentros deportivos, recitales de rock, espectáculos varios y otras convocatorias conllevan riesgos que requieren métodos y normas de prevención que son bien conocidas en Brasil, pero que se desatienden entre tragedia y tragedia.
En el incendio de la madrugada del domingo 27 que mató por lo menos a 231 jóvenes en la discoteca Kiss, de Santa María, una ciudad universitaria del meridional estado brasileño de Río Grande do Sul, se violó más que las reglas establecidas para ese tipo de recintos.
"Promover un espectáculo para 1.500 personas en un lugar cerrado donde solo hay una puerta con menos de dos metros de ancho choca con la sensatez, antes que con cualquier norma técnica", enfatizó Moacyr Duarte, coordinador del Grupo de Análisis de Riesgo Tecnológico y Ambiental, de la Universidad Federal de Rio de Janeiro.
"Había demasiadas personas y salidas para muchos menos" y material inflamable a granel, señaló Duarte a IPS. El incendio en Kiss, todo indica, fue provocado por el uso de efectos pirotécnicos por una banda musical que se presentaba en la fiesta de estudiantes de la universidad pública local.
Duarte no descarta la posibilidad de uso de pirotécnicos en locales cerrados siempre y cuando se haga un análisis previo de compatibilidad, que no fue realizado en esta discoteca, que además cuenta con "techo demasiado bajo y forrado de plástico de espuma".
[related_articles]
En Río de Janeiro no se autoriza la quema de fuegos en locales cerrados en ninguna hipótesis, informó el Cuerpo de Bomberos local.
Muchas otras reglas fueron violadas en Santa María. Faltaron, entre otras cosas, comunicación en el equipo de seguridad, detector y alarma de incendio, mangueras y aspersores e indicaciones visibles de salidas.
La gran mayoría de las víctimas murió de asfixia por la humareda, y no por el fuego, indicando que faltó "un plan de fuga adecuado", acotó Duarte.
Cerca de 80 sobrevivientes siguen hospitalizados en estado grave. El riesgo es que sufran males respiratorios que pueden agravarse en una "neumonía química", alertó el ministro de Salud de Brasil, Alexandre Padilha.
Las normas técnicas y reglas son parecidas en todo el mundo y las tragedias que quedan en la memoria colectiva son las grandes maestras, que estimulan el perfeccionamiento de las medidas de prevención. Pero solo en su momento y pocas semanas después, luego el tiempo afloja el cumplimiento, las inspecciones y las precauciones.
La historia conocida solo registra dos incendios en casas nocturnas con mayor cantidad de muertos que el de Santa Maria. En 1942, en la ciudad estadounidense de Boston murieron 492 personas, y en 2000 hubo más de 300 muertos en Luoyang, China.
Pero los incendios que más conmocionaron a los brasileños fueron el registrado en 1961 en un circo en Niteroi, ciudad vecina a Río de Janeiro, donde murieron 503 personas, en su gran mayoría niños y niñas, y el que en 1974 afectó al edificio Joelma, de São Paulo, con 187 muertos.
Otro trauma ocurrió en 1986 con el incendio del Edificio Andorinha, en Río de Janeiro, que provocó 21 muertes. En discotecas, el caso más cercano a Brasil fue el registrado en diciembre de 2004 en República Cromañón, en una zona céntrica de Buenos Aires, donde murieron 194 personas, casi todos jóvenes que participaban de un recital de rock.
Cada accidente impulsa nuevas normas y leyes que se replican en distintos países, pero también son indicativos de que las trágicas lecciones no son aprendidas, ni siquiera cuando dejan marcas más indelebles por destruir decenas de niños y jóvenes.
El fenómeno de multitudes crecientes y diversificadas, con sus riesgos permanentes, hizo avanzar también las tecnologías, cuyo empleo podría prevenir o reducir los daños.
Un programa de computación, desarrollado por el Laboratorio de Simulación de Humanos Virtuales, de la Universidad Católica de Rio Grande do Sul, permite evaluar las necesidades o fallas en la circulación y evacuación de locales tomados por multitudes.
Ese instrumento, bautizado CrowdSim, se aplicó en el estadio de fútbol Engenhão, de Río de Janeiro, concluyendo que se puede evacuar los 46.831 espectadores que componen su capacidad máxima en solo seis minutos y medio.
El CrowdSim sirve también para evaluar la comodidad y la seguridad de casas de espectáculos, edificios o condominios y cualquier local donde se aglomeran muchas personas, explicó a IPS Soraia Musse, coordinadora de proyectos de computación relacionados con multitudes.
La propuesta inicial, en los años 90, de sus estudios de simulación se dirigía al cine, a la computación gráfica para crear escenas de multitudes. Luego las cuestiones de seguridad ganaron prioridad, especialmente en los estadios, con la evaluación de los servicios, espacios y condiciones de circulación del público.
La copa mundial de fútbol, a disputarse en 12 ciudades brasileñas en 2014, y los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro abren perspectivas de aplicación del programa en los estadios, donde el flujo de decenas de miles de personas harán mucho más complejos los problemas de comodidad y seguridad que los que hoy hay en una discoteca.
Pero lo ideal sería su uso en la evaluación de las obras aún en su fase de proyecto, antes de la construcción, para eventuales correcciones, sostuvo Musse.
La simulación permite medir el tiempo necesario para que los presentes se desplacen hasta la salida del estadio o la posibilidad de que se equivoquen de puerta, como ocurrió en la discoteca Kiss, ejemplificó. Muchos murieron en el baño de la discoteca, donde entraron pensando que se trataba de la salida de emergencia.
"Es triste reconocer que tragedias como esa pueden estimular el uso de tecnologías" como el CrowdSim, concluyó la investigadora.