El mensaje de la Biblia, libro guía para las denominaciones religiosas cristianas, se le revela a la cubana Midiam Lobaina con sus contrastes de opresión, silenciamiento y liberación de la mujer, cuando repasa sus textos a través de la mirada del feminismo.
Lobaina se define como una "militante cristiana", que multiplica junto a su equipo de trabajo esa lectura bíblica en talleres y cultos sobre equidad de género y cultura de paz, para mujeres y hombres de fe en todo el territorio nacional. En ellos, se aprende sobre la violencia de género, su prevención y vías de escape, entre otros temas.
"Todas las iglesias conocen que el maltrato hacia las mujeres es también un problema de la familia y la comunidad", asegura la coordinadora del Programa de Mujer y Género del Consejo de Iglesias de Cuba (CIC).
Sobre el trabajo de prevención de ese flagelo, dialogó con IPS la también coordinadora de la Red Cristiana de Mujeres "Débora", fundada en 2009.
IPS: ¿Qué reacción provocan estos temas en las comunidades cristianas?
MIDIAM LOBAINA: A veces hay mucha aprensión o expectativas sobre lo que vamos a decir. Pero cuando trabajamos los temas de la violencia y discriminación de género a través de los textos bíblicos, recibimos mayormente aceptación.
[related_articles]
La Biblia tiene muchas historias liberadoras, y otras donde se denuncia la exclusión de las mujeres.
También hemos encontrado rechazo. El género puede resultar inquietante, ya que denuncia realidades muy fuertes y no todas las personas quieren saber de ellas.
Hemos avanzado respecto de hace más de 20 años, cuando se comenzaron a analizar los problemas de las mujeres en las iglesias cubanas. Ya hay más apertura para conversar sobre las inequidades de género y muchas congregaciones nos piden talleres.
IPS: ¿En qué consiste esta "otra" lectura de la Biblia? ¿Cómo abordan los pasajes sexistas?
ML: Es cierto que en la Biblia aparecen textos discriminatorios hacia la mujer -en algunas comunidades expresamente se les prohibía hablar- , pero también incluye otros liberadores.
Por ejemplo, muchos hablan de que para Dios no hay diferencias de sexo ni de raza. No podemos olvidar que algunos responden a épocas y contextos muy patriarcales, en los cuales las mujeres no eran consideradas.
IPS: ¿Quiénes suelen asistir más a los talleres?
ML: La convocatoria es abierta, pero por lo general vienen más las mujeres. No obstante, ha crecido el número de hombres que se incorporan a los talleres en todo el país, a través del programa del CIC.
Se trabajan también las masculinidades desde los textos bíblicos, aunque resulta muy incipiente este enfoque. Las personas suelen confundir las masculinidades con la diversidad sexual, un tema que causa aún muchas reticencias en las comunidades.
IPS: ¿Qué particularidades tiene la prevención de la violencia de género en las comunidades cristianas?
ML: Muchas mujeres que asisten a nuestras iglesias son violentadas, en sus casas y hasta en las propias iglesias, y no se lo dicen a nadie. Se guardan su problema por vergüenza y por la idea de que las "cosas de familia" no se dicen públicamente. Algunas subvaloran su situación, otras desconocen que viven en peligro y muchas revelan su secreto solamente muy confidencialmente.
Por eso es clave sensibilizar y capacitar a las y los líderes de las congregaciones. Así pueden ayudar a las mujeres que pidan ayuda o cuenten su problema. A veces la solución no está al alcance de la mano, pero en otras sí.
La persona violentada por lo general carece de las herramientas y los medios para salir de la situación a la que está sometida.
En Cuba tampoco existen todas las estructuras para que las víctimas puedan romper ese círculo vicioso. Conozco congregaciones cristianas que apoyan a las mujeres maltratadas, sobre todo en casos más extremos. Por otra parte, falta que la gente identifique otras formas más sutiles de violencia.
IPS: ¿Cuáles sería estos otros rostros del maltrato?
ML: Cuando se invisibiliza, se silencia, se ignora y no se le da participación ni se reconoce su aporte se violenta mucho a la mujer.
La violencia psicológica, en toda su dimensión, es la más extendida. Las mujeres son grandes protagonistas en el trabajo pastoral con la infancia, el cuidado de enfermos y ancianos y en la labor evangélica, roles que han asumido siempre ellas.
Tutoré a una estudiante del Instituto Superior de Estudios Bíblicos y Teológicos de La Habana, en 2004, que hizo una encuesta sobre violencia de género a 28 mujeres de una comunidad de la capital cubana.
Cuando procesamos los datos, encontramos que seis de ellas estaban en situación de peligro. Tristemente, a una su pareja la asesinó esa semana y él después se suicidó. Fue una tragedia no la pudimos salvar. Pero alertamos a las otras cinco.
IPS: ¿Cuánto ha cambiado la participación de las mujeres en las iglesias protestantes?
ML: Provengo de una denominación bautista que no ordena mujeres en el ministerio. Más tarde, me incorporé a otro grupo bautista que sí lo hace.
La historia de las mujeres que querían ser pastoras ha sido dura. Por ejemplo, las misioneras estudiaban al igual que los hombres en los seminarios, pero al graduarse no tenían el derecho de ser pastoras. Incluso, si ellas se casaban, no podían ser misioneras.
Por eso me uní desde joven al sector cristiano que reivindicaba el rol femenino en la iglesia y pedía más equidad y justicia para ellas.
Con mucha más fuerza, se ha ido incorporando el enfoque de género en las pastorales, en lo eclesial y en los institutos cristianos de investigaciones, después del Decenio de la Mujer, entre 1985 y 1995. En este año celebramos 20 años de las tres primeras mujeres ordenadas en la Fraternidad de Iglesias Bautistas en Cuba.
IPS: ¿Cuánto pueden aportar las comunidades religiosas a la lucha por la no violencia de género?
ML: Las congregaciones que trabajan por la equidad de género constituyen una fortaleza para su comunidad. En algunas de ellas, su trabajo trasciende al barrio. Cuando en un hogar se violenta a la mujer, también toda la familia vive en el maltrato y toda la comunidad se afecta.