La clase media en América Latina creció 50 por ciento en los últimos 10 años, aseguró el Banco Mundial. Sin embargo, los gobiernos de la región aún tienen el desafío de lograr que este avance genere un «círculo virtuoso».
El último informe del organismo multilateral de crédito indica que la clase media de la región pasó de 103 millones de personas en 2003 a 152 millones en 2009.
Asimismo, 24 millones de los 73 millones de latinoamericanos que salieron de la pobreza no entraron directamente a la clase media, sino que pasaron a incrementar lo que organismo multilateral llama "clase vulnerable. Este sector es hoy el mayor grupo socioeconómico de la región, con 38 por ciento de los 577 millones de latinoamericanos.
Esta clase baja y la clase media representan cada uno 30 por ciento de la población, y la alta dos por ciento.
El Banco Mundial define a la clase media como el grupo socioeconómico conformado por aquellos que ganan entre 10 y 50 dólares diarios o que integran una familia cuyos ingresos son de entre 14.600 y 73.000 dólares anuales.
[related_articles]
Gran parte del crecimiento de la región, gobernada mayoritariamente en este decenio por partidos de izquierda y centroizquierda, fue impulsado por el buen desempeño económico internacional hasta fines de 2008.
La capacidad de los gobiernos para mantener esta tendencia frente a la más débil situación actual determinará el grado en que se consoliden los avances.
"Debido a la crisis en la eurozona, muchos países piensan ahora mucho en el corto plazo. Pero América Latina, gracias a años de esfuerzos, tiene el lujo de pensar más a largo plazo, y eso es importante", destacó el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, al presentar el informe "La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina" en la sede del organismo el martes 13.
"Las razones detrás de este cambio incluyen el crecimiento (económico) sostenido, la generación de empleos y la disminución de la desigualdad pero los países aún deben concentrarse en ese siete por ciento de población que no tiene acceso a agua potable y al 20 por ciento que carece de saneamiento", agregó.
Algunos países se destacaron particularmente, como Colombia, donde 54 por ciento de la población ascendió de nivel socioeconómico, y Brasil, donde se produjo 40 por ciento de toda la movilidad económica registrada en la región.
Sin embargo, economistas brasileños ponen en duda el número de personas que habrían abandonado la clase baja en su país, señalando que a la hora de calcularlo se deben contemplar otros factores, además de los ingresos de los hogares, como el consumo.
Otros análisis subrayan el importante papel que desempeñaron las mujeres en la reducción de la pobreza en América Latina.
"Las mujeres latinoamericanas fueron responsables de 30 por ciento de la reducción de la extrema pobreza en la región la pasada década, como resultado de su creciente participación en la fuerza laboral y su mejora de ingresos", escribió el martes 13 la analista Stephanie Leutert, del centro de estudios Council on Foreign Relations, con sede en Washington.
"Al igual que en otros lugares, el declive económico mundial impactó más fuerte en los ingresos de los hombres. En respuesta, las mujeres latinoamericanas ocuparon el vacío, provocando más de la mitad de la reducción de la pobreza de 2009", indicó.
Después de varios años de desigualdad extremadamente alta, su reducción significativa fue "completamente inesperada", reconoció el martes el economista en jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Augusto de la Torre, en diálogo con periodistas.
"Durante años, América Latina ha sido una de las regiones más desiguales, pero ahora es una de las pocas, si no la única, en donde la brecha entre ricos y pobres cae. Ese es un fenómeno notable", afirmó.
"Una sociedad con una creciente clase media tiene más probabilidades de reducir las desigualdades, además de que este sector es ampliamente reconocido como un agente de estabilidad y prosperidad", sostiene.
"Para una región de ingresos medios como América Latina, la clase media tiene implicaciones cruciales", añadió.
En busca del círculo virtuoso
No obstante, De la Torre propuso cautela y recomendó no "llamar esto una victoria", al menos por tres razones.
La primera de ellas es que la frágil situación económica mundial demandará una serie de fuertes medidas de respuesta a los gobiernos nacionales. El Banco Mundial se concentrará en promover reformas a los sistemas de protección social, a la par de nuevas y creativas inversiones en educación.
En segundo lugar, la desigualdad aún no ha sido abatida por completo, y las circunstancias de nacimiento para la población latinoamericana siguen siendo extremadamente importantes.
"Lamentablemente, el contexto familiar todavía importa demasiado en América Latina", señaló De la Torre.
"En este sentido, los pobres sufren una doble adversidad: son pobres y tienen menos educación, y además tienen muchas de probabilidades de seguir así. Esto ha mejorado, aunque quizás en forma demasiado lenta", agregó.
La tercera cuestión, y quizás la más complicada para los políticos, es que los miembros de la nueva clase media muestran poca inclinación a usar su fortalecida influencia en presionar a los gobiernos nacionales para que mejoren los servicios públicos y las instituciones.
De hecho, muchos prefieren directamente ignorar los servicios del gobierno cuanto les sea posible.
En el resto del mundo, cuando la clase media comienza a crecer, la tendencia es que se fortalezcan las instituciones democráticas, haya menos niveles de corrupción y mejore la calidad de los servicios públicos. El Banco explica que se genera así un círculo virtuoso.
Sin embargo, la clase media latinoamericana todavía no parece contribuir a la mejora de la capacidad institucional al ritmo que se ha visto en otros lugares.
"Esto es preocupante. La gente ingresa a la clase media en América Latina y, en vez de involucrarse en la mejora institucional, tiende a optar por alejarse de los servicios públicos", señaló De la Torre.
En vez de exigir, por ejemplo, la mejora de las escuelas, de la policía o de las redes eléctricas públicas, muchos en la nueva clase media prefieren pagar colegios y servicios de seguridad privados, así como comprar generadores de energía propios.
Además, muestran resistencia a pagar impuestos. Con excepción de Brasil, los ingresos fiscales de los gobiernos latinoamericanos equivalen en promedio a 17 por ciento de su producto interno bruto, mientras que la mayoría de los países del Norte recolectan el doble.
"América Latina corre el riesgo de entrar en una era de mala calidad de servicios públicos, mientras que el poco uso de estos por parte de la clase media deriva en una escasa disposición al cambio", explicó De la Torre. "Podríamos estar eludiendo el círculo virtuoso", alertó.
El nuevo informe también llama a los legisladores de América Latina a explícitamente incorporar la meta de iguales oportunidades en las políticas públicas. El presidente del Banco Mundial sostuvo que esto no era solo un tema moral, sino también económico.
"Los países que se han concentrado en reducir la desigualdad han visto que esto es de hecho bueno para el crecimiento económico", dijo Kim el martes. "La evidencia de la última década en América Latina es clara: el sendero al crecimiento debe incluir a muchas más personas".