Adivinando el nuevo mazo de Obama en política exterior

Ambientalistas esperan que Obama apoye los esfuerzos internacionales contra el cambio climático. Crédito: Casa Blanca/Pete Souza
Ambientalistas esperan que Obama apoye los esfuerzos internacionales contra el cambio climático. Crédito: Casa Blanca/Pete Souza

Analistas de Estados Unidos reflexionan sobre si el segundo periodo de gobierno de Barack Obama seguirá caracterizándose por la cautela en política exterior o si el mandatario aprovechará esta nueva oportunidad para tomar riesgos.

Por ahora, la atención se centra en Medio Oriente, región que ha dominado la agenda internacional de Estados Unidos desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

Eso frustra a algunos miembros de la administración que, en cambio, quieren fortalecer la presencia estadounidense en Asia Pacífico, especialmente a la luz de las crecientes tensiones entre China y Japón, y de la actual transición política en Beijing.

Otros esperan que Obama esté dispuesto a invertir una cantidad justa del capital político adicional que obtuvo en su reciente victoria electoral en reavivar los esfuerzos internacionales contra el cambio climático, aprovechando la conciencia creada por el huracán Sandy, que azotó la costa noroeste de Estados Unidos, incluido Manhattan.

De hecho, grupos ambientalistas interpretaron la alusión de Obama al "destructivo poder de un planeta recalentado" en su discurso de victoria del miércoles 7 en Chicago como una señal esperanzadora.
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El presidente prácticamente había marginado el tema del recalentamiento planetario en su campaña para evitar incomodar a algunos de los llamados "estados péndulo", decisivos para el triunfo electoral y que son grandes emisores de carbono, en particular el nororiental de Ohio.

"El legado del presidente dependerá de su habilidad para afrontar grandes desafíos, incluyendo el cambio climático, la energía limpia, la protección ambiental y la sostenibilidad", dijo Andrew Steer, presidente del World Resources Institute (WRI).

Sin embargo, al igual que en otros temas con grandes implicaciones internas, Obama estará limitado por varias realidades políticas, especialmente el hecho de que el opositor Partido Republicano aún tendrá una sólida mayoría en la Cámara de Representantes y 45 asientos en el Senado, lo que le permitirá bloquear con efectividad cualquier legislación a la que se oponga.

"Tuvimos unas elecciones que más o menos preservaron el statu quo en la Cámara", señaló Charles Kupchan, experto en política exterior del Consejo de Relaciones Exteriores.

"No estoy seguro de que veamos una gran iniciativa en materia de cambio climático, ya que la prioridad de Obama es hacer que siga marchando la economía", sostuvo.

Aunque el mandatario obtuvo una sólida mayoría de votos electorales, no habría logrado un amplio margen de sufragios populares respecto de su contrincante republicano, Mitt Romney. Esto quiere decir que el equilibrio de poder sigue siendo prácticamente el mismo que antes de los comicios.

Además, el hecho de que la política exterior no jugara un papel importante en la campaña, claramente dominada por temas económicos, sugiere que Obama no podrá esgrimir el argumento de que tiene el mandato de realizar grandes cambios en las relaciones internacionales de Estados Unidos.

No obstante, Romney abandonó su discurso neoconservador conforme se acercaban las elecciones y esencialmente coincidió con el enfoque de Obama en política exterior, incluso en temas de Medio Oriente, lo que fue interpretado por analistas como un reconocimiento a la intuición del presidente en asuntos internacionales.

"La campaña electoral, y no solo su resultado, debe ser vista como la derrota del neoconservadurismo que caracterizó al desastroso periodo de 2001-2006, bajo la administración de (George W.) Bush, y la consolidación de un amplio consenso bipartidista en política exterior", escribió Marc Lynch, analista sobre Medio Oriente y ocasional consejero en la Casa Blanca, en su blog Foreignpolicy.com.

El experto predijo "cautela y pragmatismo" de Obama en Medio Oriente. El mandatario reelecto seguirá apoyando en general las transiciones democráticas, buscando vías para acercar a israelíes y palestinos, incluyendo también a islamistas moderados, y persiguiendo a la red radical islámica Al Qaeda y a sus grupos afiliados, sostuvo. En particular, la administración debe iniciar "serios esfuerzos en verdaderas conversaciones con Irán", señaló.

El analista coincidió con el creciente consenso entre los llamados "realistas" (el ala más moderada en Washington en materia de política exterior) de que Obama mostrará una mayor flexibilidad para lograr un acuerdo con Teherán.

En las últimas dos semanas circularon informes de conversaciones indirectas entre Washington y Teherán en preparación para una nueva ronda de negociaciones entre el gobierno iraní y el llamado P5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas -China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia- más Alemania).

Además, Lynch llamó a Washington a promover la unificación de las dos principales facciones palestinas y a revivir la llamada "solución de los dos estados", una recomendación también hecha por muchos otros analistas desilusionados con la actual falta de presión de Obama sobre Israel para que detenga la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén oriental.

Desde 2010, Obama y sus correligionarios demócratas han eludido la confrontación con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu (quien no ocultó su apoyo a Romney), pues consideraban que sus posibilidades de reelección dependían en gran medida de caer en gracia frente al poderoso lobby judío-estadounidense.

Sin embargo, esos cálculos demostraron ser erróneos. A pesar de que la Coalición Judía Republicana y el Comité de Emergencia para Israel gastaron decenas de millones de dólares en publicidad en los estados péndulo, y de que Romney acusó a Obama de haber "arrojado a Israel debajo del autobús", 70 por ciento de los votantes judíos apoyaron al presidente.

Este resultado sugiere que los elementos de línea dura y neoconservadores dentro del grupo de presión israelí, que mantiene estrechos vínculos con Netanyahu y con el movimiento de colonos judíos, no tienen tanta influencia como se creía.

Si es así, Obama podría tener más espacio para maniobrar, tanto en el conflicto palestino-israelí como en la crisis con Irán

* El blog de Jim Lobe sobre política exterior se puede leer en http://www.lobelog.com.

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