La seguridad alimentaria en África podría mejorar enormemente si sus agricultores pudieran comercializar sus productos con mayor facilidad dentro del continente, sostiene el Banco Mundial, que urge a los estados a fortalecer el intercambio regional de alimentos.
Solo cinco por ciento de los cereales importados por África proceden del propio continente. El resto es comprado a países de Europa o de Asia sudoriental, o incluso es suministrado por donantes internacionales, lo que genera inflación y un desequilibrio comercial que perjudica sobre todo a los más pobres.
Los precios internacionales de los alimentos básicos alcanzan otra vez picos históricos, debido a la sequía que hubo Estados Unidos en el verano boreal y a la continua demanda de biocombustibles, mientras muchos países africanos se vieron obligados a aumentar la cantidad de alimentos que importan.
El Banco Mundial, con sede en Washington, sugiere que con la concreción y armonización de normas para comerciar alimentos dentro de los bloques africanos es posible mejorar los ingresos de los pequeños agricultores, así como aumentar el cultivo en las tierras cultivables disponibles e incrementar el rendimiento.
"África tiene capacidad para cultivar y poner alimentos de calidad en la mesa de las familias africanas", afirma Makhtar Diop, vicepresidente del Banco Mundial para África.
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"Pero la posibilidad no es aprovechada porque los agricultores se enfrentan con más barreras comerciales para llevar sus productos a los mercados que en ningún otro lugar del mundo", apunta.
En el prólogo de un nuevo informe del Banco Mundial, Diop señala que solo una décima parte de las grandes porciones de tierras cultivables son aprovechadas.
Añade que sería muy fructífero aumentar esa proporción dada la necesidad creciente de alimentos en el continente, e incluso se podría vender al resto del mundo.
Pero hay elementos estructurales significativos que impiden concretar ese objetivo.
El Banco Mundial se concentra en facilitar el intercambio comercial de productos agrícolas, pero hay otros problemas como compartir conocimiento específico entre los estados y la posibilidad de acceder a tecnología que podría resultar útil.
"Los agricultores africanos tienen más barreras para conseguir los insumos que necesitan y llevar sus productos a los consumidores de las ciudades africanas que los proveedores del resto del mundo", escribe Diop.
"Si pudieran lograr el rendimiento que tienen los agricultores de otros países en desarrollo, su producción podría duplicarse o hasta triplicarse fácilmente", añade.
Tras señalar que "las fuentes más cercana de demanda" suelen estar al otro lado de la frontera, Diop responsabiliza de la lentitud en los mercados a los "fragmentados" mercados regionales de alimentos y a las impredecibles y obsoletas normas y políticas comerciales nacionales.
"El concepto de seguridad alimentaria muy a menudo ha sido tergiversado por acotadas posiciones nacionalistas y frecuentemente desviado por intereses específicos que se benefician de la situación actual", señala Diop.
"Es un momento oportuno para abrirse y buscar mercados integrados regionales de alimentos que atiendan la seguridad alimentaria de forma más eficiente y al mismo tiempo permitan a los agricultores obtener más con los ingresos de su trabajo", añade.
Lo básico
"Es algo tan obvio", coincidió Danielle Nierenberg, directora de Nourishing the Planet, con sede en Washington.
"Si Malawi sufre una terrible sequía, Sudáfrica puede ofrecerle alimentos, en vez de tener que depender de la asistencia o de productos importados que no forman parte de su dieta ni de sus valores culturales", dijo a IPS.
"Es una alternativa importante tener un seguro si los agricultores tienen excedentes y nadie a quien dárselo. Así pueden depender de ellos mismos y no de Estados Unidos ni de Europa occidental", apuntó.
Pero Nierenberg también alertó sobre los enfoques demasiado dependientes de los mercados y de insumos como semillas híbridas y fertilizantes químicos, aunque se apuró a aclarar que cada uno de ellos desempeña un papel importante si se usa de forma prudente y limitada.
"Los pequeños agricultores nunca formarán parte del mercado, por lo que necesitamos concentrarnos en que puedan alimentarse a sí mismos y que le sobre algo para vender", apuntó.
"No existe una fórmula mágica", indicó antes de subrayar la necesidad de una variedad de sistemas que juntos creen resiliencia y protejan a los agricultores de los golpes.
"Debo decir que no he visto ni del Banco Mundial, ni de ningún otro gran donante, un interés significativo en soluciones agroecológicas, pese a que los datos están disponibles", observó.
"Seguimos concentrándonos en semillas híbridas y en fertilizantes químicos. Debemos reconocer, por ejemplo, que con el aumento del precio de los combustibles fósiles, los fertilizantes serán imposibles de adquirir para los pequeños agricultores", añadió.
En cambio, apuntar a la infraestructura básica, indicó Nierenberg, marcaría una diferencia significativa, en especial para lidiar con el problema del acopio de alimentos, como unidades de refrigeración, centros de recolección y, en general, modernos almacenes.
"Aun si los agricultores usan semillas híbridas y producen cada vez más granos, si estos se amojosan o se los comen los insectos antes de que los puedan vender o comercializar, todo el trabajo y todos los insumos no habrán servido para nada", planteó.
El papel de la Unión Africana (UA)
El informe del Banco Mundial coincide con el inicio de una cumbre de la UA sobre agricultura y comercio el lunes 29 en Etiopía.
El Banco Mundial llama a la UA a desempeñar un significativo papel en la promoción de conversaciones entre actores regionales sobre cómo aumentar el comercio regional de alimentos, así como "plataforma de conocimiento" que sirvan para propagar lecciones aprendidas e información sobre reformas de comercio agrícola.
Analistas del organismo señalaron que los gobiernos africanos han reiterado su compromiso con la apertura del comercio regional, pero no han avanzado en su implementación y siguen poniendo un gran coctel de restricciones.