BANGLADESH: La violencia pasó, el susto queda

El nerviosismo todavía no se disipó en Bangladesh, donde hace más de una semana un grupo de musulmanes incendiaron y saquearon más de una decena de templos y casas de miembros de la comunidad budista del sur del país.

Miles de budistas tienen la firme convicción de que la violencia no ha terminado en este país de mayoría musulmana.

A pesar de que el gobierno trató de calmar a esa comunidad garantizando el apoyo y la protección del Estado, y de que el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Mizanur Rahman, pidió disculpas por las atrocidades, parece que nada aleja el temor.

"Quedamos impactados con esta violencia inesperada, pero llamamos a todos a mantener la paz, pues el budismo pregona la no violencia", dijo Pranab Kumar Baruya, exprofesor de la Universidad de Dacca, en una entrevista realizada por IPS en el monasterio Dharma Rajika, de la capital.

"Queremos armonía comunitaria. Somos solo un millón de personas y necesitamos el apoyo del gobierno y de la mayoría de la población del país en el que nacimos y en el que el budismo se practica desde hace más de 1.000 años", añadió.

La presión para que el gobierno lance una investigación judicial sobre lo ocurrido aumenta, y los principales empresarios bangladesíes se mostraron temerosos de que una reiteración de este tipo de incidentes tenga un impacto negativo en la imagen, las inversiones y el comercio internacional del país.

La Federación de Cámaras de Comercio e Industria de Bangladesh pidió al gobierno la semana pasada que tomara medidas inmediatas para garantizar "que no vuelvan a ocurrir este tipo de incidentes inesperados".

"Todavía persiste la sensación de miedo en la comunidad budista, y es responsabilidad del gobierno aplacar los temores ofreciendo seguridad y llevando a los culpables a la justicia", dijo a IPS el retirado secretario conjunto del gobierno de Bangladesh, Ranjit Kumar Barua.

Antiguas reliquias destruidas

Los disturbios comenzaron el 29 de septiembre, cuando una multitud de musulmanes atacaron templos budistas e incendiaron casas en el sudeste de Bangladesh, donde reside la mayoría de los miembros de esta comunidad.

Los agresores cantaban consignas antibudistas y causaron disturbios toda la noche en el pueblo de Ramu, en el distrito turístico de Cox’s Bazar. La violencia se propagó a las áreas vecinas y siguió al día siguiente.

El gobierno local debió llamar al ejército, a efectivos paramilitares de la Guardia Fronteriza de Bangladesh y a fuerzas policiales para mantener el orden.

Barua dijo que la muchedumbre quemó antiguas reliquias budistas además de raros manuscritos de hoja de palma con relatos religiosos y populares, conocidos como Puthis, y dañaron varios cientos de estatuas de Buda.

"Casi todos los templos y monasterios, adornados con tallas de madera, fueron quemados y dañados. Tenían cientos de años, algunos de ellos fueron construidos a fines del siglo XVII o principios del XVIII", indicó.

"El daño es irreparable, y no hay nadie en el mundo que pueda compensar esta pérdida. Las heridas pondrán sanar, pero seguirán sangrando en lo profundo de nuestros corazones", dijo a IPS el director residente del Centro Sima Bihar de Ramu, Pragyananda Bhikkhu.

"Los templos pertenecían a los budistas, pero también eran tesoros de incalculable valor para nuestro país, y parte de nuestro patrimonio", destacó el profesor universitario Nehal Ahmed.

La policía y algunos testigos dijeron a IPS que la chispa que encendió la ira de los musulmanes fue la fotografía de un Corán (libro sagrado del Islam) parcialmente quemado, al parecer publicada en Facebook por un joven budista.

Sin embargo, la foto habría sido colocada en esa red social por otra persona, y el joven solo habría sido etiquetado en ella, según un informe inicial sobre lo acontecido.

"Esto es inaceptable en este país de Asia meridional relativamente pacífico", subrayó Ahmed, destacando que Bangladesh no se vio afectado por la violencia desatada en varias naciones islámicas a raíz del filme amateur "La Inocencia de los musulmanes", que ridiculiza al profeta Mahoma.

"Murió mucha gente en las protestas de Pakistán por el filme contra el Islam, pero Bangladesh estuvo bastante tranquilo", apuntó.

Estancamiento político

Dirigentes políticos de la gobernante Liga Awami y del opositor Partido Nacionalista de Bangladesh, se acusaron mutuamente de lo acontecido, con lo que no hicieron más que profundizar la ansiedad de la comunidad budista, que representa menos de uno por ciento de los 167 millones de habitantes de este país de mayoría musulmana.

El ministro del Interior, Mohiuddin Khan Alamgir, quien visitó el lugar de los hechos inmediatamente después, responsabilizó al Partido Nacionalista.

La violencia fue planificada, sostuvo, y añadió que se encontró pólvora y gasolina en las casas y en los monasterios incendiados.

La primera ministra, Sheikh Hasina Wazed, y el ministro del Interior también dieron a entender que la comunidad musulmana rohingya, cuyos miembros están refugiados desde hace dos décadas en el distrito de Cox’s Bazar debido a la persecución y la violencia sectaria en la vecina Birmania, habría instigado los ataques.

Por su parte, Khaleda Zia, dirigente del Partido Nacionalista y exprimera ministra de Bangladesh, dijo el sábado que el gobierno era responsable de lo ocurrido.

Esta semana, la Corte Suprema ordenó al gobierno garantizar la seguridad de la comunidad budista, así como de otras minorías.

En Birmania, Tailandia y Sri Lanka, monjes budistas protestaron delante de las respectivas misiones diplomáticas de Bangladesh para expresar su malestar y reclamar una investigación imparcial de los ataques.

Organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional, pidieron al gobierno de Bangladesh que remitiera de inmediato los culpables a la justicia.

Pero numerosos budistas sienten que el horroroso recuerdo de uno de los peores ataques contra su religión seguirá vivo, independientemente del resultado de las investigaciones.

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