Elecciones municipales reflejan crisis partidaria de Brasil

El tradicional logotipo y las siglas de las agrupaciones políticas casi han desaparecido de los carteles callejeros de propaganda para las elecciones municipales del 7 de octubre en Brasil. Parece ser una muestra de la extinción del protagonismo partidario como representación de la ciudadanía.

El candidato al concejo vecinal "Nelson do barracão" (Nelson, de la casa de venta de materiales de construcción), por ejemplo, apeló a la visibilidad de su trabajo para que los votantes de su municipio, Duque de Caxias, puedan identificarlo mejor cuando digiten su nombre y su número en la urna electrónica. El logotipo del Partido Democrático Laborista (PDT) al que pertenece casi no se distingue en el afiche.

También "Neguinho da bananada" (Negrito del dulce de banana), del Partido Verde (PV) y candidato en el municipio de São João de Meriti, destaca para su promoción el hecho de ser un conocido vendedor ambulante en la zona.

"Voto un candidato y no un partido", dijo a IPS la consultora comercial Alexandra Cristina. "Lo que vale es la persona, su carácter, lo que tenga que ofrecer al país", argumentó.

"Voto programa y candidato", coincidió la enfermera Natalia Viera al ser consultada por IPS. "Uno confía solo cuando conoce su historia", apuntó.
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El nombre del partido incluso se desdibuja, cuando no desaparece, en las campañas de los postulantes para gobernar las más de 5.000 alcaldías de Brasil.

"Queda claro que los partidos en Brasil no existen", interpretó, más drásticamente, el escritor y analista político Eric Nepomuceno en entrevista con IPS.

Nepomuceno tiene dos explicaciones para eso: por un lado, el transfuguismo (permanente cambio de partido de los candidatos) que ilustra en una metáfora futbolística.

"Antes, los futbolistas estaban toda su vida deportiva en un mismo equipo y, en general, eran hinchas de la institución. Hoy uno ve que en solo cinco años los jugadores visten la camiseta de Flamengo, luego de Fluminense, más adelante de Vasco de Gama o de Botafogo", detalló a modo de ejemplo, tomando los principales clubes cariocas.

"Es decir, ese mercantilismo del fútbol tiene su reflejo inmediato en el mercantilismo de la política, con todo lo que esta palabra incluye", puntualizó.

Por otro lado, lo atribuye a las características locales de los comicios municipales en Brasil, donde "la gente vota más por un síndico" (administrador de condominio), mientras que una "parcela pequeña del electorado vota por razones ideológicas".

"El nombre del partido ya no tiene ninguna importancia", lamentó. Este fenómeno, además, tiene lugar en elecciones protagonizadas por partidos tradicionales en la historia de la democracia brasileña, como el Partido de los Trabajadores (PT), de la presidenta Dilma Rousseff y de su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011), y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), ubicados por analistas como de centroizquierda y de centro, respectivamente.

También disputan en la arena política otras agrupaciones históricas, como el centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el derechista DEM, y otros ubicados en los matices de la izquierda en el abanico electoral como el Partido Socialista Brasileño y el Partido del Socialismo y Libertad (PSOL).

En las últimas décadas se han sumado partidos representados por pastores de iglesias neopentecostales en nombre del creciente electorado que procede de sus feligresías.

Fernando Gusmão, un candidato a concejal en Río de Janeiro, no esconde la estrella roja del PT en sus afiches. "Yo mantengo el emblema porque uno hace las cosas en base a su partido y a su plataforma política e ideológica", señaló a IPS.

Pero Gusmão coincide en que Brasil vive "una rebaja de la política" con "electores que ya no votan por partidos sino por personas".

"La referencia del sujeto ya no es el partido, no es su identidad ideológica, no es una bandera…", opinó.

Hélio José Pereira ("Helinho"), quien disputa un cargo de concejal en Duque de Caxias por el PV en una alianza encabezada por el PMDB, y que mantiene el emblema de su agrupación, atribuye la actual falta de protagonismo de los partidos al carácter "local" de los comicios municipales.

"En los últimos años, el elector se identifica más con el candidato que con el partido porque cuando ha ocupado algún cargo sus acciones sociales fortalecen su nombre", dijo a IPS.

La maraña de alianzas partidarias también contribuye a la desfiguración política.

Como destacó Nepomuceno, tan solo la alianza nacional de apoyo al gobierno reúne al PT, a "un simulacro del PDT", que era una agrupación importante de izquierda y hoy no se sabe "qué es", al Partido Comunista de Brasil, "cuyo presidente es católico apostólico y romano, a los evangélicos y al PMDB, que nunca fue un partido sino una configuración de intereses regionales".

"¿De qué partido, de qué alianzas estamos hablando?", preguntó.

El analista Williams Gonçalves, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) consideró que la distinción entre izquierda y derecha continúa en la política brasileña aunque no se manifiesta "bajo la forma de ideologías estructuradas en totalidades". "Como todos deben coexistir en el sistema capitalista de producción, las distinciones se manifiestan en relación a cuestiones que son prácticamente imperceptibles para la mayoría del electorado", explicó a IPS.

"Los candidatos no quieren arriesgarse definiendo una identidad partidaria que, si bien podría traerle algunos votos, creen que le haría perder más", agregó.

Los comicios municipales son considerados importantes para definir el mapa de fortalezas políticas y alianzas con miras a las elecciones presidenciales de octubre de 2014.

El sociólogo Giuseppe Coco, de la UFRJ, sostuvo que Brasil pasa por "una crisis de ideologías y de representación", pero aclaró a IPS que eso no implica la extinción de los partidos, ni en este ni en los países vecinos.

Coco indicó que, aunque varios "nuevos gobiernos" sudamericanos se construyeron con una ideología "orientada de alguna manera a la izquierda", es decir con "una ruptura, aunque moderada, con el neoliberalismo", "no son fruto de la hegemonía de ningún modelo ideológico".

En ese aspecto, el sociólogo diferenció gobiernos "con una gran base popular", como el de Hugo Chávez, en Venezuela, el de Cristina Fernández, en Argentina, y el de Evo Morales, en Bolivia, con el que encabezó Lula en Brasil.

Mientras que los primeros construyeron sus apoyos más que nada a partir de sus liderazgos personales, Brasil "muestra una trayectoria diferente porque atrás de Lula había un partido de izquierda fuerte y estructurado, como es el PT", que luego permitió la continuidad de Rousseff en la Presidencia.

Coco opinó que, pese a que en este país "la crisis de representación" se traduciría menos que en otros lugares en la desaparición de los partidos, los liderazgos oriundos de la lucha contra la dictadura y de los procesos de democratización "comienzan a mostrar signos de agotamiento y ya estamos asistiendo a batallas políticas y electorales de nuevo tipo".

Por un lado, eso tiene como consecuencia un empeoramiento del proceso representativo, "secuestrado por proyectos personales", visibles en figuras que transitan de un partido a otro para afirmar su camino hacia el poder, dijo. En esa dirección mencionó al actual alcalde de Río y candidato a la reelección, Eduardo Paes.

Pero, por otra parte, la crisis estaría dando lugar a "fenómenos nuevos", como el de Marina Silva, ministra de Ambiente del gobierno de Lula, quien demostró una inédita fuerza política en las elecciones generales de 2010 como candidata presidencial del PV.

Lo mismo ocurre, según el sociólogo, con el actual postulante a la alcaldía de Río de Janeiro, del PSOL, Marcelo Freixo, quien construyó su candidatura a partir de consignas como la lucha contra las mafias enquistadas en el poder, y está captando votos ajenos a la ideología de su partido.

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