Intelectuales cubanos miran hacia el espacio público

En paneles de discusión, vía correo electrónico y la blogosfera, intelectuales de Cuba alzan sus voces para alertar con mirada crítica y proponer caminos en pos del desarrollo nacional. Cada vez más, este grupo parece incluir entre sus metas la transformación del espacio público.

Debemos "contribuir a modernizar la esfera pública", una zona colectiva para el intercambio social que necesita ser más "transparente y participativa", defendió el crítico de arte Juan Antonio García Borrero ante la pregunta de IPS sobre cuál sería el encargo social de la intelectualidad frente a los tiempos que vive esta isla caribeña.

Para el autor de la bitácora "Cine cubano, la pupila insomne", una de las primeras en ver la luz como parte de la creciente blogosfera cubana, este colectivo se distingue por comprometerse "en el debate sistemático de ideas (sobre asuntos) que afectan a los hombres y mujeres de su tiempo", para trazar proyectos de futuro.

Vista de manera aislada a la hora de perfilar otros problemas, no fue hasta este año que la temática se abrió a discusión en foros de ese corte.

Un panel analizó en febrero "El sentido de la esfera pública en Cuba", con motivo del 40 aniversario del Centro Teórico-Cultural Criterios. Más tarde, en abril, se presentó en la sede del capitalino Combinado Poligráfico Granma el número 68 de la revista Temas, sobre cultura, ideología y sociedad, dedicado a la comunicación y la esfera pública.
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La mesa organizada por Desiderio Navarro, el director de Criterios, unió voces diversas como el laico católico Roberto Veiga, la bloguera Yasmín S. Portales y el escritor Arturo Arango, entre otras, que abogaron por reactivar la deliberación ciudadana y ganar en la aceptación de opiniones del otro, en especial las contrarias.

La antropóloga María Ileana Faguaga destacó la iniciativa del centro como el primer "intento de abordar un tema imprescindible socialmente, que ha sido escaso o visto como tabú". Por ello, debe analizarse a través del diálogo auténtico y saltar a espacios más comunitarios, insistió entonces la investigadora, cuando conversó con IPS.

Como parte de las transformaciones económicas y sociales encauzadas por el gobierno de Raúl Castro, las autoridades instaron a la participación ciudadana, que tuvo su momento cúspide a inicios de 2011 con los debates, celebrados en barrios y sindicatos de todo el país, para corregir, ampliar y cambiar el documento base de la reforma.

"La clase intelectual puede ayudar a aterrizar un poco más el proyecto de país y ponerlo en sintonía con las demandas reales de la gente", dijo a IPS la comunicadora Tamara Roselló. Para ella, "sería pertinente abrir espacios de polémica de mayor alcance" para desterrar viejas ideas y acoger otras más contemporáneas y colectivas.

A su juicio, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación propician "otra ventana para el diálogo" a considerar por los intelectuales, ya que posibilitan "compartir y socializar ideas", aunque esta alternativa está limitada por la poca cobertura en el país de los servicios de Internet y correo electrónico, puntualizó.

En Cuba se registraron el pasado año 2,6 millones de usuarios en línea, un indicador que incluye a personas con acceso a una red doméstica, Internet o correo electrónico, según los últimos datos aportados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información. En 2010, solo 1,8 de los 11,2 millones de los habitantes del país contaba con alguno de esos servicios.

A pesar de su corto alcance, en el sector intelectual y profesional se instaló la práctica de enviar correos a amplias listas de direcciones para denunciar problemas y hacer circular textos, cartas abiertas y declaraciones, después de que en 2007 estalló una fuerte polémica por esa vía sobre la política cultural cubana.

Tras la aparición de un otrora funcionario del sector cultural en la televisión nacional, el 5 de enero de ese año reaccionaron artistas y pensadores con una oleada de mensajes para revisar el período conocido como "Quinquenio gris" y combatir algunos de sus síntomas que, según sus remitentes, laten en el presente.

Iniciado en los años 70, el "Quinquenio gris" fue una etapa de la historia reciente, que abarcó en realidad más de cinco años, caracterizada por la aplicación de parámetros a la producción cultural y de pensamiento, y la censura de obras y autores por razones ideológicas y de orientación sexual, entre otras.

El debate sin precedentes de 2007, bautizado con nombres como "guerra de los emails" o "plazoleta electrónica", tocó también diversos asuntos en los más de 200 mensajes y artículos recibidos aquellos días en el buzón de IPS. Entre ellos, se habló del derecho de la intelectualidad a opinar sobre cualquier tema de la sociedad cubana en el presente.

Cuando se desató la ola de mensajes, que motivó también ciclos de conferencias y publicaciones de libros sobre el tema, el joven investigador Lázaro Israel Rodríguez contaba con pocos años de carrera laboral. "La cuestión de lo público, sin confundirlo con lo estatal, resulta imprescindible para pensar al intelectual y su rol social en Cuba", defiende en la actualidad.

Al juicio del especialista en políticas públicas, entre las tareas de esa comunidad está "romper tensiones históricas de exclusión social por razones de raza, etnia, género, preferencia sexual; filiación política, credo, clase, origen o residencia", problemas poco incluidos en la agenda de los espacios masivos de deliberación ciudadana en la isla.

Fuentes especializadas señalan como un reto para fortalecer la esfera pública cubana lograr que el diálogo sobre discriminaciones que laceran y desunen a la sociedad de la nación caribeña traspase los predios profesionales y académicos para ramificarse en las comunidades.

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