Estudiantes universitarias del movimiento «Yo soy 132» expresan en México su malestar por una realidad en la que el desempleo y la violencia hacen de ellas sus principales víctimas.
La demanda inmediata es la «democratización» de los medios de comunicación y su rechazo al candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, la fuerza que mantuvo la hegemonía del poder en México entre 1929 y 2000, y sigue controlando importantes bastiones regionales.
Pero las jóvenes del movimiento suman a la agenda el reclamo de que este país no garantiza a toda la población los derechos a la educación, el empleo y la seguridad.
En ese mar multicolor y diverso del «Yo soy 132», un movimiento que agrupa a estudiantes de universidades públicas y privadas, jóvenes consultadas por Cimacnoticias /IPS coinciden en que faltan oportunidades para ellas y las demás mujeres.
Sus voces son el eco de una protesta social que se veía venir al menos desde la segunda mitad del actual sexenio del presidente Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional ante la alta tasa de desempleo, la exclusión educativa y el incremento galopante de la violencia, problemáticas que han pegado sobre todo a las y los jóvenes.
[related_articles]
En México hay 15 millones 167 mil 260 mujeres de entre 15 y 29 años, según el Censo de Población y Vivienda 2010. Paula Santoyo forma parte de ese grupo poblacional. Tiene 21 años y estudia economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México.
A la demanda de una «verdadera democracia» a partir de que se informe con «calidad y fundamentos» a la población para que «pueda criticar a su gobierno», Santoyo suma que se respete su derecho a la libertad de expresión y a caminar segura por la ciudad «sin ser agredida, ni sentir temor al viajar en la noche en transporte público».
A sus 25 años, Atzelbi Hernández, estudiante del Colegio de Estudios Latinoamericanos de la facultad de filosofía y letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), expresa su preocupación por el «limitado acceso» a la educación pública en el país.
Su reclamo tiene sentido porque 20 por ciento de los 36,2 millones de jóvenes que hay en el país no estudia ni trabaja. De esos más de siete millones de jóvenes, 75 por ciento son mujeres, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Juventud 2010.
Las entidades que concentran el 53 por ciento de las y los jóvenes sin acceso a empleo y educación son los estados de México, Veracruz, Nuevo León, Jalisco y el Distrito Federal.
Hernández, también integrante del Comité Estudiantil Metropolitano, explica que la «democratización» de los medios de comunicación implica la desaparición de los monopolios y que haya contenidos plurales.
«Los medios no pueden seguir al servicio de los dueños del dinero», exclama.
Lucía, de 19 años, no da su apellido, pero se identifica como estudiante de teatro del Centro Nacional de las Artes.
Ella coincide en la importancia de que la juventud tenga acceso a la educación, pero también a la cultura y considera que esta también debe ser una demanda de «Yo soy 132».
A la joven le «aterra el mar de sangre en que se ha convertido México».
Luz María tampoco da su apellido. Ella tiene 20 años y estudia ciencias políticas en la facultad de estudios superiores Acatlán.
Para esta joven la violencia contra las mujeres es una de sus preocupaciones, a tal grado, que teme salir de su casa en el estado de México, colindante con el Distrito Federal, las dos entidades por las que se expande la megalópolis capitalina.
Y es que entre 2005 y 2011 en el estado de México, cuando lo gobernó Peña Nieto, fueron asesinadas 922 mujeres, según registros del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.
El observatorio reporta también que tan solo entre 2009 y junio de 2010 hubo 1.728 homicidios de mujeres en 18 estados del país. De las víctimas, 53 por ciento tenía entre 21 y 40 año.
Melisa, estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, dice que se sumó al movimiento «Yo soy 132» para lograr un cambio en el país con la participación de las voces jóvenes, que además de ser críticas también son propositivas.
A la estudiante de 20 años le preocupan la calidad de educación y su futuro laboral. Dice que pretende iniciar una maestría al concluir la licenciatura.
Comenta que tras culminar su posgrado le gustaría laborar en una organización civil o institución pública protectora del medio ambiente.
En un estudio reciente, el Fondo de Población de las Naciones Unidas señala que en México las y los jóvenes tienen hasta «tres veces menos» probabilidades de conseguir un empleo.
Las estadísticas oficiales indican que el desempleo en mujeres de 20 a 29 años aumentó de 7,7 por ciento en 2007 a 10,4 por ciento en 2011.
Las movilizaciones estudiantiles de 1968, 1971 y 1999 son los antecedentes más llamativos de la organización de los miles de jóvenes que hoy conforman el movimiento «Yo soy 132».
Las encuestas electorales coinciden en dar a Peña Nieto como favorito para las elecciones del 1 de julio, seguido de Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática, cuya candidatura tomó vuelo desde la irrupción del movimiento estudiantil el 11 de mayo.
En 1968 estudiantes de la UNAM y del Instituto Politécnico Nacional, junto con docentes, intelectuales e integrantes del movimiento obrero, tomaron las calles para protestar contra el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.
Las manifestaciones fueron reprimidas en varias ocasiones y culminaron con el asesinato de centenares de inconformes el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.
Tres años después, con Luis Echeverría en la Presidencia, la historia de represión se repitió cuando las y los jóvenes salieron a exigir justicia para la matanza de Tlatelolco con la consigna «¡2 de octubre no se olvida!».
En 1999 las y los estudiantes de la UNAM retomaron la protesta, esta vez para impedir la imposición de cuotas en la máxima casa de estudios.
* Este artículo fue publicado originalmente por la agencia de noticias de la mexicana Comunicación e Información de la Mujer AC, Cimac.