ISRAEL-LÍBANO: La guerra que no terminó

Mientras sigue pendiente la amenaza de una guerra contra Irán y sus aliados en Líbano y Gaza, vuelven las preguntas sobre otro conflicto, lanzado hace 30 años: la Primera Guerra de Líbano.

La invasión de Líbano por parte de Israel, iniciada el 6 de junio de 1982, no fue una opción fácil. Los veteranos de guerra todavía lidian con este controvertido episodio de la historia del Estado judío cuyo nombre, objetivos y legado nunca quedaron oficialmente saldados.

Los recuerdos de aquella guerra tienen repercusiones en la actualidad. Aquel conflicto nunca terminó realmente.

"Todos tenemos versiones radicalmente diferentes de los hechos", dijo David Erez (nombre ficticio), ahora de 52 años y entonces comandante de una brigada del 50 Batallón Aerotransportado, en una conmemoración de veteranos.

"Fuimos enviados a muchas misiones. Es difícil encontrar a dos personas con recuerdos idénticos", agregó.
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El objetivo públicamente declarado de la invasión fue expulsar a las fuerzas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), de Yasser Arafat, que habían establecido "un estado dentro del estado" de Líbano, y bombardeaban poblados y aldeas del norte de Israel.

También buscaban hacerlas retroceder a unos 40 kilómetros de distancia de Israel.

"Aterrizamos unos 60 kilómetros al norte de la frontera", recordó Ethan Even (nombre ficticio), del 50 Batallón.

"Nos apostamos en la autopista costera que conectaba Tiro y Sidón con Beirut, y en la cadena montañosa que miraba al mar Mediterráneo, y tendimos una emboscada a terroristas palestinos, cortándoles su ruta de retirada", narró.

Esos fueron tiempos aleccionadores para Even. "Veinticuatro horas después de haber aterrizado nos ordenaron que nos trasladáramos a pie unos 17 kilómetros en dirección norte. En un plazo de 12 horas, distinguiríamos Beirut en el horizonte. Fue alucinatorio. Algunos de nosotros realmente creímos ver la (norteña) ciudad israelí de Haifa", agregó.

Tras una semana de combates puerta a puerta en lo profundo del territorio libanés, llegaron a Kfar Sil, cerca del aeropuerto internacional ubicado en las afueras de Beirut. Fue la primera vez en la historia que soldados israelíes ocuparon una capital árabe.

Luego los paracaidistas acamparon en la metrópolis y sus alrededores -donde ya eran visibles los daños causados por siete años de implacable guerra civil-, sitiando el occidente de Beirut, que controlaba la OLP.

Finalmente, en agosto, se permitió a los combatientes palestinos abandonar la ciudad. Arafat fue expulsado a Atenas, reapareció en Trípoli y un año después se exilió en Túnez, donde reubicó la sede de la OLP.

En 1994, tras los históricos Acuerdos de Oslo, firmados en septiembre de 1993 entre Israel y la OLP, Arafat fue finalmente autorizado a establecer la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en las ocupadas Cisjordania y Gaza.

Pero la guerra de 1982 no puso fin a la presencia de la OLP en Líbano, y soldados israelíes permanecieron en Beirut. Fue entonces que el hoy documentalista Even se dio cuenta de que "Ariel Sharon (ministro de Defensa de Israel en aquella época) tenía motivos ulteriores: quería no solo pacificar Líbano, sino también imponer un nuevo orden allí".

"Escoltamos a los legisladores libaneses a punta de arma en vehículos blindados hasta el parlamento, para hacer que votaran por Bachir Gemayel", dijo Even.

Líder del derechista y cristiano Partido de las Falanges Libanesas, Gemayel fue un aliado clave de Israel.

En agosto de 1982 fue electo presidente. Pero tres semanas después, nueve días antes de asumir su cargo, fue asesinado cuando una bomba explotó en la sede de la Falange. A la mañana siguiente, 15 de septiembre, paracaidistas israelíes invadieron el occidente de Beirut, "para llenar el vacío de poder y aplicar la ley y el orden", explicó Even.

Por la noche, Israel autorizó a milicianos de la Falange a despejar de todo combatiente de la OLP los campamentos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila. Las fuerzas armadas israelíes eran reticentes a exponer más a sus propios efectivos.

Determinada a vengar la muerte de su líder, la Falange se sumió en una vorágine asesina. Unos 800 refugiados palestinos fueron muertos en lo que se conoce como "la masacre de Sabra y Chatila". Soldados israelíes rodeaban los campamentos.

"Oímos disparos. Nuestro batallón lanzó llamaradas de mortero para chequear qué estaba ocurriendo, y por lo tanto facilitó indirectamente la horripilante operación de la Falange", recordó Even.

Una comisión investigadora concluyó que Sharon tuvo "responsabilidad personal" por no haber impedido la masacre. Un año después, terminó renunciando. Durante la segunda Intifada (revuelta palestina, 2000-2005), se convirtió en primer ministro.

Mientras, Amin Gemayel sucedió a su hermano en el poder. Obligado a firmar un acuerdo de paz con Israel en 1983, bajo presión de Siria, lo derogó al año siguiente.

Por entonces, la "Operación Paz para Galilea" había pasado a ser la "Guerra por la Paz en Galilea". Luego se renombró "Guerra de Líbano", cambiando a "Primera Guerra de Líbano" en 2006, cuando Israel libró la "Segunda Guerra de Líbano".

"No sorprende que no llevara ni uno ni 10 años, ni siquiera 25, si no 30, conmemorar esta guerra, como sea que se la llame", dijo Even.

Acérrimos defensores de la guerra de 1982 sostienen que esta obligó a Arafat a abandonar la "lucha armada" contra Israel. Los críticos retrucan que precipitó la creación del partido y movimiento chiita libanés Hezbolá, un enemigo de mucha más envergadura que la OLP cuyos miles de misiles y cohetes amenazan ahora a Israel.

Intentando superar la polémica sin fin, los veteranos se mostraron prácticamente unánimes en la idea de que la calma prevaleciente es "ilusoria".

"Israel y Líbano volverán a enfrentarse en una tercera ronda de confrontaciones", concluyó Even con tristeza.

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