Desigualdad territorial se hace visible en América Latina

Teófila Anchahua cría cuyes en la Sierra Sur peruana con ayuda del microcrédito Crédito: Julio Angulo/IPS
Teófila Anchahua cría cuyes en la Sierra Sur peruana con ayuda del microcrédito Crédito: Julio Angulo/IPS

Las zonas rurales menos pobladas y con mayor presencia indígena o afrodescendiente de América Latina son las que muestran un rezago de desarrollo más marcado respecto del promedio de cada país, revela el Informe Latinoamericano sobre Pobreza y Desigualdad 2011.

De acuerdo al estudio, presentado este miércoles 9 en Santiago por el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, la desigualdad territorial constituye una de las aristas menos abordadas del problema de la inequidad, e impacta con especial fuerza en los sectores rurales de la región.

De esta forma, no da lo mismo nacer o vivir en cualquier sitio de un país, porque el lugar de residencia determina la condición socioeconómica y las posibilidades de acceso a bienes que garanticen el bienestar, sostiene el estudio.

También se indica que en la región –que sigue siendo la más inequitativa del mundo– puede haber países con un desarrollo relativamente bajo, pero en los que no hay territorios particularmente rezagados ni adelantados respecto de la media nacional.

Mientras, otros países con desarrollo medio relativamente alto albergan solo unos pocos territorios con resultados satisfactorios y el resto aparecen muy rezagados.
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Para este diagnóstico, Rimisp recabó información en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua y Perú sobre seis dimensiones socioeconómicas diferentes: salud, educación, dinamismo económico y empleo, ingresos y pobreza, seguridad ciudadana e igualdad de género.

"Uno de los datos más consistentes señala que prácticamente en todos los países de la región se replican las mismas desigualdades, las mismas brechas y en el mismo tipo de territorios", explicó a IPS la socióloga Ignacia Fernández, coordinadora del estudio.

"La excepción se da en materia de desigualdad de ingresos y seguridad ciudadana, donde son los territorios urbanos y densamente poblados los que están más afectados", agregó Fernández, doctora en sociología por la Universidad de Barcelona.

La principal conclusión señala que los análisis de las cifras o promedios nacionales no aportan al diseño e implementación de políticas públicas que contrarresten la pobreza y la desigualdad, ya que en ellos no se analizan las particularidades de territorios, comunas o regiones.

Esto puede conllevar a que algunas políticas públicas en vez de ayudar a la solución, mantengan o profundicen el problema.

"La tiranía de los promedios lo que hace finalmente es esconder diferencias muy importantes. Un caso relevante es Chile que, en general, mantiene un buen promedio respecto de la región. Sin embargo, tiene comunas con indicadores semejantes a Nigeria y otras que están como Suiza. Hay dispersiones muy grandes que normalmente no se ven", ejemplificó Fernández.

Las respuestas de políticas y soluciones van al promedio y, por lo tanto, "hay mucho conformismo", opinó.

El economista Pablo González, coordinador del Informe de Desarrollo Humano de la Organización de las Naciones Unidas llamó a pensar la política desde el territorio y a generar, a partir de este, una propuesta de desarrollo en que las personas puedan expresar sus necesidades.

"Estamos en uno de los continentes que exhibe la mayor desigualdad del mundo, junto con países del sur de África, y esa desigualdad tiene una expresión territorial importante que va desde localidades en la región que son comparables a los polos más desarrollados del mundo, a localidades que están en niveles comparables a los que están con mayor retraso", señaló a IPS el funcionario del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

González explicó que hay brechas que también expresan problemas de gestión, principalmente en los enfoques sectoriales, sin que exista una coordinación.

"Sería muy distinto si el enfoque fuera desde abajo hacia arriba, centrado en una unidad de territorio que puede ser el proyecto de vida de las personas, la comunidad, la familia, y hay referencias internacionales que hacen eso", dijo.

"Los temas complejos de la política del futuro se tienen que hacer así y no sectorialmente. Temas como la igualdad de género, por ejemplo, requieren un trabajo multisectorial, y la unidad que tiene ventajas comparativas para hacerlo es el territorio", abundó.

El informe destaca tres políticas sectoriales con impactos territoriales diferenciados: la educación descentralizada de Chile, el programa de desarrollo rural de México y el Bono de Desarrollo Humano de Ecuador.

Si bien estas iniciativas tienen propósitos y alcances distintos, coinciden en un aspecto: sus resultados de conjunto son positivos, pero cuando "estos se analizan de manera desagregada espacialmente, se revelan importantes desigualdades en sus resultados e impactos", dice el informe.

En la práctica, "se termina profundizando el problema porque abarcan soluciones que no están a la medida de soluciones particulares con problemáticas particulares y diferentes", afirmó Fernández.

Por ejemplo, "si uno mira las cifras agregadas en México en los últimos 20 años, la desigualdad a nivel general disminuye, la desigualdad a nivel urbano disminuye, en cambio a nivel rural aumenta, pese a que tuviste recursos puestos a través de un programa específicamente dedicado a los sectores rurales", ejemplificó.

En contraste, el estudio expone dos buenos ejemplos de gestión local para la superación de la pobreza: el Proyecto de Desarrollo Sierra Sur, en Perú, y Territorio Solidario de las Provincias del Sur de Santander, departamento del noreste de Colombia.

El proyecto Sierra Sur, iniciado en 2005 con financiación del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), se basa en apoyar iniciativas de 230 organizaciones campesinas para mejorar la calidad productiva de sus recursos naturales e iniciativas de negocios rurales para otras 300 organizaciones, mediante un proceso transparente, local y en el que inciden las comunidades participantes.

La experiencia de Territorio Solidario abarca 52 municipios del departamento colombiano de Santander, donde la economía solidaria se desarrolló enraizada en la fuerte tradición social, cultural y económica del cooperativismo, que comenzó en los años 60 a impulsos de la católica Pastoral Social.

Para González "ambos modelos son interesantes de mirar". En su opinión, se trata de "superar enfoques que hacen énfasis en cuestiones unidimensionales, como los ingresos, los criterios de eficiencia o incluso la forma en que se mide tradicionalmente la pobreza".

Hay que "preguntarle a la gente qué es lo que considera valioso y los resultados que se van a obtener". Así se puede "relegitimar la acción política y las políticas públicas", concluyó.

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