«Les cuesta mucho conseguir la comida, pero son gente muy noble. Ellos comieron un plato de frijoles y yo tuve el privilegio de que, además, me dieran un huevo y un poco de agua hervida», relató a IPS el guatemalteco Diego Orozco, de 18 años, que el fin de semana convivió con una familia rural empobrecida.
"Lo más valioso fue darme cuenta de la importancia del agua. A ellos les llega cada cuatro días, y les cuesta mucho bañarse y tomarla. Si no tienen agua no tienen cómo regar su siembra y, si no hay siembra, no tienen comida", añadió asombrado, tras alojarse el sábado 28 y el domingo 29 con campesinos del occidental departamento de Quetzaltenango.
Como Orozco, más de 6.000 jóvenes de clase media y media alta, capitalinos la mayoría, visitaron esos días 14 departamentos del país para convivir con familias de escasos recursos y conocer de cerca la pobreza y la desnutrición que las agobia.
En la actividad también participó el presidente de la República, el derechista general retirado Otto Pérez Molina, además de ministros y otros funcionarios públicos, que sumaron más de 1.500 personas, según los organizadores.
La iniciativa "Todos tenemos algo que dar" incluye al sector privado y a la gubernamental Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional, y pretende sensibilizar a los jóvenes sobre la pobreza y la desnutrición con miras a que participen en la búsqueda de soluciones.
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En Guatemala, que soporta la más grave desnutrición crónica en América Latina, uno de cada dos niños y niñas menores de cinco años padece este mal, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Además, 54 por ciento de sus 14 de millones de habitantes viven en condiciones de pobreza, mientras que 13 por ciento la mayoría indígenas subsisten en la indigencia, según la estatal Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2011.
"Nosotros desperdiciamos el agua y no valoramos lo que nuestros papás nos dan. Todos somos humanos y todos tenemos que tener lo mismo, no unos menos y otros más. Hay personas que se esfuerzan y a las que les cuesta mucho salir (superarse), y otras que no luchan y salen", concluyó Orozco.
Durante la actividad, los visitantes se albergaron en las escuelas públicas más cercanas a las comunidades que visitaron, comieron con las familias campesinas, participaron en sus labores cotidianas e intercambiaron opiniones sobre sus realidades.
Juan Carlos Girón, de 18 años, sigue estudios diversificados en un centro privado y el fin de semana se alojó con una familia en la aldea de las lomas de Vixbén, en el municipio de Huitán, Quetzaltenango.
"Visité a una pareja con nueve hijos. Su condición es pobre, pero muy noble. Tienen una cocina pequeña de leña, unos cuantos platos, techo de lámina agujereada y piso de tierra", relató a IPS.
"El señor de la casa me contó que la semana pasada los niños no tuvieron qué comer porque no tenían dinero y a mí me recibieron con comida especial (hígado de oveja) que compraron con todos sus ahorros, cuando ellos suelen comer tamales de maíz con café o agua", agregó.
"Me sentí muy apenado y triste porque yo sé que muchas personas en el mundo no aprovechan lo que tienen", matizó.
Girón ayudó a la familia a lavar ropa y platos, a cortar leña y a llevar a pastar a ciervos y ovejas. En ese tiempo pudo observar a los dos niños pequeños de la familia. Entonces, algo le llamó la atención.
"Era una niña de cinco años pero tenía la estatura de una de tres, y además era flaquita. Ellos decían que comían bien, pero uno se daba cuenta de la realidad", dijo el joven, quien admite que no se puede quejar de la vida que lleva.
Guatemala es considerado uno de los países más desiguales del mundo. Casi 80 por ciento de sus tierras productivas están en manos de cinco por ciento de la población, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Los organizadores de "Tengo algo que dar" se mostraron satisfechos.
"Fue algo muy positivo y muy especial, un encuentro entre seres humanos con una sola visión, la búsqueda de soluciones conjuntas entre dos realidades: la de la Guatemala urbana y la de la rural", dijo Luis Enrique Monterroso, titular de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional, a IPS.
La iniciativa, que es parte del plan gubernamental "Hambre Cero" para combatir la desnutrición, no termina allí.
El funcionario explicó que en mayo realizarán una exposición de soluciones alimentarias donde se presentarán diferentes experiencias y, en junio, una "coperacha" (campaña de solidaridad) nacional, donde se recibirán aperos para agricultores y proyectos para atacar la desnutrición.
"Y en julio volveremos a las comunidades con una propuesta de solución individual o colectiva. Ese es el momento que nos dará la calificación sobre el trabajo que hicimos", dijo.
El empresario y organizador de la actividad, Emilio Méndez, declaró: "Mientras no logremos una convergencia de esfuerzos, el problema de la desnutrición no se va a solucionar. Cada vez se hará más grande y nos va a rebotar".
"Es una tragedia pensar que 50 por ciento de los niños guatemaltecos están desnutridos. Esto significa que 50 por ciento del futuro de Guatemala está comprometido", lamentó.
Mientras, en las comunidades visitadas quedó sembrada una semilla de ilusión.
"Me pareció bien su llegada porque los chavos (muchachos) vienen de otro lugar a conocer el trabajo que hacemos cada día", dijo a IPS el joven Delvi Pérez, de 18 años, dedicado de lleno a la agricultura.
Su familia, residente en una comunidad de Huitán, a menudo se encuentra en aprietos para alimentarse. "La verdad es que no nos alcanza. Sembramos de 11 a 15 cuerdas (entre cuatro y seis hectáreas) al año de granos básicos y hortalizas, pero como somos 11 debemos arrendar tierra en otros lados", explicó.
"Yo pienso que van a hacer algo por nosotros. No estoy seguro, pero nos podrían ayudar con abono para el terreno, (para así) tener una buena producción", concluyó.