La cantidad de embarazos en menores de 19 años de edad aumenta en Guatemala, a la par de la deserción escolar, la desintegración familiar y un largo etcétera de conflictos sociales conexos.
Datos del Ministerio de Salud y Asistencia Social muestran una línea ascendente con 41.529 embarazos en niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años en 2009, seguidos de 45.048 en 2010 y de 49.231 el año pasado, lo cual hace en este último caso un promedio diario de 135.
La lista de factores que inciden en la maternidad precoz es larga y va desde la falta de educación sexual, hasta la influencia de la Iglesia Católica y su negativa al control de la natalidad, y la impunidad de las violaciones de menores, según Mirna Montenegro, del no gubernamental Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva.
Lo que más impacta a esta activista social son los embarazos en niñas. "¡Imagínese que en 2011 hubo 21 partos de niñas de 10 años! Hay que agregar que no contamos con un sistema de protección social para ellas", dijo a IPS.
"Somos de los pocos países que tienen embarazos en niñas de entre 10 y 14 años; solo en 2011 se registraron 3.046 partos en Guatemala", detalló. "Legalmente, el embarazo de una menor se produce al cometerse el delito de violación, entonces debería haber igual número de procesos judiciales en las cortes, pero no los hay", lamentó.
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Montenegro afirmó que el sistema de justicia de Guatemala aún encuentra graves problemas para castigar a los responsables de estos casos. "Se trata de una violación en la que, cuanto menor es la víctima, más cercano es el lazo familiar que la une con el victimario", explicó.
En tanto, la posición de la Iglesia Católica, con su negativa al uso de anticonceptivos y a un abordaje amplio de la sexualidad para evitar embarazos no deseados y enfermedades con esa vía de transmisión, también representa un obstáculo, señaló. "Tiene que ver en la formación de las familias", agregó.
Para evitar los embarazos no deseados, los ministerios de Salud y de Educación firmaron un convenio de cooperación en 2010 para implementar programas en la jurisdicción de ambas carteras en los seis departamentos con los más altos índices de VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), muerte materna y otros indicadores negativos.
"Ha habido avances en sensibilizar a maestros y maestras y generar materiales didácticos, módulos y contextualizar los departamentos. Pero ello aún no se ve en las aulas, pues se queda a nivel de direcciones departamentales y ministerios", sostuvo Montenegro.
En 2009, se reglamentó la Ley de Planificación Familiar, lo cual permitió que la educación sexual llegara a la escuela primaria y facilitara el acceso a métodos de anticonceptivos. Al año siguiente se aprobó la Ley de Maternidad Saludable, que obliga a las autoridades de salud a garantizar los servicios y atenciones básicas antes, durante y después del embarazo.
Pero las nuevas normativas aún no logran detener los embarazos juveniles.
Una de cada cinco guatemaltecas que dan a luz tiene entre 10 y 19 años de edad, un indicador que pone a este país con la tasa de fecundidad adolescente más alta de América Latina, según el estudio "Por ser niña ¿Y los niños qué?", realizado en 2011 por la organización de protección a la infancia Plan Internacional.
Existen factores culturales arraigados que también alientan los embarazos e impiden a la mujer lograr mejores oportunidades de vida.
La psicóloga Cecilia Fajardo, de la no gubernamental Asociación Pro Bienestar de la Familia de Guatemala, dijo a IPS que "todavía se nos marca que las mujeres tenemos ser mamás y esposas, a lo cual tenemos derecho, pero no se nos habla de otras formas para superarnos".
La experta advirtió que los embarazos en niñas y adolescentes persisten y "podrían ser más" que lo reportado por el Ministerio de Salud, dado que "muchos partos ocurren en casa o terminan en un aborto sin que lo conozcan las autoridades".
Para ayudar a las adolescentes, la Asociación Pro Bienestar de la Familia de Guatemala ha implementado programas novedosos en centros educativos, que permiten interiorizar a los jóvenes con el embarazo, la paternidad y la maternidad, con herramientas como el "bebé electrónico" y el simulador de embarazo.
"El simulador de embarazo es un chaleco que tiene el busto y el vientre que pesa 25 libras (11 kilogramos), que es un promedio de lo que sube de peso la mamá con el líquido amniótico. Esto le genera 26 signos y síntomas físicos distintos a los adolescentes", explicó Fajardo.
Mientras que el bebé electrónico es un neonato menor a 45 días con 94 funciones, que expresa con el llanto necesidades como hambre y sueño.
"Así nosotros les damos herramientas a las jóvenes para que conozcan sobre su sexualidad y salud reproductiva. No les imponemos no ser madres", concluyó.
En las zonas rurales de este país con 14 millones de habitantes, hay 114 madres menores de 20 años por cada 1.000, según la gubernamental Encuesta Nacional Materno Infantil 2008/2009.
Silvia Maldonado, de la no gubernamental Alianza Nacional de Organizaciones de Mujeres Indígenas por la Salud Reproductiva, comentó a IPS que la deserción escolar, la desnutrición y la discriminación son algunas de las consecuencias de los embarazos juveniles.
Por eso, consideró, la educación es uno de los factores más importantes para evitar este fenómeno que trunca la vida de miles de adolescentes y que tiene a muchas "niñas criando niños".
"Es importante que se aborde la sexualidad en los centros educativos y que los padres de familia hablen con sus hijos a profundidad sobre este tema para evitar más embarazos en niñas y jóvenes", señaló.