Los partidos políticos de Malí reclaman al gobierno que abra conversaciones para poner fin a la rebelión de nómades tuareg que estalló a mediados de enero en el norte del país y que ya ha desplazado a decenas de miles de personas.
La mayoría de los 55.000 desplazados huyen de los combates en el norte. Pero otros escapan de conflictos étnicos y manifestaciones violentas en ciudades del sur.
El alzamiento del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA) ya causó decenas de muertos del ejército y rebeldes, aunque todavía no hay fuentes independientes que aporten números precisos.
En un comunicado del martes 7, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) informó del envío de equipos de emergencia a países limítrofes para ayudar a cubrir las necesidades de unos 20.000 refugiados allí asentados.
"En las últimas tres semanas, por lo menos 10.000 personas cruzaron a Níger, 9.000 hallaron refugio en Mauritania y 3.000 en Burkina Faso", dijo en Ginebra el portavoz de Acnur, Adrian Edwards.
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"Muchos de los recién llegados están durmiendo a la intemperie y tienen poco acceso a refugio, agua limpia, servicios de salud y alimentos", dijo Edwards.
La Cruz Roja estima que otros 30.000 fueron desplazados dentro de Malí desde el primer ataque del MNLA, el 17 de enero, contra la localidad de Menaka.
Los rebeldes, que reclaman un Estado independiente en la zona norteña de Azawad, siguen atacando guarniciones del ejército.
La indignación popular por los ataques ha ido creciendo en el sur. Se registraron manifestaciones violentas en varias de sus ciudades, entre ellas Kayes, Ségou y la capital, Bamako, entre el 31 de enero y el 2 de este mes.
Las marchas se organizaron como respuesta a lo que los manifestantes consideran una reacción "tímida" de las autoridades, pero en muchos casos degeneraron en disturbios.
Modibo Diaby, habitante de la sureña localiadad de Kati, dijo a IPS que vio saqueos a numerosos comercios de tuaregs, o a personas consideradas de esa etnia. Escenas similares se vieron en otros lugares.
El presidente Amadou Toumani Touré llamó a la población a no confundir a los insurgentes con los civiles tuareg.
"Quienes atacaron barracones militares y otros sitios en el norte no deben ser confundidos con nuestros compatriotas tuaregs, árabes, songhais, peuls, que viven con nosotros", dijo Touré en un discurso televisado el día 1.
El mandatario insistió en las operaciones militares contra los rebeldes. "El ejército tiene todo lo que necesita para garantizar la seguridad de nuestro pueblo. Continuaremos enviando armas y municiones", agregó.
En busca de aliviar las tensiones étnicas, el ministro de Infraestructura y Transporte, Ahmed Diane Semega, insistió un día después que no todos los tuaregs son parte de la rebelión.
"De los casi 3.600 tuaregs que hay en el ejército nacional, menos de 100 han desertado", señaló.
Esta es la cuarta rebelión tuareg que vive Malí desde la independencia del régimen colonial francés en la década de 1960. La última concluyó en 2008.
Según una fuente militar, 300 combatientes tuaregs el mayor contingente de tuaregs que regresaron de Libia tras la caída de Muammar Gadafi fueron desplegados junto al ejército en las áreas de Kidal, Tessalit y Gao, todas en el norte.
Esos combatientes, de la comunidad tuareg de los "imghad" (pastores), fueron puestos bajo el mando del coronel Elhadj Gamou, un tuareg que se unió al ejército de Malí según los términos de un acuerdo de paz que en 1992 puso fin a un levantamiento en la misma región.
El 3 de diciembre, bastante antes del último alzamiento, dos representantes de esa comunidad tuareg el coronel Waqqi Ag Ossad y el comandante Inackly Ag Back se reunieron con el presidente y le dijeron que su grupo estaba listo para deponer las armas y servir al Estado.
Según Cheikna Hamalla Sylla, periodista radicada en Bamako, la presencia de los soldados imghad es el motivo por el que se ha postergado hasta ahora un ataque contra el principal objetivo de los rebeldes, la ciudad de Kidal.
Varias fuentes indican que la rebelión obedece al regreso masivo de tuaregs armados que formaban parte del derrotado ejército de Gadafi. El régimen interino libio no controla las fronteras y ha sido incapaz de desarmar a estos hombres antes de que retornaran a su país.
Algunos de ellos, descontentos por su situación y falta de perspectivas al regresar a Malí, encendieron la mecha del nuevo alzamiento. Distintos medios reportan que están bien armados.
Pese a las continuas operaciones militares contra los rebeldes, Touré declaró que su gobierno no pospondrá las elecciones presidenciales previstas para el 29 de abril.
Según Dioncounda Traoré, presidente de la Asamblea Nacional y candidato a los comicios de abril, el presidente se comprometió a hacer todo lo necesario "para retirarse el próximo 8 de junio, de acuerdo con la Constitución, luego de organizar elecciones creíbles y transparentes".
Los dirigentes políticos reclaman al gobierno que organice un foro de paz y reconciliación entre el 17 y al 19 de este mes y solicitaron a las autoridades que pidan a los gobiernos de Argelia, Burkina Faso, Mauritania y Níger ayuda para iniciar un diálogo.
También quieren que el gobierno apele a prominentes tuaregs y árabes que se mudaron a países vecinos, y a los embajadores de Francia, Estados Unidos y la Unión Europea, para que apoyen la creación de un foro de paz y reconciliación.
El gobierno de Argelia acogió a inicios de este mes conversaciones entre representantes de Mali y líderes tuaregs, que hasta ahora no han dado resultados.