La caída de la desocupación en Chile, celebrada por el gobierno, no alcanza para contentar a expertos y trabajadores, que reclaman por la acumulación de tareas esporádicas, el subempleo y las bajas remuneraciones con la consecuente acentuación de la endémica desigualdad.
El ministro de Economía, Pablo Longueira, aseguró que la creación de 600.000 empleos permitió bajar la desocupación a 6,6 por ciento de la población económicamente activa en el último trimestre móvil del año pasado, según datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
"Es la demostración de los frutos de un gobierno que asume que el pleno empleo se obtiene con el mayor crecimiento", añadió Longueira, en referencia al anuncio del Banco Central de que la expansión de la economía alcanzó 6,3 por ciento en 2011 en este país con casi 17 millones de habitantes.
Pero la convicción del gobierno del derechista Sebastián Piñera es refutada por el economista Hugo Fazio, quien aseguró a IPS que "Chile está muy lejos del pleno empleo".
Fazio explicó que las cifras positivas, tanto del desempleo como del crecimiento del producto interno bruto, están basadas en las obras de reconstrucción, luego del terremoto y posterior tsunami del 27 de febrero de 2010, y en el precio "extremadamente" elevado del cobre, que superó los cuatro dólares la libra (453,6 gramos).
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"El año pasado fue de reconstrucción, y en cualquier país del mundo eso significa que la tasa de desempleo baja y la de empleo sube. Viene la destrucción primero y luego la recuperación, y para eso se necesita gente trabajando", indicó.
Pero "lo que existe en Chile es desempleo estructural, con un alto porcentaje de población inactiva", alertó este experto, director del no gubernamental Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo.
Esta realidad es la que conoce mejor el joven ingeniero forestal Ignacio Acevedo, padre de dos hijas, quien se encuentra desempleado desde que se graduó, hace cuatro años.
Acevedo no cree en las cifras de desempleo y menos en los altos niveles de creación de puestos laborales que anuncian las autoridades. Hace ya cuatro años que envía sus antecedentes a diversas empresas, toca puertas y genera vínculos con conocidos para poder optar a un contrato de trabajo, algo que hasta hoy se le ha negado.
"Estudié ingeniería forestal en la Universidad de Chile. Cuando me titulé me di cuenta de que no había puestos de trabajo formales, (sino) solamente informales, pequeños, esporádicos, irregulares en extensión y en salario", relató a IPS.
A su juicio, el mercado no ha cambiado mucho desde que terminó sus estudios. Sigue trabajando en base a proyectos a plazo fijo y presta servicios específicos ligados a su profesión, algo que en Chile se denomina "a honorarios" y es carente de toda formalidad. Su precariedad laboral afecta también sus ingresos, que apenas le alcanzan para vivir.
A su gran endeudamiento, se sumó la cesantía de su pareja de su trabajo como funcionaria pública poco tiempo después de que asumió el gobierno de Piñera, en marzo de 2010.
"El caso de ella también corresponde a una profesional joven, con todas las ganas de trabajar y de servir a su país. Ella fue despedida con el cambio de gobierno junto a otros 5.000 funcionarios públicos, pese a que estaba calificada con la nota máxima y no tenía militancia política", narró Acevedo.
"A partir de esto viene la frustración, depresiones y problemas de pareja que derivaron en la separación. El impacto (de estar desempleado) es enorme", reconoció.
En un país donde la ingeniería es una de las profesiones mejor pagadas del mercado laboral, Acevedo debe trabajar incesantemente para conseguir un sueldo mensual equivalente a los 1.600 dólares como máximo, que considera escaso para vivir.
"Los salarios no alcanzan para nada. En mi caso específico, el pago por los servicios que yo presto no ha aumentado y, como la plaza laboral está saturada, no puedes cobrar más. Hoy mi sueldo me alcanza para pagar mis cuentas, pero el saldo en general es negativo", aseguró.
Fazio explicó que el mercado laboral chileno no entrega buenos empleos desde el punto de vista de los salarios.
Según el INE, los salarios crecieron 6,3 por ciento en 2011, cifra que debe ser contrastada con la de la inflación, que alcanzó a 4,4 por ciento en el mismo lapso.
Sin embargo, "las alzas de los productos básicos, como alimentación y transporte, en sectores de menores ingresos son superiores a la inflación y, por lo tanto, todo tipo de reajuste salarial es irreal", sostuvo Fazio.
La última encuesta Caracterización Socioeconómica Nacional, realizada en noviembre y diciembre de 2009 y que se repite cada tres años, indicó que la pobreza había pasado de afectar a 13,7 por ciento de la población a 15,1 por ciento y la indigencia de tres a 3,7 por ciento
Fazio explicó que 2011 cerró con una fase de desaceleración de la economía, que debiera continuar en 2012, por lo que el panorama no es auspicioso.
Añadió que "2012 se ve complejo, pues el presupuesto del Estado se discutió en base a cifras irreales de crecimiento del orden de cinco por ciento, cuando el gobierno sabía anticipadamente que no superarían el cuatro por ciento".
Mientras los economistas discuten sobre los vaivenes de la economía y los movimientos sociales planean nuevas manifestaciones para expresar sus demandas, Acevedo mantiene su búsqueda laboral, esta vez con una familia quebrada por una realidad que escapa a su voluntad y que, más que frustración, le produce impotencia.