Iniciativas académicas buscan despertar el interés en negocios ambientales de comunidades y de empresas instaladas en México, desde Walmart hasta Nissan.
La innovación ambiental gana terreno en ámbitos universitarios, privados y estatales de México, con la creación de centros de investigación y desarrollo en buenas prácticas locales e incubadoras de iniciativas productivas.
El ingeniero mexicano Francisco Villaseñor fundó en 2006 Carbon Diversion América Latina, un proyecto para aprovechar el bagazo del agave (Agave tequilana), la planta que es materia prima del tequila, para producir biocombustible.
Con un capital semilla de 178.000 dólares entregado por el estatal Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Villaseñor empezó a montar la planta de procesamiento, luego de patentar el proceso y el sistema para hacerlo.
"La producción es 25 por ciento más económica que el combustóleo. El biocombustible será para la industria tequilera y para quienes quieran sustituir combustibles fósiles", explicó a Tierramérica el ingeniero, cuyo proyecto ganó a fines de septiembre el Cleantech Challenge México, un concurso que premia innovaciones sustentables.
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Iniciativas como ésta, que nacen en incubadoras universitarias, pueden ser el objetivo de los centros de desarrollo sustentable que planifican el gobierno mexicano y universidades privadas.
En noviembre, el gobierno creará el Centro de Economía Verde y Desarrollo Sustentable, con 70 millones de dólares aportados por Estados Unidos, aunque se desconocen detalles sobre su funcionamiento y metas.
En forma paralela, el instituto privado Tecnológico de Monterrey y la estatal Arizona State University (ASU) de Estados Unidos inauguraron el 4 de este mes el Instituto Global para la Sustentabilidad, considerado por la ASU como una extensión de su Global Institute of Sustainability.
Sus fines son "albergar y buscar sinergias entre muchísimas iniciativas que ya existen en materia de sostenibilidad en el Tecnológico de Monterrey" y "trabajar con parques tecnológicos" para la creación de empresas con impacto verde en México, expuso a Tierramérica Isabel Studer, directora del nuevo instituto.
El Tecnológico de Monterrey posee 32 campus en este país, y al menos nueve de sus centros de investigación y 11 cátedras se relacionan con la sustentabilidad.
Uno de los primeros proyectos concierne a la cadena de tiendas transnacional Walmart, una de las aliadas del nuevo instituto, interesada en capacitar a micro, pequeñas y medianas empresas que la abastecen, y que firmó en abril un acuerdo de cooperación con el Tecnológico de Monterrey.
Otra candidata es la corporación automotriz japonesa Nissan, que busca crear negocios con la reutilización de residuos que generan sus fábricas.
Para Carlos Gay, académico del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México, las prioridades de esos centros deben ser "la administración del agua, la generación de energía y la alimentación", factores relacionados con el cambio climático, sobre bases "sociales, económicas y ambientales", dijo a Tierramérica.
El fomento de las energías renovables podría generar unos 500.000 empleos en México, según estimaciones de la organización ambientalista Greenpeace.
La planta piloto de Carbon Diversion en Amatitán, occidental estado de Jalisco, se inauguró en septiembre y es capaz de procesar tres toneladas de bagazo (residuo vegetal del agave) por hora, para extraer 2,16 litros de biocarburante por tonelada, según la propia empresa.
"México es un paraíso de biomasa desperdiciada; sobra mucho bagazo. La visión es poder recibir capital para poner muchas plantas como ésta en el país", dijo Villaseñor, egresado de la estatal Universidad Autónoma de Guadalajara, donde cursa una maestría en energía renovable.
Carbon Diversion instalará 10 plantas en la región tequilera del noroccidente mexicano en los próximos 18 meses. La empresa tiene además otro producto que emplea las hojas del agave para obtener carbón vegetal que puede sustituir la leña.
A juicio de Studer, "se puede cambiar una comunidad para ofrecer soluciones globales. Es un modelo que nos atrae mucho por la presencia que el Tecnológico de Monterrey tiene en diversas localidades del país, y a partir de ese modelo ofrecer soluciones reales a problemas locales, que además se puedan reproducir en otras zonas".
El Tecnológico de Monterrey proyecta invertir cinco millones de dólares por año en iniciativas de eficiencia energética, mercados de carbono y energías limpias.
Para esta academia, el espejo es The Sustainability Consortium, creado en 2009 por la ASU y por la estatal University of Arkansas y que incluye a más de 85 instituciones, entre organizaciones no gubernamentales, académicas y empresas.
El siguiente paso es crear un capítulo latinoamericano del consorcio para comprometer a ese tipo de actores y trabajar con las empresas.
"Debe haber un énfasis en las comunidades. Tendríamos que sacar lecciones para aplicarlas a la sociedad a mayor escala. No todas las maneras en que estas sociedades sobreviven en relaciones armoniosas con el ambiente las podemos trasladar a urbes de 20 millones de habitantes, pero tenemos que encontrar balances y equilibrios", sugirió Gay.
Docenas de comunidades rurales mexicanas mantienen una tradición de cuidado del ambiente y prácticas sustentables en bosques y cuerpos de agua, a menudo sin apoyos financieros y técnicos.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales ejecuta el proyecto "Liderazgo ambiental para la competitividad", dirigido a empresas con más de 25 empleados y en el cual han participado 1.603 corporaciones.
El programa condujo a un ahorro anual de 7,18 millones de metros cúbicos de agua y 386 millones de kilovatios/hora y evitó la generación de 394.662 toneladas de dióxido de carbono y de 194.131 toneladas de residuos no peligrosos por año. En 2011 lleva distribuidos unos 513.000 dólares en apoyos.
* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 15 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.