«Probablemente se trate del día más importante para nosotros, los vascos, desde la muerte de Franco en 1975», dijo a IPS el historiador y periodista Urko Apaolaza.
Los medios locales ya barajaban la posibilidad de que ETA emitiese ese pronunciamiento. Precisamente, el lunes se celebró en la ciudad vasca de San Sebastián, noreste de España, la Conferencia Internacional para la Resolución del Conflicto Vasco.
A representantes políticos locales se sumó una delegación internacional liderada por el ex secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, y que incluía, entre otros, a Gerry Adams, presidente del partido republicano irlandés Sinn Féin, y a los ex primeros ministros Bertie Ahern, de Irlanda, y Gro Harlem Brundtland, de Noruega.
Al final de la conferencia se leyó una propuesta desarrollada en cinco puntos en la que se pedía a ETA que declarara el cese definitivo de la lucha armada, y a París y Madrid que aceptaran de buen grado dicha decisión.
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Asimismo, se hablaba de reconciliación y de reconocimiento a todas las víctimas del conflicto. Por último, la delegación encabezada por Annan se ofrecía para monitorear el esperado proceso de paz. Dos días más tarde, el ex primer ministro británico Tony Blair y el expresidente estadounidense Jimmy Carter sumaron sus apoyos a dicha declaración.
Medio siglo de conflicto
Todo el mundo espera que el comunicado emitido por ETA ponga fin al que se ha dado en llamar el "último conflicto armado" de Europa.
Si bien el debate sobre la independencia de un pueblo repartido a ambos lados de la frontera franco-española se inició en el siglo XIX, no fue hasta 1959 cuando la organización armada ETA (acrónimo en lengua vasca de "patria vasca y libertad") dio comienzo a una campaña armada contra el gobierno español dirigido por el general Francisco Franco (1936-1975).
A partir de entonces, el conflicto vasco adquirió una dimensión política y social en la que se "empantanaban" partidos políticos nacionalistas de ambas partes y colectivos de diversa índole.
Medio siglo más tarde se habla de más de 800 víctimas mortales, la mayoría agentes de seguridad y representantes políticos, pero entre las que también se encuentran activistas vascos ejecutados por grupos paramilitares en la década de 1980.
Asimismo, organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional se hicieron eco de denuncias de miles de casos de torturas a presos vascos en cárceles españolas, muchos de ellos liberados más tarde al no haberse encontrado indicios que los relacionaran con la organización armada.
Esos mismos presuntos vínculos con la lucha armada vetaron de la vida política a la izquierda independentista vasca durante más de 10 años. De igual modo, la libertad de expresión también sufrió los embates del conflicto. La consecuencia más visible fue la clausura de dos periódicos locales entre ellos el único publicado íntegramente en lengua vasca así como el procesamiento de varios de sus trabajadores.
Unanimidad con matices
A pesar de que Francia tiene más de 150 presos vascos en sus cárceles y de haberse producido en ese país la mayoría de las detenciones de etarras el año pasado, París siempre ha considerado el "tema vasco" como un asunto que atañe únicamente a Madrid.
En un escueto comunicado emitido este jueves por el Ministerio de Relaciones Exteriores francés, éste manifestó su escepticismo respecto del anuncio de ETA.
Al sur de los Pirineos el ambiente no podía ser más distinto. Representantes políticos de casi todas las formaciones y diversos agentes sociales acogieron con satisfacción el comunicado en sucesivas comparecencias en las televisiones estatales.
Mariano Rajoy, líder del Partido Popular principal fuerza opositora- consideró que se trataba de una "gran noticia que sólo se completaría con una disolución irreversible".
El Partido Socialista de Euskadi filial del gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE) habló de "momento histórico" y de una "apuesta por la convivencia". Y la coalición independentista catalana Esquerra Republicana de Catalunya apostó por que "vascos y catalanes pudieran ya decidir sobre su independencia".
"La lucha armada ha sido, hasta hoy mismo, la principal excusa de Madrid para no abordar temas políticos. Hoy ha llegado la hora de hacer política con mayúsculas", dijo a IPS el escritor y analista político vasco Urtzi Urrutikoetxea.
Muchos analistas como Urrutikoetxea apuntan a que el debilitamiento de la organización armada fue inversamente proporcional al creciente apoyo ganado en los últimos tiempos por la izquierda vasca.
El termómetro más eficaz fue el resultado de las elecciones municipales de junio, en las que la coalición independentista Bildu se convirtió en la segunda fuerza del País Vasco, tras el Partido Nacionalista Vasco, y por delante del PSE y del PP.
"Corresponderá al gobierno y al parlamento que salga de las próximas elecciones liderar el proceso de paz", declaró el presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, en referencia a los comicios programados para el 20 de noviembre.
Por el momento, las encuestas dan la mayoría absoluta al conservador PP, mientras muchos analistas empiezan a apuntar que la izquierda independentista podría convertirse en la fuerza más votada por los vascos.
Todo indica que el camino hacia la paz para los vascos comienza este 20 de octubre, pero nadie dice que será fácil.
