El desarrollo en Brasil de un fríjol genéticamente modificado, resistente a una de las plagas más temidas, genera esperanza en el sector agrícola y, a la vez, críticas de quienes consideran que el proyecto se aprobó sin el debate suficiente para garantizar que no afecta la salud humana y el ambiente.
El llamado Fríjol 5.1 fue desarrollado por la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) para enfrentar el mosaico dorado, una enfermedad que deja las hojas de la planta del fríjol de color amarillento, deforma sus vainas y granos, y aborta el nacimiento de sus flores, produciendo la pérdida de entre 40 y 100 por ciento de los granos.
Según Embrapa, el virus transmitido por la mosca blanca (Bemisia tabaci) produce pérdidas anuales de entre 90.000 y 280.000 toneladas de granos, una cantidad suficiente para alimentar de seis a 20 millones de brasileños adultos.
Este alimento transgénico, que estaría en la mesa de los brasileños dentro de tres años, promete beneficiar por igual a todos los tipos de agricultura, y aumentar la seguridad de la cosecha, explicó a IPS Francisco Aragao, uno de los responsables de su desarrollo.
Mientras los agricultores con recursos aplican insecticida, hasta una vez por semana, para controlar la mosca blanca, a los productores de pequeña escala "les queda apenas rezar" para no tener pérdidas significativas, justificó Aragao.
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El científico destacó que, con el desarrollo de esta semilla transgénica, no hará falta aplicar insecticidas en ese tipo de cultivos. Eso, a su vez, reduciría los costos de producción y, consecuentemente, los precios para el consumidor de un alimento básico en la dieta diaria de los 192 millones de brasileños, puntualizó.
El mosaico dorado requiere utilizar cada vez más cantidades de agrotóxicos, porque está creando resistencias, según Aragao.
La comercialización del Fríjol 5.1, el primer organismo genéticamente modificado producido por una entidad nacional, fue liberada a mediados de este mes por la Comisión Técnica Nacional de Seguridad (CTNBio), por 15 votos a favor, dos abstenciones y cinco en contra que pidieron más análisis del asunto.
Embrapa argumenta, para justificar la puesta a la venta del producto, que las evaluaciones de bioseguridad, realizadas entre 2004 y 2010, siguieron las recomendaciones de la CTNBio.
"La caracterización agronómica de la planta del Fríjol 5.1 no mostró ninguna alteración fenotípica comparada con la planta de fríjol parental, no genéticamente modificada ( )", evaluaron los técnicos de la firma.
"Consideramos que es totalmente seguro para el consumo humano y para la siembra", reforzó Aragao quien además califica como "totalmente absurdas" las críticas de los que consideran que el fríjol transgénico es menos nutritivo.
Es tan nutritivo como cualquier otro fríjol en Brasil", explicó. La diferencia, inclusive en las variedades tradicionales, se da por región, explicó.
Aragao adelantó a IPS que Embrapa está en tratativas con la Universidad de Honduras para realizar pruebas in situ, en ese país centroamericano, en plantaciones bajo control, inoculando el virus del lugar.
El investigador está seguro de que la tecnología desarrollada para el fríjol transgénico en Brasil "funcionaría" además en Argentina y Bolivia, pero no saben qué ocurriría en México y en América Central.
El problema es que dentro de las fronteras brasileñas no hay consenso sobre la aprobación del Fríjol 5.1.
Respondiendo a preguntas de IPS, Renato Maluf, presidente del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Consea), cuestiona su rápida liberación en respeto al "principio de la precaución".
Subrayó que apenas dos de los 22 ensayos realizados no fallaron, y que no se contemplaron todos los biomas brasileños.
"Creemos que es una temeridad la prisa por liberar un producto que consumirá toda la población y sobre el cual no tenemos certeza de seguridad alimenticia y nutricional", lamentó.
"Entendemos que Embrapa, como empresa pública de gran prestigio, debería adoptar un comportamiento ejemplar a propósito del principio de precaución", agregó el titular del Consea.
Por su parte, Ana Carolina Brolo, asesora jurídica de la organización humanitaria Tierra de Derechos, coincidió con Maluf al indicar que "fue una aprobación comercial que tuvo como característica la falta de respeto a la legislación nacional e internacional de bioseguridad".
Brolo entiende que hubo demasiado secreto sobre informaciones que deberían estar disponibles para que la comunidad científica y la sociedad evalúen los riesgos que presenta el proyecto.
Pero las críticas trascienden el campo científico y tecnológico. La pregunta es, si en un país como Brasil, que con 3,5 millones de toneladas anuales es el mayor productor mundial de frijoles, es necesario un grano transgénico.
Maluf opinó que la producción actual de frijoles es suficiente para atender el consumo interno brasileño y, además, consideró "inconsistente" el argumento de la reducción de la producción por persona como excusa para crear un grano transgénico.
El presidente del Consea sostuvo que es una "falacia" la afirmación de que hay que aumentar la producción de frijoles, como el de otros alimentos, "para aplacar el hambre".
"La historia ya demostró que eso no es verdad. Brasil es uno de los mayores productores y exportadores de alimentos del mundo y, sin embargo, convivió hasta hace poco con indicadores injustificables de hambre", recordó.
Desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, Maluf apuntó que hay varios riesgos "comenzando por los conocidos impactos ambientales, que comprometerá la práctica común entre agricultores familiares en relación al uso e intercambio de semillas, y también por la relación de dominación que crea para con los proveedores de semilla".
Todavía no se definió si Embrapa cobrará regalías por la semilla. El cultivo de frijoles es característico de la agricultura familiar, que en Brasil produce 70 por ciento de los alimentos consumidos en el país.
El abogado Leonardo Ribas, investigador del Centro de Referencia de Derecho Humano y Alimentación del Centro Universitario Uniabeu, se pregunta "quién pagará la cuenta del fríjol transgénico".
"Estamos hablando de la aprobación de la modificación genética de un organismo vivo, cuya patente será puesta a disposición de empresas que, pagando regalías, podrán vender este producto al potencial mercado de consumo brasileño ( )", comentó a IPS el también consejero de seguridad alimentaria del estado de Río de Janeiro.
Considerando que el Fríjol 5.1 se convierta "en una mercadería de alta producción y consumo por las "ventajas" asociadas a este modelo, finalmente los que pagarán por este producto serán los propios agricultores familiares y, por consiguiente, la mayoría de la población brasileña", analizó.
Para Ribas, "la solución para la inseguridad alimentaria en Brasil no pasa por la voluntad de Dios, como se llegó a justificar en el pasado, ni por soluciones reduccionistas y fragmentadas de las ciencias", sino por decisión política.
"Brasil no necesita frijoles transgénicos sino políticas públicas que garanticen la seguridad alimentaria y nutricional de la población a través de medidas que respeten la calidad biológica, sanitaria, nutricional y tecnológica de los productos", indicó.
Es necesario "que se respete y se incentiven medidas socialmente justas y ecológicamente sustentables", concluyó.