¿Cómo desenterrar un dinosaurio? ¿Cómo se desarrolla una vacuna? ¿Cómo se entrena un piloto de Fórmula 1? Estas preguntas fueron algunas de las que movilizaron durante 29 días a más de 2,4 millones de visitantes a la muestra de ciencia, arte y tecnología en un predio contiguo a la capital argentina.
La enorme exposición, denominada Tecnópolis, fue levantada como el gran espectáculo de cierre de las variadas celebraciones por el bicentenario de vida independiente de Argentina, que se cumplió en 2010.
"Quisimos representar el futuro en la educación, la ciencia y la tecnología y mostrar que el conocimiento abarca todas las áreas de la vida", explicó el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, en entrevista con IPS.
La idea es también "promover vocaciones en ciencia y tecnología, mostrando avances tanto en el sector público como en el privado, que generan empleos de calidad, por ejemplo en biotecnología o informática", agregó.
La exposición, que suspendió sus actividades el domingo 22 y las retomará el 2 de septiembre, atrajo a tanta cantidad de público que superó todas las expectativas de los organizadores, desbordando las previsiones y haciendo que los asistentes debieran esperar varias horas para participar de cada atractivo.
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Un recorrido por las ecorregiones para conocer los distintos escenarios de la biodiversidad, incluyendo los glaciares, es uno de los paseos posibles que esperan a los visitantes cuando se vuelvan a abrir las puertas. También se pueden probar prototipos de vehículos no tradicionales o probar distintos software.
Tecnópolis, como explicó Barañao, es la vidriera para mostrar el aumento del presupuesto nacional destinado al área de ciencia y tecnología, que de 0,3 por ciento del producto interno bruto (PIB) de hace una década, pasó en la actualidad a representar 0,64 por ciento.
Sin embargo, el ministro destacó que aún falta y que la meta es llegar a uno por ciento del PIB, por lo cual la inversión continuará.
Ese uno por ciento es el nivel ya alcanzado por Brasil, recordó, que tuvo una política de inversiones muy agresiva en el sector. De todos modos, remarcó que los resultados concretos en uno y otro país son parejos.
El ministro indicó que, por ejemplo, la prestigiosa Academia de Ciencias de Estados Unidos tiene seis miembros argentinos y siete brasileños y en número de publicaciones en revistas internacionales especializadas también ambos países están a la par.
Pero no es sólo inversión pública lo que hace falta, sino también privada, advirtió el ministro, quien añadió que para llegar a uno por ciento del PIB hacen falta tres veces más investigadores de los que hay hoy. "Eso no se consigue instantáneamente", advirtió Barañao.
El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva fue creado por el gobierno centroizquierdista de Cristina Fernández apenas asumir el cargo en 2007, con la idea de jerarquizar al sector. Desde entonces el presupuesto creció hasta alcanzar los 5.900 millones de pesos (1.432 millones de dólares).
Barañao, que es doctor en química, aseguró que en 2003 los subsidios para repartir entre investigadores eran de unos 30 millones de dólares y ahora son 300 millones, en tanto el salario de los científicos se multiplicó por seis, afirmó.
Muchos de estos científicos, que trabajan en el sistema público y privado, estuvieron el último mes en Tecnópolis brindando información y respondiendo a inquietudes de jóvenes estudiantes y del público en general.
Para dar mayores datos del crecimiento del sector en los últimos años, el ministro sostuvo que en 2008 hacían falta 130.000 metros cuadrados de laboratorios, de los cuales ya están en construcción 60.000.
El edificio más emblemático de la "nueva era científica" será el que está pronto a inaugurarse en Buenos Aires, en un sitio que por años fue una antigua bodega de vinos abandonada. Se trata del Polo Científico Tecnológico, que también será sede del ministerio.
Además de la cartera, allí funcionará el Consejo Nacional de Ciencia y Técnica, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, un auditorio público, un museo de ciencias y tres centros binacionales de investigación.
Uno de esos centros, dedicado a las ciencias biomédicas y biotecnología será el primer instituto en Sudamérica de la alemana Sociedad Max Planck. Otro estará destinado al estudio de ciencias sociales y un tercero de ciencias exactas y tecnológicas.
A eso se suma el proyecto de repatriación de científicos. Desde 2003, regresaron a Argentina 834 profesionales que trabajaban en distintos países, en especial del mundo industrializado, gracias al apoyo económico del llamado programa Raíces, que hoy administra el ministerio.
"No es el investigador el que hace el trámite sino que hay una institución aquí que pide al profesional y nosotros financiamos sus pasajes de regreso al país, parte de su salario del primer año y gastos para remodelar el laboratorio", precisó Barañao.
Por decisión del gobierno, el ministerio definió tres áreas prioritarias de inversión: biotecnología, nanotecnología y comunicaciones e informática, para trabajar en temas de salud, agroindustria, energías renovables y desarrollo de software.
Pero también es conocida la fuerte inversión que se viene realizando en materia de tecnología aeroespacial. En junio último, Argentina logró poner en órbita un gran observatorio que brindará información sobre el sistema del clima.
"Tenemos investigadores de muy buen nivel, capaces de desarrollos realmente innovadores, de encontrar soluciones novedosas a los problemas y no solo producir electrodomésticos o computadoras", subrayó.
Según el ministro, la muestra no representa una utopía sino que está basada en casos reales, como vacas clonadas o desarrollos en software que se financian con recursos públicos y privados y que ya tienen mercados.
Tecnópolis se inauguró el 15 de julio en un predio de 60 hectáreas que pertenece al ejército en el límite noroeste de la ciudad de Buenos Aires. Estuvo abierta 29 días hasta el 22 de este mes, cuando cerró temporalmente, y se reabrirá el 2 de septiembre para seguir hasta el 27 de noviembre.
Cada día, pero sobre todo los fines de semana, decenas de miles de personas saturaron la autopista aledaña y que sirve de frontera entre la capital argentina y la provincia de Buenos Aires, la entrada de la muestra, colapsaron los espacios de estacionamiento, e hicieron filas por varias horas para participar de cada una de las atracciones.
Los asistentes, algunos provenientes de escuelas públicas del interior del país, pudieron y podrán visitar un observatorio astronómico, asistir a alguna de las casi 200 charlas científicas, participar en talleres, o manejar un vehículo eléctrico.
Para los que se cansan pronto se dispuso de un pequeño tren que recorre las instalaciones, donde los científicos y técnicos de diversos proyectos explican sobre temas tan vastos como biodiversidad, robótica o nanotecnología.