Adultas mayores en México, el peor de los mundos posibles

La pobreza en la vejez deja en desventaja a las mujeres en México, porque padecen más la falta de seguridad social, la incidencia de enfermedades crónicas y los bajos o nulos ingresos económicos, advirtió la investigadora Brígida García Guzmán.

La académica de El Colegio de México explicó que aunque este es todavía un país de jóvenes, la transición demográfica se acelera cada vez más hacia la vejez, lo que significa que el Estado debe reducir las desigualdades de género para garantizar el pleno desarrollo de mujeres y hombres durante la llamada tercera edad.

En entrevista con IPS/Cimacnoticias, la también integrante del Sistema Nacional de Investigadores remarcó que las mujeres de más de 60 años que viven en la pobreza se encuentran en gran desventaja con respecto al resto de la población.

Transición Demográfica

Desde 1997 el Consejo Nacional de Población (Conapo) advertía que el proceso de envejecimiento poblacional suponía grandes retos para la política social en este siglo. El principal desafío, advirtió, eran los recursos que deberían ser asignados al sistema de salud.
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Esta institución destacó que las muertes que se evitan en la infancia por enfermedades infecciosas y parasitarias llevarían a que una mayor proporción de personas sobreviva hasta edades avanzadas, en las que son mucho más frecuentes las enfermedades crónicas y degenerativas.

El Conapo señaló que los logros del sector salud llevaron a que la esperanza de vida al nacer pasara de 36 años en 1930 a 73,6 en 1997, y según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) esa tasa aumentó notablemente en los tres años siguientes.

El Inegi destaca que desde el año 2000 a la fecha la esperanza de vida se mantiene en 75 años. Al hacer una diferencia por sexo, las mujeres viven en promedio tres años más que los hombres: la esperanza de vida para ellas es de 78 años y para los varones de 73 años.

Pero al contrario de lo que se piensa, una alta esperanza de vida no es sinónimo de desarrollo económico y social.

García Guzmán, doctora en sociología, observó que hay un momento en que los adultos mayores se quedan solos, y es entonces cuando las mujeres sobreviven sin ingresos económicos y se vuelven dependientes.

Vejez olvidada

De acuerdo con una investigación de la Universidad Iberoamérica (UIA) sobre envejecimiento y derechos humanos, hasta el año 2000 solo 18 por ciento de la población mayor de 60 años tenía una pensión o jubilación.

Entre los hombres de 60 a 64 años, 13 por ciento tenía una pensión o jubilación, porcentaje que subía a 19,2 por ciento en el grupo de 65 a 74 años, y se reducía a 18,3 por ciento a partir de los 85 años.

En tanto, el porcentaje de mujeres que percibían una pensión o jubilación era mucho menor. En las edades de 60 a 64 años era de 3,1 por ciento; en el grupo de 65 a 74 años, de 4,3 por ciento; en el de 75 a 85 años, de 5,2 por ciento, y en la edad de 85 y más bajaba a 4,9 por ciento.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) dio a conocer que hasta 2010 un 60 por ciento de la población no contaba con seguridad social, es decir 68,3 millones.

En opinión de García Guzmán, es mínimo el porcentaje de la población adulta mayor que tiene una pensión, por lo que sus familias los mantienen.

«No es como en los países desarrollados que trabajas gran parte de tu vida para tener una pensión y una jubilación digna», aclaró.

Además acotó que si una mujer económicamente activa tuvo un salario bajo, su pensión será muy baja, mientras que si su trabajo fue informal no contará con este derecho.

El estudio de la UIA sostiene que si bien la expectativa económica de la población productiva se fijó suponiendo que al llegar a la vejez podrían dedicarse sin mayor problema a disfrutar del producto de los esfuerzos realizados durante su vida laboral, la realidad no es así.

Círculo de pobreza

El proceso de envejecimiento en la sociedad tiene repercusiones sociales y económicas, muchas de ellas más agudas en las mujeres, lo que merma notablemente su calidad de vida, aseguró García Guzmán al explicar que en la vejez las mujeres no cuentan con ingresos para sortear enfermedades crónico-degenerativas.

«En la vejez se gasta más en salud. Eso es irresoluble, tanto en México como en el mundo; es increíble la cantidad de recursos que necesitas para tener salud, ya sea en el sector privado o público», dijo.

Y en la medida en que haya más gente adulta la situación se agravará, previó.

Además destacó que antes las personas se enfermaban y morían, pero ahora las enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares se tienen que enfrentar por largo tiempo.

«Cada vez escuchamos que la esperanza de vida es de 76 años, pero hay un lado muy oscuro: no vives esos años en salud», lamentó.

De ahí que algunas personas pugnen por más apoyo para las y los adultos mayores y por programas sociales que sirvan para que este grupo de la población pueda comprar medicinas y no depender totalmente de sus hijos o familiares, explicó la experta en género.

Al hace un balance de la situación demográfica y de la pobreza, García Guzmán señaló que hay un encadenamiento entre la población joven y adulta.

«El trabajo en la juventud es pensión en la vejez, por eso la importancia del trabajo formal con acceso a prestaciones y jubilación», dijo.

Asimismo apuntó que si la mitad de la población en México tiene un trabajo informal, aunque gane un sueldo digno, no tendrá prestaciones de salud ni jubilación.

Criticó que si las jóvenes no tienen empleo sus condiciones económicas y de dependencia en la edad adulta se acentuarán.

«Es importante (para las mujeres) ubicar el punto de traslado entre educación y trabajo, y no dedicarse solamente a las labores domésticas; eso es una opción legítima pero implica que sean dependientes el resto de su vida», indicó la investigadora.

*Este artículo fue publicado originalmente por la agencia mexicana Comunicación e Información de la Mujer AC (Cimac).

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