María José Aceituno, empleada de una agencia de relaciones públicas de la capital guatemalteca, tiene dos hijos y asegura que no procreará más para salvaguardar la situación económica y la seguridad de su familia. «Prefiero tener dos hijos contentos que 10 insatisfechos», explicó convencida.
Los países centroamericanos pisaron el freno demográfico a través de la promoción de la educación sexual y el acceso a métodos de planificación familiar, para contribuir así a mejorar las condiciones de vida de su población, marcada por la pobreza y la desigualdad social.
Otros factores, como el alto costo de la vida y la inseguridad, también han desincentivado los deseos de aumentar el número de integrantes de la familia. Aceituno es parte de las nuevas generaciones de centroamericanos que optaron por una familia chica, una situación que contrasta con lo ocurrido hace más de 10 años cuando era habitual procrear cinco o 10 hijos.
"Yo sí quisiera tener otro hijo, pero ahora los colegios están carísimos y además hay que tener mucho cuidado con la delincuencia", dijo esta guatemalteca de 33 años que se manifiesta contraria a repetir la historia de sus padres, que engendraron cuatro mujeres y, menos aún, la de sus abuelos maternos y paternos quienes tuvieron cinco y siete hijos, respectivamente.
Los datos no mienten. En Guatemala, la tasa global de fecundidad en las mujeres de 15 a 49 años de edad bajó de cinco a 3,6 del decenio 1998-1999 al de 2008-2009, según la Encuesta de Salud Materno Infantil elaborada por el Ministerio de Salud y Asistencia Social.
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En ese lapso, el uso de métodos modernos y tradicionales de planificación familiar en mujeres en pareja de 15 a 49 años de edad aumentó 70 por ciento, al pasar en ese periodo estudiado de 38,2 a 54,1 por ciento, indica la medición realizada en este país hoy con 14 millones de habitantes.
Esa estadística es una muestra de que "la población está aceptando" la orientación sobre planificación familiar que brindan grupos de organizaciones no gubernamentales, de mujeres, jóvenes y gobierno, dijo a IPS Dalila De La Cruz, de la no gubernamental Asociación de Apoyo Pro Bienestar de la Familia de Guatemala.
"Esto puede ayudar a mejorar la condición de la familia, que ya no distribuirá los ingresos entre 10 personas, sino en cuatro. Es decir que tendrán más acceso a la salud, la educación, la comida y la ropa", agregó.
La experta citó como éxito la reglamentación de la Ley de Planificación Familiar de Guatemala, de 2009, lo cual permitió que la educación sexual llegue a la escuela primaria y facilite el acceso a métodos de planificación familiar a través del Ministerio de Salud, el Instituto de Seguridad Social y otras instituciones.
Pero los retos aún son grandes. En 2009 se reportaron 41.529 partos en niñas y adolescentes de 10 a 19 años, mientras en 2010 subieron a 45.048, indican datos del Ministerio de Salud, que dejan afuera de este conteo a los embarazos que no llegaron a término ni los atendidos por parteras a domicilio.
El idioma constituye una barrera importante si se considera que en Guatemala, además del español, se habla el garífuna y 22 idiomas mayas.
"Ha habido casos donde las mujeres mayas reciben métodos de planificación, les explican en español y ellas no entienden. Es como no tener acceso a los métodos", explicó a IPS Griselda Lorenzo, de la no gubernamental Alianza Nacional de Organizaciones de Mujeres Indígenas por la Salud Reproductiva.
Lorenzo agregó que hace falta información y acceso a más métodos de planificación familiar, cuyo uso sigue expandiéndose a pesar del peligro que representa a veces. "Muchas mujeres utilizan la inyección para que el esposo no se dé cuenta, porque si se entera les pegan o las dejan", relató.
La pobreza afecta a la mitad de los 43 millones de habitantes de América Central, la región que incluye a Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Guatemala.
Nicaragua, con 5,8 millones de habitantes, también hace esfuerzos de planificación familiar. De hecho, la tasa bruta de natalidad se redujo de 46 a 24 nacimientos por cada 1.000 habitantes de 1970 a 2009, según la División de Población de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El médico Freddy Cárdenas, de la no gubernamental Asociación Pro Bienestar de la Familia Nicaragüense, dijo a IPS que su país "alcanzó una alta tasa de prevalencia en el uso de anticonceptivos y una mezcla de métodos relativamente bien equilibrada".
También recordó que, a través del Ministerio de Educación, se incorporó a los programas en 2009 la educación sexual, se elaboró y publicó el manual de enseñanza en la sexualidad y una guía básica de consulta para maestros.
"Se enfoca la educación sobre la vida familiar y la prevención del VIH (virus de inmunodeficiencia humana), pero no incluye información específica sobre prevención del embarazo, aborto y diversidad sexual", se quejó.
La insuficiente educación sexual y la ampliación de la distribución de los métodos de planificación familiar a toda la población son aún desafíos de esa nación centroamericana, según el experto.
"Las mujeres que pueden planificar cuándo y cuántos hijos van a tener disfrutan de una salud mejorada, experimentan menos embarazos imprevistos y tienen menos probabilidad de tener un aborto. Además, tienen más oportunidades educativas y de empleo", enumeró Cárdenas.
En cambio, Costa Rica le apostó a la planificación familiar desde hace décadas. "En los años 70 hubo una intensa campaña para promoverla, que caló hondo con lemas como "Tener los hijos que puedo hacer felices". En esa actividad, por ejemplo, la Iglesia Católica cobró un papel importante al impartir cursos sobre planificación", dijo a IPS Ana Caicedo, del Centro Feminista de Información y Acción.
Esta experta atribuye responsabilidad a ese movimiento en el hecho de que la natalidad en Costa Rica haya caído de forma "gigantesca", al punto que hoy "el país tiene una tasa de fecundidad que está en algunos años por debajo de la tasa de reemplazo, lo cual implica que no habría crecimiento de población sino decrecimiento si no fuera por la inmigración".
Pero esa nación, con 4,6 millones de habitantes, también lucha para impartir educación sexual en las escuelas.
"El Ministerio de Educación elaboró guías para la educación sexual, pero nunca han sido utilizadas por intromisión de las jerarquía católica", señaló.
Caicedo cree que la planificación familiar "es una cuestión de derechos básicos, de autodeterminación".
Mientras, la población de Honduras y El Salvador también crecen a ritmo más lento y hacen esfuerzos parecidos de planificación familiar y salud sexual para buscar una mejor calidad de vida, evitar los partos prematuros, las muertes maternas, el VIH, abortos y embarazos no deseados.
La tasa bruta de natalidad bajó de 47 a 27 nacimientos por cada 1.000 habitantes de 1970 a 2009 en Honduras y de 43 a 20 en El Salvador en el mismo período, según la ONU.
Sin embargo, la preocupación por mejorar la salud sexual y reproductiva persisten.
"Algunos de los componentes de la sexualidad se abordan con énfasis en la prevención del embarazo adolescente y el VIH, promoviendo como única forma de prevención la abstinencia", advirtió ante IPS María de la Paz, de la no gubernamental Alianza para la salud sexual y reproductiva de El Salvador.