Shabbir Hasan, un empresario de 49 años, se despertó el domingo por la noche con el «ruido de un helicóptero que volaba muy bajo» en la tranquila ciudad rodeada de colinas de Abbottabad, conocida por sus instituciones educativas e instalaciones militares en la provincia Khyber Pakhtunkhwa, noroeste de Pakistán.
"Vinieron a mi mente todo tipo de ideas horrorosas, pero ni en mi peor pesadilla me hubiera imaginado quién estaba escondido en mi barrio", dijo Hasan a IPS por teléfono desde Abbottabad. Antes de que pudiera volver a dormirse, toda la familia se despertó, esta vez por una fuerte explosión. "Prendimos la televisión y decía que un helicóptero se había estrellado. Eso fue todo".
Volvieron a dormir, pese a que a la distancia se oía el intercambio de disparos. A las 07:30 de la mañana (02:30 GMT), el canal de televisión privada Geo difundió la noticia de la muerte de un "objetivo de alto valor" en una operación militar en Abbottabad.
Una hora más tarde, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo en un discurso que el domingo 1 fue un "día histórico". Osama bin Laden, de 54 años, había eludido durante años la mayor cacería humana del mundo. El domingo por la noche "recibió un disparo en la cabeza" y murió.
Su cuerpo fue llevado por tropas estadounidenses a la base aérea de Bagram, en Afganistán, y desde allí sería trasladado a Estados Unidos, aunque algunos reportes indicaron que había sido arrojado al mar.
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"La eliminación de Bin Laden por fuerzas especiales de Estados Unidos en Abbottabad, a sólo unos 60 kilómetros de Islamabad y sede de una gran academia militar, es un enorme bochorno para las Fuerzas Armadas y las instituciones civiles de Pakistán", dijo a IPS el académico y pacifista Pervez Hoodbhoy.
"Han negado enérgicamente la presencia de Bin Laden en Pakistán por más de una década. ¿Cómo el hombre más buscado del mundo podía vivir en ese lujo y tranquilidad por tanto tiempo, fuera del alcance de nuestros poderosos y omnipresentes servicios de inteligencia?", se preguntó.
"Esto puede convertirse en un momento de transformación: ya no sería posible seguir condenando de palabra el yihadismo (promoción de la guerra santa musulmana) y apoyándolo tácitamente".
Además del ataque con aviones civiles contra el World Trade Center de Nueva York, que dejó casi 3.000 muertos el 11 de septiembre de 2001, a Bin Laden se lo responsabiliza también de las bombas en la embajada de Estados Unidos en Kenia y en Tanzania, en 1998, y de la explosión del buque de guerra USS Cole en Yemen, en 2000.
Las teorías conspirativas se reproducen por doquier en Pakistán. "No compro esta noticia", dijo a IPS la veterana periodista Najma Sadeque. "Según los reportes que venimos siguiendo desde hace años, él debió haber muerto hace tiempo porque era un hombre enfermo".
"Estados Unidos se luce en esta puesta en escena", que no es más que un "ejercicio para salvar la cara", aseveró. Washington necesita una salida respetable de Afganistán y una excusa para reducir su presupuesto militar. "Ahora el gobierno tiene una excusa para abatir los gastos bélicos, puesto que ya se logró el principal objetivo".
Poco después del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos invadió Afganistán con el pretexto de capturar a Bin Laden, protegido por entonces por el grupo extremista islámico Talibán, que controlaba buena parte del país. Esa ocupación continúa hasta ahora, reforzada por una fuerza militar multinacional.
La "guerra contra el terrorismo" desatada entonces por Washington, dio pie en 2003 a la invasión y ocupación de Iraq y a una serie sin precedentes de acciones militares abiertas y encubiertas en muchos lugares del mundo.
Muchos en Pakistán consideraban a Bin Laden un héroe y están ahora de duelo. "Será un héroe aún más grande porque murió luchando y no fue capturado", dijo el periodista Rahimullah Yusufzai.
"Al Qaeda usará su imagen para promocionarse", agregó. Pero, con "Bin Laden muerto, el segundo al mando, Ayman al- Zwahiri, no logrará despertar el mismo apoyo".
El analista militar y de defensa Hasan Askari Rizvi observa varias consecuencias. "Los grupos seguidores de la filosofía de Bin Laden pueden echar mano a la violencia", dijo a IPS desde Lahore.
"Intentarán golpear a Pakistán por colaborar en esta operación", coincidió Yusufzai. Pero "ya lo estaban haciendo, así que no habrá tregua".
La muerte de Bin Laden prueba que Pakistán aportó información a Estados Unidos, según Rizvi. Pero lo más problemático es que "se probó que estaba escondido en nuestro territorio y ahora Estados Unidos ejercerá más presión sobre nosotros para atrapar a otros objetivos".
La arrogancia estadounidense no hará más que crecer ahora que mataron a su mayor enemigo, evaluó Yusufzai. "Eso se traducirá en una política exterior más inflexible hacia Pakistán".
Washington pedirá a Islamabad que coopere en los ataques a la red Haqqani, un grupo considerado terrorista y aliado de Al Qaeda. "Si bien no había dos opiniones sobre la necesidad de derrotar y eliminar a Al Qaeda, no estoy seguro de que Pakistán esté listo para esto", opinó.
Rizvi se manifestó perplejo por el silencio de Islamabad. "Es muy extraño y decepcionante. Me preguntó qué historia están cocinando para darle al pueblo".
El brigadier Asad Munir, ex jefe de inteligencia militar y del servicio secreto ISI en Khyber Pakhtunkhwa (ex provincia de la Frontera Noroccidental) y en las Áreas Tribales bajo Administración Federal, sostuvo que la muerte de Bin Laden "probó que las relaciones bilaterales no son tan tensas como se las ha retratado en medios locales e internacionales".
"Ésta fue una operación conjunta del ISI y de la estadounidense CIA (Agencia Central de Inteligencia) y si bien hay tensión entre ambos, no se ha llegado al punto de ruptura que algunos suponían", dijo Munir a IPS.
Munir añadió que Pakistán no puede combatir el terrorismo sin ayuda de Estados Unidos, y éste no puede abandonar Afganistán sin la cooperación pakistaní. "Necesita que Pakistán limpie de Talibán las zonas tribales", sostuvo.
Como Askari y Rizvi, Munir también prevé erupciones de furia entre los grupos que apoyaban a Bin Laden, para las cuales el gobierno debe prepararse.
"Ante la muerte de este símbolo histórico del sentimiento antiestadounidense y del Islam militante, habrá un renacimiento inmediato del movimiento. Será un mártir para mucha gente, pero el antiamericanismo no germinará", estimó.
"Ese sentimiento requiere de una organización que pueda propagarlo constantemente. Con Bin Laden muerto y los otros huyendo, también eso tenderá a apagarse", estimó.