Argentina es gobernada por una presidenta, Cristina Fernández, y es además uno de los países donde las mujeres tienen mayor participación parlamentaria. Sin embargo, hay otros liderazgos a la sombra de la escena político-partidaria.
"Identificar y visibilizar experiencias valiosas lideradas por mujeres en sus organizaciones sociales fue uno de los objetivos del proyecto", dijo a IPS Natalia Garabano, coordinadora de un novedoso Banco de Experiencias.
En la investigación que acaba de publicarse, 87 mujeres líderes de organizaciones que bregan por los derechos a la vivienda, a la salud sexual y reproductiva, a la educación, a la no discriminación y a la no violencia, relatan sus experiencias.
Garabano, del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), explicó que "para legitimar la democracia y hacerla más robusta es necesario favorecer la participación política de las mujeres, pero en un sentido amplio, no solo partidario".
Esa mayor participación no se consigue solo con aumentar el acceso a cargos políticos sino también desde la sociedad civil. Esta concepción más amplia de la participación llevó a ELA a desarrollar el proyecto Lidera que tiene tres componentes.
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En primer lugar está la investigación "Mujeres participando en ámbitos locales. Banco de experiencias", que consistió estas entrevistas en profundidad a mujeres que lideran organizaciones sociales en seis ciudades de Argentina.
En paralelo realizó el estudio "Sexo y poder", sobre participación de mujeres en puestos de decisión en diversos ámbitos de la actividad pública, que, si bien no está publicado aún, arrojó resultados desalentadores.
Las mujeres ocupan solo 15 por ciento de los 13.627 lugares de decisión en más de 4.000 instituciones, anticipó Garabano.
Un tercer eje del proyecto fue indagar en la trayectoria de los legisladores nacionales y provinciales para saber quiénes son. Cómo llegaron al cargo, con qué formación, qué temas proponen y cómo hacen para conciliar trabajo y familia.
De los tres componentes, ELA presentó el Banco de Experiencias. "La participación de mujeres en el ámbito local debe consolidarse para que se fortalezca su liderazgo sobre bases sólidas y en contacto con sus bases sociales", apuntó Garabano. "Dar a conocer estas formas de hacer puede inspirar acciones y estrategias en diversos contextos para dar a conocer condiciones, modos de enfrentar obstáculos, aprovechar oportunidades y trabajar en redes", abundó la coordinadora. Las organizaciones lideradas por mujeres seleccionadas para este proyecto están en la ciudad de Buenos Aires y en el municipio de Morón, al oeste de la capital argentina y parte de su área metropolitana.
Pero también representan a otras ciudades del interior, como San Salvador de Jujuy, 1.800 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, Mendoza, 1.050 kilómetros al oeste, Neuquén, 1.156 kilómetros al sudoeste, y Rosario, en la oriental provincia de Santa Fe y a 300 kilómetros.
La investigación se propuso mostrar cómo surgen y se consolidan los liderazgos de mujeres en ámbitos locales. Cómo enfrentan las dificultades y cómo se relacionan con el Estado y sus políticas para alcanzar sus metas, que son diversas.
La Organización Barrial Tupac Amaru, de Jujuy, liderada por Milagros Sala, comenzó en plena crisis socioeconómica en 2001 a construir hornos de barro para hacer pan y comedores para la merienda de los niños.
Para 2003, esa entidad organizó cooperativas de vivienda y emprendimientos productivos y hoy cuenta con 4.500 soluciones habitacionales en Jujuy, además de unidades que ofrecen servicios de educación, salud y esparcimiento para poblaciones vulnerables.
"Ahora las mujeres trabajan en la construcción, en la metalurgia, en la fábrica de bloques", dice Sala al narrar su experiencia que creció a partir de la articulación con el Ministerio de Desarrollo Social y el de Infraestructura y Vivienda.
Otra de las experiencias recogidas por el Banco es la de Fundación PH15 para las Artes, liderada por Moira Rubio, que brinda cursos de fotografía para jóvenes en el barrio Ciudad Oculta, un asentamiento marginal de Buenos Aires.
"El objetivo no es que todos se conviertan en fotógrafos sino que la idea es mostrarles que pueden, que pueden ser reconocidos como artistas, como personas, y no ser discriminados", explicó la activista.
Otro de los ejemplos relevados es el de la Federación de Entidades No Gubernamentales de Niños y Adolescentes de Mendoza. Allí, Patricia Spoliansky explica cómo fue que lograron incidir para conseguir cambios.
"Nos empezamos a juntar para tratar de impactar en el diseño de políticas públicas. Para ver cómo hacíamos para que el Estado nos escuchara. Conseguimos algunos proyectos de atención a la infancia y logramos que se incorpore la representación de las organizaciones sociales en el Consejo Provincial de la Niñez", relató Spoliansky.
Otra que cuenta su experiencia es Marta Vitta, presidenta de la Fundación Síntesis de Rosario, que comenzó trabajando en temas de mujer y luego en el desarrollo de programas de economía social.
"Yo trabajé mucho coordinando grupos de mujeres y siempre había un cuello de botella en lo económico. Por ejemplo, para una mujer golpeada, el primer trabajo es desnaturalizar la violencia. Pero después la economía es fundamental para modificar la situación. Había un montón de mujeres que no tenían como sobrevivir", comentó.
Fue entonces que su organización resolvió articular sus objetivos con una propuesta del Ministerio de Desarrollo Social de financiar un banco social para avanzar en planes de desarrollo de microempresas.
La investigación remarca que hay temas recurrentes en las entrevistas. Uno es la importancia de crear vínculos que les permitan un mejor acceso al financiamiento, al asesoramiento profesional o a incidir mejor en lo público con sus intereses.
También hay preocupación en casi todas por la forma en que se tejen las relaciones con las instituciones públicas, de modo de obtener el máximo de beneficio, si es necesario mediante una cogestión, pero sin perder autonomía.
Finalmente señalan que en algunos casos, el liderazgo social tiene costos ocultos por la necesidad de articular entre las responsabilidades hogareñas, el trabajo remunerado al que no siempre se puede renunciar y la participación comunitaria.