Elegida para la inmensa tarea de hacer visible la violencia contra niños, niñas y adolescentes en todo el mundo, la abogada portuguesa Marta Santos Pais, de 58 años, trabaja con una pequeña estructura de apenas siete personas en Nueva York.
Para compensar esas deficiencias, Santos cuenta no sólo con su evidente compromiso personal, sino que incorpora cada vez más aliados entre los propios niños, llamados a participar de un gran proceso de cambio que les permita crecer sin sufrir la violencia.
Con una experiencia de más de 25 años en estos temas, Santos trabajó para el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y desde 2009 es la Representante Especial sobre Violencia contra la Niñez de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un puesto con rango de asistente del Secretario General, Ban Ki-moon.
Santos participó activamente de los distintos foros del Encuentro Sudamericano de Seguimiento al Estudio de las Naciones Unidas sobre Violencia contra Niños, Niñas y Adolescentes, que concluyó este viernes 29 en la capital paraguaya.
La reunión de dos días convocó a delegados gubernamentales de América del Sur, representantes de organizaciones de la sociedad civil y a más de 60 niños y adolescentes, así como a expertos internacionales en temas de infancia.
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En entrevista con IPS antes de regresar a Nueva York, Santos reveló que entre 500 millones y 1.500 millones de niños y niñas cada año sufren distintos tipos de violencia, y que los principales agresores son familiares, maestros y otros encargados de su protección.
IPS: ¿Desde cuándo la ONU tiene una representante especial para la violencia contra los niños?
MARTA SANTOS PAIS: La decisión de las Naciones Unidas fue adoptada en 2007 y se concretó en 2009. El cargo se creó para garantizar un seguimiento concreto y sistemático del Informe Mundial sobre Violencia contra los Niños y las Niñas, presentado a la Asamblea General en 2006.
IPS: ¿Por qué se consideró necesario crear ese cargo?
MSP: La verdadera razón es que se crearon las condiciones para reconocer que el tema necesita una atención específica y merece un apoyo y una plataforma de Naciones Unidas que pueda garantizar el trabajo sobre estos temas. Hasta ese momento, la violencia contra los niños no era una prioridad. Pero luego del estudio mundial, se transformó en un imperativo.
IPS: ¿En cuánto se estima el número de niños y niñas afectados por la violencia en sus distintas formas?
MSP: No hay datos precisos, pero teniendo en cuenta las investigaciones que nos llegan desde los distintos países, hay entre 500 millones y 1.500 millones de niños que sufren algún tipo de violencia cada año. Unicef realizó hace poco un estudio revelando que más de 75 por ciento de los niños de entre dos y 14 años sufrían alguna forma de violencia, física y psicológica.
IPS: ¿Y qué tipo de violencia es más frecuente?
MSP: No lo tenemos desglosado, pero de acuerdo con las investigaciones que recibimos, lo dramático es que, la mayoría de las veces, la violencia es perpetrada por personas muy cercanas al niño, personas en las que él tiene depositada una confianza muy grande. Esto ocurre en la escuela, en las instituciones de protección y acogida, y en el seno de la familia.
IPS: ¿Y qué pasa con los niños involucrados en conflictos armados?
MSP: Existe otro mandato que se ocupa específicamente de la violencia contra los niños en esas situaciones especificas. Pero colaboramos muy estrechamente con ellos para evitar que las situaciones de violencia puedan transformarse en conflictos armados y para la consolidación de la paz.
IPS: ¿Qué experiencia destacaría como una buena práctica para enfrentar la violencia en la infancia?
MSP: Una práctica que está creciendo y es de gran importancia es la participación de los niños, niñas y adolescentes. Porque es muy difícil hablar de su realidad intentando adivinar cuáles son las formas de violencia que sufren, en qué contexto tienen lugar, cómo se sienten, cuánto los afecta. Al escucharlos, uno de los datos más importantes que vemos es que los niños son víctimas de la violencia pero tienen también una capacidad de resiliencia extraordinaria, y un gran reconocimiento de su rol como factores fundamentales para construir una sociedad diferente.
En este encuentro sudamericano fue admirable ver cómo reflexionaban, cómo miran posibles soluciones en las escuelas, en las familias, en centros de acogida. Esa fue, yo creo, la contribución más importante de este encuentro. Pero en muchos países y sociedades no se reconoce aun el rol protagónico que merecen. Debemos crear esos espacios para que los niños participen como aliados de este proceso.
IPS: ¿Por qué cree que son tan pocos los países que prohíben por ley el castigo físico a niños y niñas?
MSP: Porque la mayoría continúa considerando que el castigo físico es parte de la autoridad parental, parte de la disciplina y educación de los niños. Esa es una percepción errónea que está muy arraigada en nuestras sociedades. Y eso ayuda a que, cuando algunos líderes de gobierno o de la sociedad civil proponen un cambio legislativo, encuentran mucha resistencia.
De todos modos, desde que se publicó el informe mundial hasta ahora, pasó de 16 a 29 el número de países que prohíben por ley esos castigos, y al menos otros 20 están finalizando el proceso de aprobación.
IPS: ¿Y con la ley alcanza?
MSP: Yo miro con mucha esperanza este proceso. Pero también reconozco que la legislación que no es aplicada, que no es conocida, no va a producir cambios. Tenemos que acompañar este proceso con información pública, educación, distribución de datos, para que la ley sea un instrumento para el cambio de actitudes y no un documento muy lindo que no hace la diferencia en la realidad.
IPS: ¿La ley debe sancionar a los agresores?
MSP: Hay distintas soluciones en los diversos países. Algunos han previsto la prohibición a nivel de la Constitución, otros en el contexto de leyes sobre deberes parentales. Pero hay países como Portugal donde el castigo físico es parte del Código Penal.