Retos para empresas multilatinas que se globalizan

El crecimiento económico en América Latina empuja cada vez más a sus corporaciones a expandirse por todo el mundo, incluyendo a países del Norte industrial que antes parecían inalcanzables.

Pero esta propagación, que en otras épocas lideraron Estados Unidos, Japón, Alemania y otros países europeos, ¿aporta al desarrollo integral de los países de origen o solo incrementa la brecha de inequidad haciendo más ricos a los dueños de las empresas?

"La preocupación es central", admitió a IPS el economista Bernardo Kosacoff, director del Centro de Empresas, Competitividad y Desarrollo de la privada Universidad de San Andrés, en Argentina.

Pero enseguida aclaró que "sería equivocado pensar en producir menos riqueza para no aumentar esas brechas. Hay que proporcionar políticas y regulaciones para que los beneficios no sirvan solo a las empresas sino al desarrollo del país", advirtió.

Kosacoff, exdirector de la oficina argentina de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), destacó que para crecer, generar empleo, divisas y pagar impuestos, las empresas no pueden restringirse al mercado doméstico.

"La internacionalización definitivamente aporta al desarrollo, no sólo en su primera fase, cuando las empresas exportan bienes, sino cuando comienzan a innovar, a generar redes de proveedores y empleo, esto impacta en el país", afirmó.

Argentina fue pionera en este proceso, pero ahora Brasil, con la mayor parte de las más de 500 "multilatinas", seguido de México, le arrebató el liderazgo, dijo.

Multilatinas define desde hace una década a las empresas transnacionales o multinacionales que tienen su origen en algún país latinoamericano y actividades en al menos dos continentes, y que durante el proceso de expandir sus mercados se han consolidado como actores de la globalización económica.

Empresas de Brasil, como la minera Vale o la petrolera Petrobrás, mexicanas como Cementos Mexicanos (Cemex) o la panificadora Bimbo, no solo son dominantes en la región, sino que se animaron a conquistar Estados Unidos y los demás continentes.

Y no se trata de un fenómeno basado solo en la explotación de recursos naturales como minerales o granos. Las hay en el campo de la cosmética, la gastronomía, las telecomunicaciones, la aeronavegación o la fabricación de aviones.

La ola de empresas latinoamericanas devenidas en actores globales tampoco es privativa de las mayores economías de la región. También hay multilatinas basadas en Colombia, Chile, Guatemala o Perú.

"La emergencia de las ‘global latinas’ fue facilitada por un contexto general de crecimiento económico en América Latina y altos precios de los commodities (productos básicos)", sostiene Lourdes Casanova en el libro "De Multilatinas a Global Latinas".

El fenómeno cundió después que muchas empresas ya venían internacionalizándose en busca de nuevos mercados que justificasen el incremento de la escala productiva, desde 2002, cuando la región comenzó a crecer cinco por ciento en promedio.

La investigación de Casanova, española y profesora de estrategia de la escuela de negocios INSEAD, en Francia, fue financiada por el Banco Interamericano de Desarrollo.

En diálogo telefónico con IPS, la experta reflexionó sobre los retos de las multilatinas. Remarcó que los fundadores de estas empresas "tenían una visión del propio país que se perdió con el tiempo y que se debe recuperar".

"Por la volatilidad que caracterizó a la región durante muchos años, las grandes empresas latinoamericanas debieron ocuparse del corto plazo, pero para el largo plazo hay que pensar en el desarrollo de las clases medias", recomendó.

La experta recordó que el crecimiento de grandes potencias emergentes como China o India se basa en el desarrollo de estos sectores que buscan acceder a una vivienda mediante hipotecas, comprar autos, ordenadores o telefonía móvil.

Es una expansión que dejo de estar basada en solo la mano de obra barata, explicó.

"Dejando a un lado la cuestión ética del gravísimo problema de la pobreza y la desigualdad, ¿qué es más rentable?: ¿Exportar soja a China o estimular el crecimiento de la clase media?", se preguntó.

Lo cierto es que las también llamadas translatinas se globalizaron después de aprender a sortear dificultades de todo tipo en sus países. Algunas tienen ahora filiales en 30 países, compran empresas en el extranjero, invierten y crean empleo aquí y allá.

Se distinguen de las corporaciones de países desarrollados por el control familiar y centralizado de la firma, por tener liderazgos fuertes que facilitan las decisiones rápidas y por la capacidad de innovación.

Las multilatinas aprendieron a sobrevivir en ambientes económicos no siempre favorables y saben como nadie navegar en aguas turbulentas, consideró Casanova.

Su investigación evaluó a fondo 11 empresas latinoamericanas. Entre ellas, grandes corporaciones de México como Bimbo, con 100.000 dependientes en 17 países, Cemex, con 57.000 empleados en 33 países, y la operadora de telecomunicaciones América Móvil, con más de 200 millones de usuarios en 18 países.

Tras la publicación del libro, Bimbo, la panificadora más grande de América Latina se expandió a Estados Unidos donde adquirió SaraLee Corporation, una gran distribuidora de pan en ese país.

Casanova también profundiza en casos de Brasil, como la Empresa Brasileña de Aeronáutica (Embraer) o la firma de cosméticos Natura, además de Petrobrás y Vale, las dos últimas con proyección en todos los continentes.

Quedaron fuera de la investigación otras grandes corporaciones de Brasil, como el grupo siderúrgico Gerdau, el undécimo del sector a nivel mundial y con 55 por ciento de su producción fuera del país, y los conglomerados de alimentación Friboi y Marfrig.

Friboi aparece en primer lugar en el ránking de las 60 mayores multilatinas de América Economía, editada en Chile, y Marfrig acaba de adquirir la estadounidense Keystone Foods Intermediate para abastecer de carne a la cadena multinacional de comida rápida Mc Donald’s.

El libro también toma casos "emergentes" como la chilena Concha y Toro, la mayor exportadora de vinos de América Latina, con ventas en 115 países, y acaba de adquirir una empresa en Estados Unidos por 200 millones de dólares, y la firma de servicios de tecnología de la información Politec.

Casanova también analiza los casos de dos cadenas de restaurantes: Pollo Campero, de Guatemala, con locales en Estados Unidos, España, China e Indonesia, y Astrid & Gastón, en Perú, con presencia en ocho países de la región y España.

La bonanza de los dueños de estas multilatinas se refleja en el anual índice de la revista Forbes sobre las personas más ricas del mundo. En 2011, el mexicano Carlos Slim, propietario del grupo América Móvil, se mantuvo a la cabeza del ránking.

En 2010 la lista de Forbes tenía a 34 latinoamericanos entre los más ricos. Este año el número subió a 51 empresarios de la región con patrimonios de al menos 1.000 millones de dólares. La fortuna de Slim es muy superior a este mínimo, al situarse en 74.000 millones de dólares.

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