LIBIA: Trabajadores extranjeros sin salida

Mientras la violencia continúa sin pausa en Libia, organizaciones internacionales advierten sobre una crisis humanitaria que afectaría especialmente a los inmigrantes.

La secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, dijo esta semana que existe el riesgo de que se produzca una "prolongada guerra civil" en el país africano.

El director de emergencias de Human Rights Watch, Peter Bouckaert, señaló que "miles de miles de trabajadores extranjeros están varados en Bengasi, tras haber sido expulsados de sus fábricas y haber perdido sus posesiones en los enardecidos acontecimientos de la última semana".

Bouckaert se encuentra en esa nororiental ciudad, dominada por la oposición.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que entre 600 y 2.000 manifestantes pacíficos y transeúntes comunes fueron asesinados por el régimen de Muammar Gadafi desde su brutal ofensiva contra las protestas que se iniciaron hace dos semanas.
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En medio de este derramamiento de sangre, unos 75.000 refugiados huyeron a Túnez y 69.000 a Egipto. Otros 40.000 no lograron salir de Libia, según las últimas cifras de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Entre quienes están varados dentro de las fronteras del país africano hay decenas de miles de trabajadores inmigrantes, procedentes de naciones en desarrollo.

"Las personas más necesitadas son principalmente de países pobres de Asia y África, que están varadas en Bengasi y en la frontera con Túnez y cuyos gobiernos, aparentemente, hasta la fecha no han podido o no han estado dispuestos a rescatarlas", observó Bouckaert, urgiendo a un esfuerzo internacional para ayudar a que estas poblaciones "altamente vulnerables" huyan por su seguridad.

Amnistía Internacional sostiene que entre 30.000 y 150.000 trabajadores filipinos en el exterior, 60.000 bangladesíes, entre 2.000 y 5.000 nepaleses y alrededor de un millón de refugiados, solicitantes de asilo e inmigrantes, principalmente de África subsahariana, estaban en el país antes de la crisis actual, y que muchos de ellos están ahora atrapados en el caos.

Unos 3.500 de estos no africanos —incluidos trabajadores de Bangladesh, Pakistán, Filipinas, Tailandia y Vietnam— esperan su partida en dos campamentos de Bengasi, y otros miles lo hacen en complejos empresariales, según Human Rights Watch.

Pero lo que más preocupa a estas organizaciones de derechos humanos y a Acnur es la discriminación contra trabajadores inmigrantes de África subsahariana, que intentan sin éxito escapar de la sangrienta crisis que vive el país, y que se debe a sospechas de que son mercenarios contratados por el régimen de Gadafi.

El embajador de Libia en la ONU, Ibrahim Dabbashi, dijo el sábado que Gadafi contrataba a combatientes acusados de participar en los ataques contra civiles y procedentes de Chad, Etiopía, Guinea, Kenia y Níger, además de países de Argelia y Túnez.

"Todos quienes huyen del caos en Libia deben ser protegidos por los estados vecinos sin discriminación, sin negarles el ingreso ni ponerlos en riesgo de ser víctimas de más violencia", dijo Michael Bochenek, de Amnistía Internacional.

Según Bouckaert, "día tras día, algunos gobiernos se las arreglan para enviar barcos a fin de evacuar a miles de sus ciudadanos, pero los africanos, que son más vulnerables y pobres, son dejados atrás".

Aunque estos inmigrantes son abandonados, miles de extranjeros procedentes de Argelia, Bosnia-Herzegovina, Gran Bretaña, Bulgaria, Canadá, China, Croacia, Grecia, India, Jordania, Líbano, Macedonia, Marruecos, Holanda, Nigeria, Corea del Sur, Siria, Turquía, Estados Unidos, Vietnam y otros países fueron evacuados en los últimos días por sus empresas o gobiernos, según organizaciones de derechos humanos e informes periodísticos.

"Si los países europeos y Estados Unidos se toman en serio sus compromisos de asistencia humanitaria, deberían ayudar a hacer que estos inmigrantes africanos amenazados y atrapados vuelvan a sus países", insistió Bouckaert.

Mientras, la ONU expresó su preocupación por la escasez de suministros médicos y las limitadas reservas de alimentos en el país petrolero.

Estados Unidos anunció el lunes que asignó 10 millones de dólares a la ayuda humanitaria de emergencia para Libia, y que estaba enviando a dos equipos para asistir a los refugiados en las fronteras egipcia y tunecina. Francia se comprometió a mandar dos aviones con personal médico a Bengasi. Ésta será la primera instancia de ayuda directa de Occidente dentro del país.

Los gobiernos de Occidente, incluido el de Estados Unidos, están bajo escrutinio de los críticos conservadores, que sostienen que su respuesta a los hechos violentos de Libia no ha sido suficientemente contundente.

A la luz de la ofensiva efectuada por el gobierno y su consecuente crisis humanitaria, algunos argumentos a favor de las opciones militares —desde crear un zona de exclusión aérea a una intervención directa— invocan la doctrina de la "responsabilidad de proteger" contra los crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra y genocidio, urgiendo a una acción de la comunidad internacional.

La "responsabilidad de proteger" fue mencionada en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU adoptada el sábado que remitió la situación de Libia al Tribunal Penal Internacional, que juzga a individuos acusados de estos tipos de crímenes.

"El régimen de Gadafi ya ha iniciado el genocidio contra el pueblo libio", dijo Dabbashi la semana pasada, generando debate sobre su controvertida elección de palabras.

Aunque algunos promueven una acción armada, estableciendo comparaciones entre las 1.000 muertes que se estima cometió el régimen de Gadafi y las crisis de los años 90 en Ruanda y Bosnia-Herzegovina, con 800.000 y 100.000 muertos respectivamente—, otros observadores citan la invasión a Iraq y la ocupación de Afganistán, advirtiendo sobre las consecuencias de una incursión militar.

"Estados Unidos estaría comprometiendo a sus fuerzas armadas con un cambio violento de régimen en otra nación musulmana", escribió el martes Ron Capps, director del programa de mantenimiento de la paz de Refugees International, en su blog.

"Es imposible calcular la potencial reacción", agregó.

Además de movilizar ayuda humanitaria, Washington anunció el lunes que estaba reubicando algunas fuerzas navales y aéreas más cerca de Libia. Clinton declaró esta semana a los legisladores que Estados Unidos no descarta ninguna opción si el gobierno de Gadafi sigue usando sus armas para atacar a su propio pueblo.

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