IRÁN: LAS MUJERES, OBJETO PREFERIDO DE LA CÓLERA DEL RÉGIMEN

Hasta hace poco, mi colega Nasrin Sotoudeh era la abogada a la que los defensores de los derechos humanos en Irán, llamábamos cuando nuestro gobierno nos hostilizaba o no encarcelaba.

Lamentablemente, es ahora Nasrin quien está en la cárcel.

¿Cuál es su crimen? Las acusaciones del gobierno incluyen haber actuado contra la “seguridad nacional”, haber efectuado “propaganda contra el Estado” y ser integrante del Centro para la Defensa de los Dereechos Humanos que fundé en 2001. El gobierno también la acusa de no usar un hijab, la vestimenta tradicional islámica para las mujeres. Por sólo algunas de esas imputaciones inventadas fue sentenciada recientemente a 11 años de cárcel y además se le prohibió ejercer la abogacía por 20 años.

Desafortunadamente, Nasrin no es la única víctima. Esta valiente mujer de 45 años, madre de dos niños, es una de las muchas personas que en Irán están ahora en la mira ­y son castigadas- por defender los derechos de los demás.

Como sabemos por el caso de Sakineh Mohammadi Ashtiani ­la iraní sentenciada a lapidación por supuestamente haber cometido adulterio- las mujeres resultan con demasiada frecuencia el objeto preferido de la cólera del régimen. Pero lo que hace que el caso de Nasrin sea especialmente importante es que plantea una cuestión fundamental sobre el futuro de Irán.

Si el régimen iraní no protege los derechos humanos de sus propios ciudadanos ¿quién puede hacerse cargo de esta lucha? Y si a los abogados que asumen la defensa de los que sufren violaciones de sus derechos se les impide ejercer su labor ¿quién será en última instancia el encargado de asegurar que valores como los de la igualdad y la justicia sean protegidos en Irán?

¿Por qué el gobierno le tiene tanto miedo a Nasrin?

El gobierno quiere impedir por todos los medios que una mujer esté echando luz sobre la deplorable situación de los derechos humanos en Irán. La otra razón es que Nasrin ha demostrado no tener temor en asumir la defensa en casos difíciles que otros abogados hubieran evitado cuidadosamente, y por ello se ha ganado el respeto de todo el mundo. Ella asumió la defensa del periodista Isa Saharkhiz, de Heshmatollah Tabarzadi, líder del prohibido Frente Democrático de Irán y de Zahra Bahrami, una holandesa-iraní que participó en las protestas contra las fradulentas elecciones del 2009. A pesar de la intervención del gobierno holandés y de un llamamiento de la Unión Europea, Zahra fue ejecutada, sin aviso previo, el 29 de enero pasado.

Nasrin fue mi abogada en una denuncia que presenté contra Kayhan, un diario conservador que está bajo el control del Supremo Líder de Irán, Ali Khamenei, y además me defendió cuando las autoridades secuestraron mis bienes en 2009. Igualmente valiente, Nasrin también tomó parte en casos que implicaron ejecuciones de jóvenes. Irán es uno de los pocos países del mundo que todavía condenan a muerte a niños.

Pocos días antes de su arresto, las autoridades congelaron los bienes de Nasrin y la convocaron a la oficina impositiva. Esto no la intimidó. Mientras estaba en la oficina impositiva comprobó que el gobierno estaba llevando a cabo “investigaciones” similares al menos contra otros 30 abogados y, valientemente, proporcionó esa información a la Campaña Internacional por los Derechos Humanos en Irán.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha instado al gobierno de Teherán a revisar el caso de Nasrin y acelerar su excarcelación, mientras que varios grupos internacionales de defensa de los derechos humanos ­incluyendo Amnistía Internacional y Human Rights Watch- han reclamado su liberación.

Algunos países están actualmente reclamando que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas adopte una resolución para crear un mandato sobre Irán, con un investigador especial independiente para abrir una indagatoria sobre los muchos abusos contra los derechos humanos que allí se cometen. Tal iniciativa es alentadora, pero es necesario que otros países la secunden para alcanzar la mayoría necesaria dentro del Consejo.

Ya que en Irán se encarcela a los que exigen la inviolabilidad de los derechos humanos debemos intensificar los esfuerzos para asegurar la vigencia de la justicia y la igualdad. Una acción internacional concreta para hacer que el pueblo iraní sepa que al mundo le preocupa la grave situación de los derechos humanos en su país podría ser, en mi opinión, el mejor modo para rendir homenaje a mi colega Nasrin.

No debemos permitir que su voz sea silenciada. (FIN/COPYRIGHT IPS)

(*) Shirin Ebadi, Premio Nobel de la Paz en 2003, es co-fundadora de la Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel (WNI), www.nobelwomensinitiative.org.

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