Grupos defensores de los derechos humanos instaron a las autoridades de Haití a que aprovecharan el sorpresivo regreso del ex dictador Jean-Claude Duvalier (1971-1986) para juzgarlo por los delitos cometidos durante su gobierno.
Duvalier, conocido por el apodo de «Baby Doc» y quien vivía exiliado en Francia, fue llevado el martes a la oficina del fiscal general para responder a acusaciones de corrupción, pero recuperó su libertad.
«Su destino está ahora en manos de un juez investigador. Hemos presentado cargos contra él», informó a la agencia de noticias Reuters el jefe de la fiscalía en Puerto Príncipe, Aristidas Auguste.
Según el Instituto para la Justicia y la Democracia en Haití y el Bureau des Avocats Internationaux, una amplia investigación realizada por una firma auditora de Estados Unidos entre 1986 y 1990 constató el robo de más de 300 millones de dólares de fondos públicos durante su régimen.
Otras demandas judiciales elevan la cifra a cerca de 1.000 millones de dólares.
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Los grupos también subrayaron que la represión política durante su dictadura, con asesinatos y torturas, constituyen «crímenes contra la humanidad» que no prescriben, una posición compartida por organizaciones internacionales como Amnistía Internacional y Human Rights Watch.
«El arresto de Jean-Claude Duvalier es un paso positivo, pero no alcanza con acusarlo simplemente de corrupción», señaló en una declaración el martes el consejero sobre Haití de Amnistía, Javier Zúñiga.
«Si se quiere hacer verdadera justicia en Haití, las autoridades deben abrir una investigación penal contra la responsabilidad de Duvalier en la multitud de violaciones a los derechos humanos cometidas durante su gobierno, incluyendo tortura, detenciones arbitrarias, violaciones, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales», añadió.
El regreso de Duvalier a Haití el domingo pasado, casi exactamente 25 años después de su partida a Francia el 7 de febrero de 1986, asombró a más de uno.
En una entrevista radial, Baby Doc afirmó que sólo quería ayudar a la reconstrucción de su país luego del devastador terremoto y ante la epidemia de cólera, pero aseguró que no tenía agenda política.
Aunque una entusiasta multitud se congregó en torno al hotel donde se albergaba, muchos haitianos estaban consternados por su reaparición.
«Jean-Claude Duvalier debió haber regresado al país hace mucho tiempo, pero extraditado de Francia por solicitud de las autoridades haitianas, y encarcelado por sus muchos crímenes y todo lo robado», afirmó el galardonado cineasta haitiano Arnold Antonin.
El artista expresó su «indignación» por el recibimiento que se le ofreció a Duvalier en el aeropuerto Toussaint Louverture.
Baby Doc, quien sucedió en el poder a su padre, el fallecido dictador Francois Duvalier, apodado «Papa Doc», recibió escolta policial y habría sido saludado con vítores por parte de algunos partidarios. «Es un insulto» a todas las víctimas del régimen, dijo Antonin, recordando entre otras al novelista Jacques Stephen Alexis, asesinado en 1961, y al activista Alix Lamothe, ejecutado en 1986.
El futbolista Robert Duval fue también perseguido por el régimen de Duvalier, aunque logró sobrevivir a sus muchos meses de reclusión en la prisión de Fort Dimanche. El deportista, fundador de L’Athletique d’Haiti, que ayuda a niños de los tugurios de la capital haitiana, dijo que aún no comprendía el regreso del ex dictador.
«Estuve en prisión durante el régimen de Jean-Claude Duvalier En 1976, llegaron, entraron a mi oficina y me llevaron a (los cuarteles militares de) Casernes Dessalines, donde estuve 17 meses. Luego, bajo acusaciones falsas, me condenaron y enviaron a Fort Dimanche», recordó.
Duval pasó 18 meses en lo que los reclusos allí llamaban «el infierno humano» por las continuas torturas. Nunca se presentaron cargos formales en su contra.
«Te enviaban a Fort Dimanche para que desaparecieras, porque si te enviaban ( ) estabas condenado a muerte. Cada uno o dos días moría gente allí», señaló.
Unas 50.000 personas fueron asesinadas miles de ellas en Fort Dimanchedurante las dictaduras de Francois y Jean-Claud Duvalier, indicó Duval.
«Fue él quien firmó acuerdos con las instituciones internacionales que abrieron el país a la destrucción económica», señaló. «Cuando se fue en 1986, fue un alivio para todos, porque no podíamos soportarlo más, ni desde el punto de vista político ni económico».
El regreso de Jean-Claude Duvalier ha despertado muchas dudas, junto a sospechas de complicidad francesa e incluso haitiana.
«Ya estábamos en una situación muy caótica y esto añadió leña al fuego. Una mano manipula todo esto. No sucedió por azar», sostuvo Gerald Mathurin, ministro de agricultura durante el primer gobierno de René Préval, entre 1996 y 2001.
Según Mathurin, quien hoy lidera una coalición de organizaciones rurales conocida por su acrónimo CROSE, el gobierno de Préval y la comunidad internacional «son socios» en esta situación, y sugirió la existencia de «plan para congelar aun más el tema de los (disputados) resultados de las elecciones» del 28 de noviembre.
Con él coincidió Chavannes Jean-Baptiste, líder del Movimiento de Campesinos de Papay. «Es una forma de desviar la atención popular de Préval y su gobierno, de su Consejo Electoral y de las elecciones», sostuvo.
«Para nosotros, la prioridad no es el regreso de Jean-Claude Duvalier, sino la resolución de los problemas políticos del país», subrayó.
Arnold Antonin también dijo creer que el regreso de Baby Doc era simplemente una «distracción».
«Muestra que Haití está yendo para atrás. No ha habido una transición democrática, sino una continuidad del duvalierismo en otras formas», afirmó.
«Cuando se fue en 1986, pensamos que el país avanzaría, pero entramos en una crisis sin fin. Por lo cual, históricamente hemos ido para atrás», subrayó.
Su regreso significa, «simbólicamente, que somos una nación que no puede encontrar su camino. Las contradicciones sociales son tan profundas Es la debilidad de las organizaciones progresistas lo que ha permitido un tan grave retorno», opinó Duval.
* Basado en parte en un artículo de AlterPresse, con cobertura adicional del corresponsal de IPS en Nueva York Cleo Fatoorechi.