Casi religiosamente, Julio César Amaya, de 69 años, se levanta todos los días a la 1 de la madrugada para abrir el grifo, porque esa es la única hora en que hay servicio de agua potable en el populoso Reparto San José, en el municipio de Soyapango, al este de la capital salvadoreña.
El agua brota solo por una hora. Pero a veces no hay servicio por varios días.
"Cuando cae agua tratamos de llenar una pila, para que nos alcance cuando se va por tres días", contó Amaya a IPS.
El Salvador, con 6,1 millones de habitantes, sería el país más afectado por escasez de agua según escenarios proyectados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su estudio "La economía del cambio climático en Centroamérica", publicado el 23 de noviembre.
Según la Cepal, el aumento de la población regional podría elevar la demanda de agua casi 300 por ciento para el 2050 y más de 1.600 por ciento para el 2100, sin considerar medidas de ahorro y sin cambio climático.
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Con cambio climático, la demanda podría aumentar hasta 24 por ciento más y la disponibilidad total de agua renovable podría bajar hasta 63 por ciento al 2100.
En esas proyecciones, El Salvador sería el más afectado, seguido por Honduras y Nicaragua.
Además, según la Cepal el costo del cambio climático acumulado a 2100 en América Central, en un escenario de uso intensivo de combustibles fósiles, asciende a 73.000 millones de dólares, cerca de 54 por ciento del producto interno bruto (PIB) regional de 2008.
El cálculo se basa en los impactos en el sector agrícola, recursos hídricos, biodiversidad, huracanes, tormentas e inundaciones.
"Se estima que Centroamérica produce una muy mínima parte de las emisiones de gases de efecto invernadero globales, pero ya es una de las regiones más vulnerables a los embates del cambio climático", señala el informe.
Para los ambientalistas salvadoreños, no son sorpresivas las proyecciones de Cepal.
"No es casual que de Centroamérica, El Salvador sea el país con mayor estrés hídrico", dijo a IPS Nelson Cuéllar, investigador de la Fundación Programa Salvadoreño de Investigación sobre Desarrollo y Medio Ambiente (Prisma).
El Salvador es uno de los países más deforestados de América Latina, y la alta densidad poblacional, con 300 habitantes por kilómetro cuadrados, y los patrones de asentamiento, que tienen a 63 por ciento de la población viviendo en las ciudades, provocan una gran demanda de agua, que no llega a todos, apuntó Cuellar.
Cifras oficiales de 2008 revelan que en el campo solo 55 por ciento de la población posee conexión de agua por cañería, mientras que en la ciudad esa cifra sube a 90 por ciento. En el campo, las familias sin cañería se abastecen de pozos y ríos, agua que no es potable, pero que de todos modos se está acabando por el consumo.
El Salvador es el tercer país de América Latina más desigual en cuanto al acceso al agua, plantea el Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y divulgado en agosto.
Según el estudio, 88 por ciento de los hogares más ricos de este país centroamericano tienen acceso al agua, cifra que baja a 44 por ciento en el caso de las familias más pobres.
De acuerdo a Ángel Ibarra, de la no gubernamental Unidad Ecológica Salvadoreña (Unes), los daños ambientales provocados por el hombre han afectado el ciclo hidrológico, y hoy el agua superficial no se infiltra en el suelo para mantener vivos los mantos acuíferos, sino que corre sin control, causando inundaciones.
En tanto, los ríos se secan en verano, volviendo difícil a las familias del campo el acceso al líquido.
Todo ello, agregó, está ligado a la vulnerabilidad social y ambiental que enfrenta el país, generada por modelos de desarrollo que privilegian las utilidades empresariales por sobre el cuidado del ambiente y las personas.
Este modelo neoliberal predominó en el país durante los 20 años que gobernó la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que perdió las elecciones en marzo de 2009.
"Por años, los empresarios del sector inmobiliario, por sus conexiones con políticos, obtuvieron permisos para construir en zonas no aptas", denunció Ibarra a IPS.
La desigualdad en el acceso al vital elemento también se ve potenciada por las malas prácticas de personas adineradas.
La estatal Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (Anda) detectó en octubre que unos 3.000 hogares y negocios asentados en las zonas más exclusivas de San Salvador no poseían el aparato que mide el consumo de agua, y en su lugar tenían asignada una cuota mensual fija de 2,29 dólares.
"Es una situación casi caricaturesca, en la que las personas más ricas pagan por el agua una cifra risible", apuntó Ibarra, agregando que las personas pobres que no tienen acceso a agua potable cancelan diariamente hasta dos dólares por un barril de agua.
También calificó de risible el costo del agua para empresas que utilizan ese recurso como parte de sus procesos de producción, como la multinacional estadounidense Coca-Cola, que pagan por el metro cúbico 0,06 centavos de dólar, según el ambientalista.
Un anteproyecto de ley presentado en 2007 por organizaciones sociales, que busca aumentar el acceso y la calidad del agua para la población, está estancado en el Congreso legislativo debido a los intereses económicos detrás.
"Aquí solo donde hay billetes (sectores pudientes) hay agua, el resto de nosotros estamos fregados (arruinados)", dice Julio César Amaya, que sobrevive con el líquido que almacena cada madrugada.