Vegetales silvestres, malezas comestibles y hortalizas tradicionales son la opción que consideran muchos científicos para salvar de la inseguridad alimentaria a Kenia, país donde 1,6 millones de personas sufren inanición.
Según Vision 2030, un plan estratégico del gobierno keniano para impulsar el crecimiento y el desarrollo, cinco millones de los ocho millones de hogares en este país africano dependen directamente de la agricultura, a pesar de que sigue siendo uno de los sectores con menos apoyo oficial.
En el actual año financiero, la agricultura recibió un magro 3,6 por ciento del presupuesto nacional, muy lejos del objetivo de 10 por ciento que se trazó el gobierno.
Debido a su excesiva dependencia de la producción agrícola tanto para la subsistencia como para fines comerciales, una gran parte de los 36 millones de kenianos necesitan urgentemente ayuda alimentaria. El Programa Mundial de Alimentos estimó que 1,6 millones en este país sufren hambre aguda.
La situación se deterioró debido a los drásticos cambios del clima. Las precipitaciones se han vuelto impredecibles y la mayoría de los habitantes aún deben adaptarse a medios novedosos y sostenibles para atrapar y utilizar el agua de las escasas lluvias.
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Según el Encuentro por la Seguridad Alimentaria de Kenia, principal organismo coordinador que reúne a los diversos actores del sector, ha habido una mejora de lluvias cortas en las zonas de pasturas, afectadas por las sequías.
Sin embargo, aún se registra una falta general de precipitaciones en todo el país desde 2007, que causó el deterioro de la seguridad alimentaria.
En este contexto, científicos intensifican sus investigaciones sobre qué tipo de cultivos pueden desarrollar en la mayor parte del territorio y que puedan servir para aliviar la inseguridad alimentaria.
Muchos kenianos están optando por vegetales silvestres antes despreciados y estigmatizados como "cultivos de pobre".
"Estos vegetales crecen fácilmente. Para muchas personas son simples malezas que comen los pobres. Sin embargo, son muy nutritivos y yo los planto en mi granja con cultivos más modernos como el col", explicó Tabitha Njoki, pequeño agricultor del central condado de Juja.
El cambio de actitud hacia estos vegetales puede rastrearse hasta 20 años atrás, cuando la profesora Mary Abukutsa Onyango, ahora conferencista sobre agricultura y tecnología en la Universidad Jomo Kenyatta, impulsó una investigación sobre hortalizas como la berenjena africana, las solanáceas y el caupí.
"La investigación fue inspirada por mi experiencia de haber tenido que vivir a hortalizas desde que era niña por ser alérgica a las proteínas animales. Por tanto, sé que las plantas autóctonas son ricas en nutrientes y fáciles de cultivar", explicó Abukutsa.
"Quería realizar mi investigación para mejorar el consumo de vegetales tradicionales y ayudar a los agricultores a ganarse la vida con su venta", añadió.
Su investigación reveló que la introducción en Kenia de cultivos exóticos como el espárrago y el brócoli, al igual que en muchos otros países africanos, tuvo un efecto negativo en el consumo y en la comercialización de plantas locales.
"Los vegetales exóticos tienen mercado, pero sobre todo entre los ricos. Son caros y por tanto marginan a los kenianos que viven por debajo de la línea de pobreza, y que representan 60 por ciento de la población rural, según informes del gobierno como la Encuesta de Salud Demográfica de 2009", explicó Nduati Kigo, funcionario agrícola del centro de Kenia.
Añadió que, como estos vegetales exóticos están fuera del alcance del keniano común, la inseguridad alimentaria sigue siendo una realidad para muchos hogares.
"En las investigaciones sobre cultivos, los vegetales autóctonos han ganado reconocimiento a nivel nacional, regional e internacional sólo recientemente", dijo Abukutsa.
La científica vio la necesidad de procurar a la población instrucciones sobre cómo cultivar esas plantas y recetas para prepararlas.
"A lo largo de los años he capacitado a 77 agricultores en el occidente de Kenia y a 23 en el centro sobre producción de semillas de legumbres tradicionales, con el objetivo de seguir de cerca su progreso y también tenerlos como modelo para la promoción de lo que antes era descartado como alimento para los pobres pero ha demostrado ser muy rico en nutrientes", Abukutsa.
Además destacó que, gracias a esfuerzos concertados de varios actores para popularizar estos vegetales, ahora están disponibles en restaurantes, mercados e incluso supermercados, por lo cual la gente ya no se ve obligada a viajar a áreas rurales para acceder a ellos.
Sin embargo, la profesora reconoció que todavía hay mucho camino por recorrer para que los kenianos se acostumbren a estas plantas silvestres como una opción alimentaria y para que los agricultores las adopten como una alternativa económica.