Para seguir sustentando el crecimiento económico, América Latina está ante la disyuntiva de poner en riesgo su rica biodiversidad o situarse como líder mundial en la oferta de servicios generados en sus ecosistemas.
El mensaje surge del informe "América Latina y el Caribe. Una superpotencia de Biodiversidad" lanzado este jueves 2 en la víspera del comienzo de la XX Cumbre Iberoamericana que por dos días se celebrará en la ciudad argentina de Mar del Plata, a 400 kilómetros al sur de Buenos Aires.
El vasto estudio de más de 400 páginas, en el que trabajó un equipo de 500 personas durante dos años, fue elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y otros organismos regionales e internacionales.
El objetivo fue informar a autoridades y empresas de la región sobre oportunidades y riesgos económicos involucrados en actividades productivas como agricultura, minería, pesca o forestación que afecten la biodiversidad y los servicios ambientales.
Las Naciones Unidas proclamaron 2010 como el Año Internacional de la Diversidad Biológica, para crear conciencia sobre el grave problema de la pérdida de biodiversidad y promover iniciativas que frenen el ritmo de esa caída, a fin de preservar la vida humana.
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Las conclusiones del estudio son optimistas porque si bien el estudio registra subsidios con impactos negativos en el ambiente también se destacan incentivos que funcionan favorablemente para los ecosistemas y la economía.
"La región alberga a seis de los países con mayor biodiversidad del mundo. Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú y Venezuela", dijo a IPS Emma Torres, consejera del PNUD para medio ambiente y energía en América Latina.
Esos países ocupan 10 por ciento de la superficie terrestre pero atesoran 70 por ciento de especies de mamíferos, aves, reptiles, anfibios, plantas e insectos, según el estudio del organismo.
En su territorio se extiende el área de mayor biodiversidad del planeta, la selva amazónica. Y sólo en Sudamérica se concentra 40 por ciento de la diversidad biológica de la tierra además de la cuarta parte de sus bosques.
América Central, pese a cubrir sólo 0,5 por ciento de la masa terrestre, contiene 10 por ciento de su diversidad biológica. En el Caribe, en tanto, 50 por ciento de la vida vegetal es endémica, es decir, no se encuentra en ningún otro lugar del planeta.
Este patrimonio natural contribuye efectivamente a las economías de sus países. No obstante, en la medida en que ese desarrollo no sea sustentable, el capital estaría en riesgo. De ahí que el informe valorice la naturaleza y recomiende caminos.
Por ejemplo destaca que en México las áreas protegidas aportan 3.500 millones de dólares anuales a la economía azteca, lo que equivale a decir que cada peso mexicano invertido en parques nacionales genera 52 unidades de esa moneda.
También señala que entre 66 y 75 por ciento de los turistas extranjeros que viajan a la región visitaron al menos un área protegida, y cerca de 94 por ciento de empresas turísticas del Caribe asegura que dependen de la naturaleza que los rodea.
En Venezuela, 73 por ciento de la electricidad generada en 2007 provino de plantas hidroeléctricas que captan sus aguas en diversos parques nacionales. Y en Perú, 376 mil hectáreas de tierras cultivadas se riegan con aguas de áreas protegidas.
El informe resalta que en la última década la región alcanzó "logros excepcionales en cuanto a crecimiento económico y reducción de la pobreza" y a pesar de la crisis financiera global, "su futuro económico se presenta prometedor".
En ese contexto la biodiversidad "juega un papel clave que no ha sido hasta ahora suficientemente valorado en su verdadera dimensión". Torres adelantó que hay expertos en estadísticas trabajando para cuantificar este capital.
No sólo se trata de preservar recursos que sirven a la producción sino de valorar el potencial que la naturaleza tiene como laboratorio para la producción de soluciones médicas, un sector en el que la región, enuncia, puede situarse como líder.
La indagación revela que si a nivel global sólo 12 por ciento del planeta está bajo algún tipo de protección, el promedio de la región es más alto con casos destacados como Colombia que tiene 43 por ciento del territorio protegido.
Torres destacó que uno de los principales logros de la región es la reducción del ritmo de deforestación en la Amazonia brasileña y celebró el establecimiento de un precio mínimo garantizado por Brasil para productos obtenidos de la biodiversidad.
También subrayó el compromiso de la Asociación Brasileña de Exportadores de Carne que proscribirá la compra de ganado proveniente de zonas de deforestación reciente, algo similar a la promesa hecha por la industria de la soja.
México, por su parte, puso en marcha un mecanismo de pago a gran escala por servicios hidrológicos que asigna valor a la protección de los recursos hídricos de ese país.
En Perú, un programa de reducción del exceso de pesca de anchovetas fue compensado con incentivos gubernamentales para el reciclaje profesional de los trabajadores del área, la promoción de microempresas y la jubilación anticipada.
"Existen diversas e innovadoras propuestas de compensación por los esfuerzos de conservación", reza el informe y cita como ejemplo que "Ecuador pidió al mundo el reembolso de 3.600 millones de dólares por no explotar reservas de petróleo" en un área protegida: el Parque Nacional Yasuní, de 9.820 kilómetros cuadrados.
En cambio, advierte el estudio que "las decisiones miopes pueden originar un desarrollo de baja calidad y dar pie a ciclos de eclosión y colapso. Más allá de su valor intrínseco, el inmenso capital natural de la región representa su principal ventaja competitiva", remarca.
"La conservación de este patrimonio presenta una oportunidad ¬no un costo ni una limitación- para la formulación de un nuevo paradigma de desarrollo basado en la integridad ecológica, la salud humana y la equidad social", concluye.