Medios católicos en Cuba son distintos pero no ajenos

En el marco de un acercamiento entre el gobierno de Cuba y la Iglesia Católica, los medios de comunicación de esa institución religiosa aumentan de forma notoria en este país caribeño, donde la prensa permanece bajo un estricto control estatal.

Decenas de pequeñas publicaciones parroquiales y de diversos grupos, alguna periódicas y otras ocasionales, 46 boletines y revistas, 12 sitios web y siete boletines electrónicos llegan en la actualidad de manera directa o indirecta a más de un cuarto de millón de personas, según estimaciones de fuentes católicas.

"En este cuadro, La Habana es un caso notable con sus dos revistas de mayor tirada: Palabra Nueva, revista oficial de la arquidiócesis habanera, y Espacio Laical, órgano del Consejo de laicos", dijo Gustavo Andujar, vicepresidente de Signis, Asociación Católica Mundial para la Comunicación.

El comunicador dialogó con IPS sobre el lugar que ocupan los medios religiosos en Cuba.

IPS: ¿Este avance en materia de comunicaciones se ha logrado gracias a la mejora de las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado, o más bien va por delante, como abriendo el paso?

GUSTAVO ANDUJAR: A mi entender ha ido por delante. Las revistas comenzaron a multiplicarse en los años más duros del Período Especial*, en la década de los 90. Yo creo que fue también una reacción de la Iglesia Católica a la situación de desconcierto y desesperanza que sentía la población.
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Las publicaciones trajeron una palabra de esperanza, de acompañamiento, porque la Iglesia que había estado tan ausente de los espacios públicos tenía mucho que decir. Y no necesariamente una palabra contestataria, alternativa, de oposición, sino distinta y a la vez de consenso y concertación.

IPS: ¿Qué papel ha jugado el laicado católico en este crecimiento del espacio en materia de comunicaciones?

GA: De hecho este ha sido un empeño fundamentalmente laical. Con gran apoyo de la jerarquía, sacerdotes, obispos, pero los que lo han llevado adelante son sobre todo los laicos, muchos sin una formación profesional en comunicaciones. Esa carencia se ha ido tratando de suplir con cursillos, seminarios o diplomados. Además, la mayoría son voluntarios.

IPS: ¿Cuáles son los principales desafíos de ustedes los laicos en este campo?

GA: El primer reto es de profesionalidad, de hacer las cosas cada vez mejor. Pero el mayor es mantener ese diálogo genuino que sólo se logra desde la propia identidad, expresada clara y serenamente. Ha habido una comprensión creciente de que nuestras publicaciones no representan un problema ni son competencia ni amenazan a nadie.

Pero tenemos un alcance limitado, y nosotros quisiéramos llegar a todo el mundo, que los medios cubanos divulguen de manera normal los hechos religiosos que son noticia. Acontecimientos de la Iglesia local ampliamente divulgados internacionalmente suelen ser ignorados por la prensa de nuestro país.

IPS: ¿Qué es lo que hace diferente la experiencia de los laicos católicos cubanos en esta esfera?

GA: La Iglesia en Cuba fue durante mucho tiempo una Iglesia pequeña, con muy pocos recursos y con posibilidades muy limitadas. Esos años difíciles marcaron un camino de compromiso muy intenso con la Iglesia. En los años 60, nuestro país se quedó con apenas 200 sacerdotes y 300 religiosas para siete u ocho millones de habitantes.

En ese marco, el laicado ha tenido una función muy importante, asumida de buen grado por la jerarquía eclesiástica. Eso nos marca en relación con otras iglesias latinoamericanas. La nuestra es una muy participativa, muy unida. Por otra parte, hemos aprendido a ampliar los espacios por sobre barreras objetivas.

IPS: ¿Siguen siendo muchas estas barreras objetivas?

GA: Muchas veces son más las barreras que uno se impone que las que realmente existen, y parte de nuestra responsabilidad es empujar un poco la cerca. Pero también hay que tener en cuenta que 40 años de ateismo estructural no se borran de un plumazo. Cambiar algunos artículos de la Constitución** no transforma la mentalidad de cientos de funcionarios que crecieron, se formaron y desarrollaron todo su trabajo con la intuición de que la Iglesia era algo ajeno y peligroso, y más bien relacionado con el enemigo.

Sería ingenuo pensar que porque en los más altos niveles del gobierno se ha manifestado un empeño y voluntad de diálogo, las cosas van a cambiar automáticamente. Hay muchos funcionarios intermedios que ponen mil dificultades, temen hablar con alguien que representa a la Iglesia.

Pero mi experiencia en el campo de la cultura, con el cual me he relacionado todos estos años por mis responsabilidades en el Arzobispado, es frecuentemente de apertura, colaboración y puertas abiertas. El diálogo es posible, todavía difícil en algunos sectores, pero las barreras van cayendo por su propio peso.

IPS: ¿Usted mira con ese mismo optimismo el diálogo iniciado en mayo pasado por el presidente Raúl Castro y el arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega?

GA: De un diálogo de esa naturaleza siempre salen cosas buenas. En este caso ya hubo un resultado humanitario, que fue la liberación de los presos. Apertura e intercambio tienen que ver con un clima en el cual no deben caber suspicacias, temores o sospechas. Con el conocimiento mutuo van cayendo los prejuicios.

IPS: Sin embargo, las posturas críticas sobre determinados hechos que aparecen en las publicaciones católicas suelen confundirse con expresiones de oposición política.

GA: La Iglesia no es una alternativa política ni un partido de oposición. Por su propia naturaleza no puede entrar en la lucha partidista. Ella es madre de todos, no tiene un color político ni un programa. Pero tiene una mirada, un juicio crítico sobre la realidad desde el punto de vista ético, lo cual es parte irrenunciable de su misión. Defiende a la persona humana y critica todo lo que restrinja su dignidad plena. Lo hace con la debida prudencia, que no significa cohibirse de hacer lo que hay que hacer en su momento. Cuando la Iglesia critica algo no lo hace tendenciosamente desde el punto de vista político.

* Largo periodo de crisis económica iniciado en 1991, con la caída de la Unión Soviética. ** Se refiere a la reforma constitucional de 1992 que, entre otros cambios, dejó establecido el carácter laico del Estado cubano.

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