Funcionarios y activistas de Sri Lanka se alarmaron con la terrible experiencia de una trabajadora doméstica de este país que fue torturada por su empleador en Arabia Saudita. Pero nadie sabe cómo detener estos abusos.
"Es un problema. Quizá tengamos que pensar en nuevas medidas de protección", señaló Mangala Randeniya, de la Oficina de Empleo en el Extranjero de Sri Lanka.
El caso de L.P.D. Ariyawathi, quien regresó a este país el 21 de agosto con 20 clavos y alambres en el cuerpo, motivó protestas fuera de la embajada de Arabia Saudita en Colombo.
El presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapaksa, ordenó una investigación sobre el caso, tras lo cual funcionarios de la Oficina de Empleo en el Extranjero viajaron a Riyad el 30 de agosto para pedir a las autoridades sauditas que tomaran medidas contra el empleador y discutir asuntos vinculados con los trabajadores inmigrantes.
Puede que éste sea el caso más extraño, pero no es el primero ni será el último. Sri Lanka tiene 1,5 millones de ciudadanos en el exterior, de los cuales 1,2 millones están en Arabia Saudita. La mayoría son mujeres que trabajan como empleadas domésticas.
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El caso de Ariyawathi es una oportunidad para que el gobierno de Sri Lanka presione a los países receptores de inmigrantes para que cumplan las convenciones internacionales sobre tortura y derechos laborales, señaló Lakshan, abogado y presidente de la Red de Asia meridional para Refugiados, Desplazados y Migrantes, con sede en Colombo.
Arabia Saudita firmó la Convención contra la Tortura, otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantespero con ciertas reservas, indicó.
"Presionar a los gobiernos no necesariamente significa perder mercados", señaló. La Oficina de Empleo en el Extranjero prohibió que fueran trabajadoras domésticas a Jordania porque les pagaban por debajo del mínimo, 200 dólares al mes.
Sri Lanka tiene acuerdos bilaterales sobre trabajadores migrantes con Kuwait y Jordania, pero no con Arabia Saudita.
Este país, como muchos exportadores de mano de obra, firmó la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de los trabajadores migrantes y de sus familiares. Pero numerosas naciones receptoras, como Arabia Saudita, no.
Sin saber cómo lograr que haya justicia en Arabia Saudita, la Oficina de Empleo en el Extranjero asumió la responsabilidad de indemnizar a Ariyawathi. Le entregó una vivienda y dinero en efectivo. También se harán cargo de su viaje a ese país en caso de ser necesaria su presencia para una investigación.
Colombo da largas a la protección de trabajadoras domésticas, que el país exporta desde hace tres décadas, señaló Nimalka Fernando, activista y portavoz de la Alianza de Mujeres para la Paz y la Democracia, con sede en Colombo.
"Ciudadanos srilankeses son acosados casi a diario y los funcionarios responden con lentitud", se lamentó. "Es horroroso que el canciller G. L. Peiris se reuniera con el embajador saudita en Colombo por el caso de Ariyawathi recién el 31 de agosto, casi 10 días después de su regreso" al país, añadió.
Organizaciones de derechos humanos presentarán una queja ante el Grupo de Expertos de la ONU sobre Trabajadores Migrantes, en Ginebra, por el caso de Ariyawathi. "También pedimos a todos los países donde hay ciudadanos srilankeses que ratifiquen la Convención contra la Tortura, de la OIT", añadió.
Dias decidió llevar ante la Corte Suprema de Justicia el caso de un srilankés, que firmó engañado un segundo contrato con un agente en el que se cambió el tipo de trabajo que debía realizar y se le redujo el salario. A los pocos días, el hombre volvió enfermo a Sri Lanka, de Qatar, donde trabajó como obrero, siendo un plomero calificado.
La víctima reclama una indemnización y pretende que un tribunal obligue al gobierno a compensar a los trabajadores en dificultades.
Otro caso que concentró la atención de la población hace un par de años fue el de Rizana Nafeek, una empleada doméstica menor de edad, traslada por una red de trata y tráfico de personas a Arabia Saudia, donde fue condenada a muerte el 16 de junio de 2007 por la muerte del bebé que cuidaba.
Nafeek, presa desde mayo de 2005, aguarda el proceso de apelación.